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Carta abierta a monseñor Argüello

En el principio...

Cuenta un midrash que, en la tarde del último día de la creación, las letras del alefeto hebreo se fueron presentando ante el Creador para pedirle: “Por favor, ¡elígeme como primera letra de la Torah”! La agraciada resultó ser la bet por la que comienza la palabra berakah(bendición) y beresit “En el principio…”

Su forma se parece a un cuadrado incompleto, cerrado por la derecha y por ambos lados, dejando el lado izquierdo completamente abierto. Y como la escritura hebrea va de derecha a izquierda, parece que nos está indicado el sentido del camino: - “¡Camina siempre hacia delante! Avanza sin dispersarte, no te empeñes en empinarte por encima de tu estatura ni te pegues tampoco al suelo; y ni se te ocurra retroceder porque chocarás con el tope del punto de partida”.

El comienzo de un año tiene mucho de apertura, de estreno y de novedad. Está ante nosotros como un germen sin “residuos”, sin acumulación, rigidez o endurecimiento. Algo que germina posee un máximum de libertad, de juego, de agilidad, de gracia. Decía Charles Péguy: “Un germen es lo menos habituado que existe, lo menos fijado por la memoria o por el hábito, donde hay menos legajos, memorias papeleo o burocracia. Es lo que está más cerca de la creación, lo más fresco, lo más reciente y salido verdaderamente de las manos de Dios”.

Excelente momento para las decisiones de cambios significativos como los que quizá estén ya aconteciendo: Fray Severiano del Divino Celo ha puesto a remojo en noches alternas su santa observancia, a ver si se le reblandece un poco. Sor Maura del Perpetuo Recuerdo está tomando un vasodilatador antioxidante para ensanchar su mentalidad. Fray Bruno del Santo Sepulcro se ha puesto a leer la vida de san Felipe Neri que dijo: “Conservar el buen humor en medio de las penas es señal de un alma buena”. Sor Albertina de la Santa Faz aplica cada día a su entrecejo un algodón impregnado en agua de Lourdes paraver si le desaparece el gesto de mal genio.

Todos ellos y todos nosotros estamos invitados a entonar: “Cantad al Señor un cántico nuevo” que en hebreo suena así: Siru laSem sir jadas

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