"Pronto me enfrentaré al juez definitivo de mi vida", escribe Ratzinger Benedicto XVI: "Expreso a todas las víctimas de abusos sexuales mi profunda vergüenza, mi gran dolor y mi sincera petición de perdón"

¿Encubrió Joseph Ratzinger a un cura pederasta en Munich?
¿Encubrió Joseph Ratzinger a un cura pederasta en Munich?

"He tenido una gran responsabilidad en la Iglesia Católica. Tanto más grande es mi dolor por los abusos y errores que se han producido durante el tiempo de mi mandato en los respectivos lugares. Cada caso de abuso sexual es terrible e irreparable. A las víctimas de abusos sexuales va mi más profunda simpatía y lamento cada uno de los casos"

El Papa sí admite su error al haber negado su asistencia a una reunión en la que se habría aceptado el ingreso en la diócesis de un cura acusado de abusos. "Me chocó profundamente que el descuido se utilizara para dudar de mi veracidad, e incluso para presentarme como un mentiroso"

"Estoy especialmente agradecido por la confianza, el apoyo y las oraciones que el Papa Francisco me ha expresado personalmente"

"En todos mis encuentros, especialmente durante mis numerosos Viajes Apostólicos, con víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes, he mirado a los ojos las consecuencias de una culpa muy grande y he aprendido a comprender que nosotros mismos somos arrastrados a esta culpa tan grande cuando la descuidamos o cuando no la afrontamos con la decisión y la responsabilidad necesarias, como ha sucedido y sucede con demasiada frecuencia"

“Los documentos muestran que en la reunión en cuestión no se trató el hecho de que el sacerdote hubiera cometido abusos sexuales. Se trataba exclusivamente del alojamiento del joven Sacerdote X en Múnich, porque tenía que hacer terapia allí. Esta petición fue atendida. El motivo de la terapia no se mencionó durante la reunión”, aducen los defensores del Papa emérito"

"Como arzobispo, el cardenal Ratzinger no estuvo involucrado en ningún encubrimiento de actos de abuso”, concluyen

"Pronto me enfrentaré al juez definitivo de mi vida. Aunque pueda tener muchos motivos de temor y miedo cuando miro hacia atrás en mi larga vida, me siento, sin embargo, feliz, porque creo firmemente que el Señor no sólo es el juez justo, sino también el amigo y el hermano que ya ha sufrido él mismo mis defectos". El Papa emérito, Benedicto XVI, acaba de hacer pública una carta en la que aporta sus reflexiones ante las acusaciones de encubrimiento de abusos sexuales durante su época como arzobispo de Münich.

Aunque no refuta expresamente las mismas (de eso se encarga un análisis posterior, también publicado por la Santa Sede, de un equipo de colaboradores), Ratzinger sí admite su equivocación (y la de su equipo) al negar su asistencia a una reunión en la que se habría aceptado el ingreso en la diócesis de un cura acusado de abusos.

Un error "no intencionado"

"Este error, que desgraciadamente se ha producido, no ha sido intencionado y espero que sea disculpable. Ya he dispuesto que el arzobispo Gänswein lo comunique en su declaración de prensa del 24 de enero de 2022. Esto no quita en absoluto el cuidado y la dedicación que era y es un imperativo evidente para esos amigos", apunta el Papa emérito, quien quiere "dar las gracias de corazón" por "tanto ánimo, tanta amistad y tantas muestras de confianza como no hubiera imaginado".

El informe Múnich
El informe Múnich

Entre ellas, añade, la del propio Papa Francisco: "Estoy especialmente agradecido por la confianza, el apoyo y las oraciones que el Papa Francisco me ha expresado personalmente. Por último, quiero agradecer a la pequeña familia del Monasterio Mater Ecclesiae, cuya comunión de vida en los momentos felices y difíciles me da esa solidez interior que me sostiene".

"Me chocó profundamente que el descuido se utilizara para dudar de mi veracidad, e incluso para presentarme como un mentiroso", lamenta Ratzinger, quien confiesa "nuestras culpas y la petición de perdón" de la Iglesia por sus faltas. "Roguemos públicamente al Dios vivo que perdone nuestra culpa, nuestra gran y más grande falta. Está claro que la palabra "mayor" no se refiere de la misma manera a todos los días, a todos los días".

"Pero todos los días me pregunta si no debería hablar también de la gran y grandísima culpa de hoy. Y me dice de forma reconfortante que por muy grande que sea mi culpa hoy, el Señor me perdona, si me dejo escudriñar sinceramente por Él y estoy realmente dispuesto a cambiar", apunta, de modo críptico, el emérito.

Ratzinger
Ratzinger

"En todos mis encuentros, especialmente durante mis numerosos Viajes Apostólicos, con víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes, he mirado a los ojos las consecuencias de una culpa muy grande y he aprendido a comprender que nosotros mismos somos arrastrados a esta culpa tan grande cuando la descuidamos o cuando no la afrontamos con la decisión y la responsabilidad necesarias, como ha sucedido y sucede con demasiada frecuencia", admite, expresando "a todas las víctimas de abusos sexuales mi profunda vergüenza, mi gran dolor y mi sincera petición de perdón".

"A las víctimas de abusos sexuales va mi más profunda simpatía y lamento cada uno de los casos"

"He tenido una gran responsabilidad en la Iglesia Católica. Tanto más grande es mi dolor por los abusos y errores que se han producido durante el tiempo de mi mandato en los respectivos lugares. Cada caso de abuso sexual es terrible e irreparable. A las víctimas de abusos sexuales va mi más profunda simpatía y lamento cada uno de los casos".

Apuntando al encubrimiento en la Iglesia católica, el Papa emérito recuerda al momento en que los discípulos se quedaron dormidos en el Monte de los Olivos, cuando Cristo "experimentó la repugnacia y el miedo". "Ese momento es, por desgracia, una situación que también se repite hoy y por la que también me siento interpelado", concluye.

Benedicto
Benedicto

"No es cierto" que conociera los abusos

Junto a la carta de Ratzinger, el Vaticano adjunta un análisis llevado a cabo por varios colaboradores del Papa emérito, en el que se admite que sí estuvo presente en la famosa reunión de 15 de enero de 1980 en la que se habló del sacerdote X, pero se añade que “no es cierto” que el hoy Benedicto XVI conociera los abusos.

“Los documentos muestran que en la reunión en cuestión no se trató el hecho de que el sacerdote hubiera cometido abusos sexuales. Se trataba exclusivamente del alojamiento del joven Sacerdote X en Múnich, porque tenía que hacer terapia allí. Esta petición fue atendida. El motivo de la terapia no se mencionó durante la reunión”, aducen los defensores del Papa emérito.

Los amigos de Ratzinger también tilda de falsa la afirmación del informe de abusos que acusa al emérito de perjurio. “Benedicto XVI no mintió ni cometió perjurio a sabiendas: en la redacción de las memorias, Benedicto XVI contó con el apoyo de un grupo de colaboradores”, afirman sus colaboradores.

"En ninguno de los casos analizados por el informe pericial, Joseph Ratzinger tuvo conocimiento de los abusos sexuales cometidos o de las sospechas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes. El informe no aporta ninguna prueba de lo contrario"

Error de transcripción

“Este error de transcripción no puede ser imputado a Benedicto XVI como una declaración falsa consciente o "mentira", constatan sus colaboradores, que sostienen que “no habría tenido sentido que Benedicto negara deliberadamente su presencia en la reunión”.

Respecto al mal comportamiento del Papa emérito en otros tres casos, los colaboradores de Ratzinger también lo niegan, aduciendo que “en ninguno de los casos analizados por el informe pericial, Joseph Ratzinger tuvo conocimiento de los abusos sexuales cometidos o de las sospechas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes. El informe no aporta ninguna prueba de lo contrario”.

“El informe pericial no contiene ninguna prueba que apoye la acusación de mala conducta o de conspiración para cometer encubrimiento”,culmina el documento, que aclara que “como arzobispo, el cardenal Ratzinger no estuvo involucrado en ningún encubrimiento de actos de abuso”.

El obispo de Ratisbona junto a Benedicto XVI
El obispo de Ratisbona junto a Benedicto XVI

Traducción (no oficial) de la carta de Ratzinger

Carta del Papa emérito Benedicto XVI sobre el informe de abusos en la archidiócesis de Múnich y Freising

Ciudad del Vaticano, 6 de febrero de 2022

Queridas hermanas y hermanos

Tras la presentación del informe sobre los abusos en la archidiócesis de Múnich y Freising el 20 de enero de 2022, me gustaría dirigirles unas palabras personales a todos ustedes. Pues aunque he podido servir como Arzobispo de Múnich y Freising durante algo menos de cinco años, sigo sintiendo un profundo sentimiento de pertenencia a la Archidiócesis de Múnich como mi patria.

En primer lugar, me gustaría dar las gracias de corazón. En estos días de examen de conciencia y reflexión he experimentado tanto ánimo, tanta amistad y tantas muestras de confianza como no hubiera imaginado.

Me gustaría agradecer especialmente al pequeño grupo de amigos que redactó desinteresadamente mi escrito de 82 páginas para el bufete de abogados de Múnich, que no podría haber escrito solo. Además de responder a las preguntas que me planteó el bufete, también leyeron y analizaron casi 8.000 páginas de documentos en formato digital. Estos colaboradores también me ayudaron a estudiar y analizar el informe pericial de casi 2.000 páginas. El resultado se publicará después de mi carta.

En la gigantesca tarea de aquellos días -la redacción del documento de posición- se produjo un descuido en cuanto a mi asistencia a la reunión del Ordinariato del 15 de enero de 1980. Este error, que desgraciadamente se ha producido, no ha sido intencionado y espero que sea disculpable. Ya he dispuesto que el arzobispo Gänswein lo comunique en su declaración de prensa del 24 de enero de 2022. Esto no quita en absoluto el cuidado y la dedicación que era y es un imperativo evidente para esos amigos.

Me chocó profundamente que el descuido se utilizara para dudar de mi veracidad, e incluso para presentarme como un mentiroso. Me han conmovido aún más las numerosas expresiones de confianza, los cálidos testimonios y las conmovedoras cartas de aliento que he recibido de tantas personas. Estoy especialmente agradecido por la confianza, el apoyo y las oraciones que el Papa Francisco me ha expresado personalmente. Por último, quiero agradecer a la pequeña familia del Monasterio Mater Ecclesiae, cuya comunión de vida en los momentos felices y difíciles me da esa solidez interior que me sostiene.

Las palabras de agradecimiento deben ir seguidas de la confesión. Cada vez me llama más la atención que, día tras día, la Iglesia ponga al principio de la celebración de la Santa Misa -en la que el Señor nos da su palabra y a sí mismo- la confesión de nuestras culpas y la petición de perdón. Roguemos públicamente al Dios vivo que perdone nuestra culpa, nuestra gran y más grande falta. Está claro que la palabra "mayor" no se refiere de la misma manera a todos los días, a todos los días.

Pero todos los días me pregunta si no debería hablar también de la gran y grandísima culpa de hoy. Y me dice de forma reconfortante que por muy grande que sea mi culpa hoy, el Señor me perdona, si me dejo escudriñar sinceramente por Él y estoy realmente dispuesto a cambiar.

En todos mis encuentros, especialmente durante mis numerosos Viajes Apostólicos, con víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes, he mirado a los ojos las consecuencias de una culpa muy grande y he aprendido a comprender que nosotros mismos somos arrastrados a esta culpa tan grande cuando la descuidamos o cuando no la afrontamos con la decisión y la responsabilidad necesarias, como ha sucedido y sucede con demasiada frecuencia.

Como en aquellas reuniones, una vez más sólo puedo expresar a todas las víctimas de abusos sexuales mi profunda vergüenza, mi gran dolor y mi sincera petición de perdón. He tenido una gran responsabilidad en la Iglesia Católica. Tanto más grande es mi dolor por los abusos y errores que se han producido durante el tiempo de mi mandato en los respectivos lugares. Cada caso de abuso sexual es terrible e irreparable. A las víctimas de abusos sexuales va mi más profunda simpatía y lamento cada uno de los casos.

Comprendo cada vez más la repugnancia y el miedo que Cristo experimentó en el Monte de los Olivos cuando vio todo lo terrible que tendría que superar interiormente. El hecho de que los discípulos estuvieran dormidos en ese momento es, por desgracia, una situación que también se repite hoy y por la que también me siento interpelado. Así que sólo puedo rezar al Señor e implorar a todos los ángeles y santos y a vosotros, queridos hermanos y hermanas, que recéis al Señor, nuestro Dios, por mí.

Pronto me enfrentaré al juez definitivo de mi vida. Aunque pueda tener muchos motivos de temor y miedo cuando miro hacia atrás en mi larga vida, me siento, sin embargo, feliz, porque creo firmemente que el Señor no sólo es el juez justo, sino también el amigo y el hermano que ya ha sufrido él mismo mis defectos y es, por tanto, como juez, también mi abogado (Paráclito).

En vista de la hora del juicio, la gracia de ser cristiano se hace evidente para mí. Ser cristiano me da conocimiento y, más aún, amistad con el juez de mi vida y me permite atravesar con confianza la oscura puerta de la muerte. A este respecto, recuerdo constantemente lo que dice Juan al principio del Apocalipsis: ve al Hijo del Hombre en toda su grandeza y cae a sus pies como muerto. Pero le pone la mano derecha y le dice: "¡No temas! Soy yo...". (cf. Apocalipsis 1:12-17).

Queridos amigos, con estos sentimientos os bendigo a todos.

Benedicto XVI

Primero, Religión Digital
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