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Una visita de alto riesgo

Hay necesidades que se esconden como las raposillas del Cantar

Acompaño a una hermana polaca de paso en España, visitamos en Segovia la tumba de san Juan de la Cruz y leo en una vitrina una carta del santo dirigida a Doña Juana de Pedraza: “Nunca mejor estuvo que ahora, porque nunca estuvo tan humilde ni tan sujeta”.

La afirmación me descoloca por lo firme y lo rotunda y mi sistema defensivo se pone en pie de guerra: ¿Cómo es eso de “estar mejor” estando “sujeta”? ¿No procede de una teología medieval y dolorista ya superada? ¿No estamos creados para ser libres? Hasta ganas me dan de escuchar otra vez a Nino Bravo cantando aquello de “Libreeeee, como el sol cuando amanece yo soy libre…”

Menos mal que, seguramente por inspiración del santo, dedico un tiempo a dar vueltas a lo de “estar sujeta” y en otra carta suya leo esto: “Y sepan que no tendrán ni sentirán más necesidades que a las que quisieren sujetar el corazón”. Eso me lleva a reconocer a regañadientes que casi siempre soy yo misma la que se amarra y sujeta a esas necesidades y, presuponiendo que no me pasa a mí sola, invito a salir de sus madrigueras a algunas de esas necesidades que se esconden como las raposillas del Cantar para poder ponerles nombre:

- la necesidad de permanecer en un habitat diseñado y acondicionado por nosotros mismos - esta comunidad, este trabajo, este clima, este médico…-, que nos sujeta a un futuro de momias disecadas

- la necesidad de reconocimiento, palmaditas y medallas que nos sujeta a la barra de un caballito de verbena que sube y baja al compás de la música

- lla necesidad de vivir recordando viejas glorias de un pasado en que éramos tantos y tan jóvenes y con tantas obras, que nos sujeta a un pedestal de estatua del Museo de Cera…

Saldrían muchas más, pero quizá baste esta sentencia final de la carta para dejarnos rendida el alma y con ganas de otra libertad: “El pobre de espíritu en las menguas está más constante y alegre (…) no queriendo sujetar nada para sí y perdiendo cuidados por poder arder más en amor.”

Si a alguien se le ocurre visitar la tumba del santo en Segovia, ya sabe a lo que se expone.

(Vida Religiosa, Abril 2024)

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