Las migraciones son un indicio de que algo está fallando Sin solidaridad no hay futuro para nadie

Un nuevo mundo es posible

“Hay hombres que luchan un día y son buenos.

Hay otros que luchan un año y son mejores.

Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos.

Pero hay los que luchan toda la vida:

esos son los imprescindibles."  (Berthold Brecht)

      Nuestro mundo se está convirtiendo en una aldea global. Las fronteras son cada día más frágiles y los distintos pueblos se necesitan mutuamente para progresar porque las interdependencias económicas y técnicas son cada día más imprescindibles. Estamos asistiendo –dicen los pensadores actuales- no a una época de cambio sino a un cambio de época.

       Hay quien piensa que es necesario frenar esta corriente de migraciones y de pluriculturalidad que nos rodea. Y tal vez sea necesario un control inmigratorio que evite que grandes masas humanas se pongan en camino hacia otro lugar buscando condiciones de vida más dignas y desborde las estructuras sociales, sanitarias y culturales existentes en los países receptores. El avión patera, que hemos conocido estos días en el aeropuerto del El Prat de Barcelona, es un indicio de la situación agobiante que viven muchas personas para tener que someterse al chantaje de las mafias hasta pagar sumas inasequibles para abandonar su tierra y a sus familias en  busca de una vida mejor.

      La mejor manera de detener la inmigración masiva es, sin duda, la promoción económica en los países de origen. Mientras exista amenaza de hambre y escasez de futuro en un lugar determinado, las gentes tendrán que marcharse por instinto de supervivencia. Así ha sucedido en nuestro país en momentos delicados de nuestra economía, sobre todo en la posguerra española.

      Se hace urgente, pues, apoyar a los países más pobres para que se desarrollen económicamente y no tengan que emigrar. Y una condición primera y esencial para que este desarrollo sea posible es la condonación de la deuda de los países empobrecidos. Hay muchos países pobres endeudados con los países ricos y además pagando unos intereses abusivos por esa deuda contraída. Esto impide el progreso. Aquellos ingresos que el país produce tiene que destinarlos en un tanto por ciento altísimo a pagar esta deuda contraída. Es un círculo vicioso que sólo produce miseria y empuja a estos países a una pobreza cada vez mayor. Hay que detener esta explotación “legal”, cuanto antes, si queremos evitar esta inmigración masiva de pateras tan deshumanizadora.

La cooperación al desarrollo y la ayuda a los países empobrecidos están  íntimamente ligados a la deuda externa.

  Los países más ricos se han comprometido a cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio, pero sin este requisito de la condonación de la deuda estos objetivos serán papel mojado.

 Estos son los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio:

  • Erradicar la pobreza extrema y el hambre
  • Lograr la enseñanza primaria universal
  • Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer
  • Reducir la mortalidad infantil
  • Mejorar la salud materna
  • Combatir el SIDA el paludismo y otras enfermedades
  • Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente
  • Fomentar una asociación mundial para el desarrollo

 Merece la pena que nos impliquemos todos en esta tarea solidaria desde nuestras pequeñas posibilidades para que crezca la conciencia de que siendo solidarios somos más justos y podemos vivir todos mejor.

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