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Carta abierta a monseñor Argüello

A Dios le encanta nacer

#Navidad Feminista2025

"Nos anuncia la fraternidad y la sororidad universal desde la debilidad, los abajo y los adentro de la historia, y no desde el poder, la suficiencia o los lugares de privilegio"

Pepa Torres

Luz Milena

Un día, en una catequesis sobre la Navidad, una niña me dijo esta expresión: “Me agrada Dios, porque a Dios le encanta nacer”. Me quedé reflexionando sobre esta frase dicha por esta pequeña teóloga y realmente tiene mucha razón; a Dios le gusta gestarse cotidianamente en el útero de nuestra historia. En efecto, la encarnación no se da al margen de nuestras vidas, sino que las anida, saborea y atraviesa desde dentro, y es allí donde el misterio de “dar a luz” da el paso de la comodidad y serenidad del útero al desconcierto y complejidad del mundo.

A Dios le encanta nacer y se gesta en el cuerpo vulnerable de una joven llamada María, abrazando y bendiciendo con naturalidad la corporeidad femenina, y en ese proceso de alumbramiento nos recuerda la esperanza, porque hay un Dios humanado, como bien lo dice la teóloga española, Pepa Torres: “que nos anuncia la fraternidad y la sororidad universal desde la debilidad, los abajo y los adentro de la historia, y no desde el poder, la suficiencia o los lugares de privilegio”.

Bebé

En este sentido, el nacimiento nos habla de un Dios-Niño que se gesta en los vínculos que cuidan la vida, en las posibilidades que dignifican a las y los “ninguneados” de la historia, en la resistencia de las mujeres buscadoras de sus desaparecidos, en el anhelo de tierra de las personas migrantes, en la terca osadía de quienes construyen la paz, en la construcción de una memoria colectiva que apuesta por fecundar y sostener lo que humaniza y embellece el mundo.

Dios se gesta en nuestras genealogías desnudas, sin caretas, y nos ayuda a tejer los hilos que andan sueltos por el dolor, los miedos y las heridas; nos reconcilia con la propia historia y pone delante de nuestros ojos el fruto de lo mejor que nos habita. Dios se gesta creativamente en cada nubarrón de nuestra existencia y florece de manera inesperada pero acertada en sintonía con los signos de los tiempos.

Embarazo

Junto a María, la madre parturienta, la mujer del alumbramiento, demos a luz el Amor hecho carne, el Evangelio hecho ternura en relación, el Dios de los Encuentros, el Emmanuel de los cuidados, de la palabra que anima y resucita, de las manos que levantan y acarician, de las palabras que bendicen, de la sonrisa curativa. Pero también engendremos “el niño desvalido que nos cita en los pesebres de la historia y en nuestros propios pesebres personales, en las afueras de la ciudad y en la intemperie de nuestras propias vidas” (Pepa Torres).

Teóloga, Luz Milena López Jiménez. FMA

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