18 sep 2024
Reflexiones en la ordenación del primer obispo negro de Colombia
Acabamos de vivir en la Iglesia colombiana, un acontecimiento que no quiero dejar pasar, que nos llena de esperanza y que marca nuestra historia: la ordenación del primer obispo negro en el país, monseñor Wiston Mosquera Moreno.
Lo mío aquí no es dar la noticia, ya seguramente ha ido por todo el mundo y se la saben mis lectoras y lectores, lo que si quiero es reflexionar sobre la vida de la Iglesia y buscar con la lupa de la fe las intenciones del Espíritu Santo en este acontecimiento
Conmovía ver a doña María Jerónima Moreno en la misa de ordenación episcopal, a sus 99 años, entregando su hijo a Dios y recibiéndolo como otro Cristo...En la señora, ahí en su silla de ruedas, se veía la dignidad del pueblo negro...su piel negra y ya arrugada de amor fue el mejor de los ornamentos que allí se lucieron
“Siempre que pintas iglesias, pintas angelitos bellos, pero nunca te acordaste, de pintar un angelito negro”; y esas palabras, mutatis mutandis, le caían precisos también a los papas, nuncios, Conferencia Episcopal, Congregación para los Obispos y a la comunidad eclesial, que nunca se acordaban de elegir un obispo negro
En esta consagración episcopal vivimos algo distinto: se evidenció que no era una ordenación absoluta, para el ordenado, para su honor, sino relativa, para el pueblo de Dios, para servir a los pobres
Al final de la celebración y antes de que bendijera al pueblo de Dios y le dirigiera una palabra, un grupo de fieles cristianos del Chocó entregaron a su nuevo obispo la imagen del Cristo mutilado de Bojayá... Si un pastor no toca las heridas de Cristo en los que sufren y no las besa, ¿qué bendición puede tener para el pueblo de Dios? ¿qué palabra inspirada puede decir a sus cristianos y al mundo que lo escucha? Feliz este episcopado que empieza tocando y besando al Cristo de su pueblo
“Bienaventurados los que trabajan por la paz”, es el lema escogido por el nuevo obispo para hacer camino con su pueblo y con la Iglesia colombiana