Exige la condonación de la deuda a los países pobres, que "son víctimas, no culpables" Francisco convoca el Jubileo 2025 clamando por la paz: "¿Es demasiado soñar que las armas callen y dejen de causar destrucción y muerte?"

El Papa entrega la Bula
El Papa entrega la Bula

El Jubileo arrancará el 24 de diciembre y culminará el 6 de enero de 2026. El Papa pide abrir una puerta santa en todas las diócesis, y propone hacerlo también en una cárcel

“¿Qué más les queda a estos pueblos que no hayan sufrido ya? ¿Cómo es posible que su grito desesperado de auxilio no impulse a los responsables de las Naciones a querer poner fin a los numerosos conflictos regionales, conscientes de las consecuencias que puedan derivarse a nivel mundial? ¿Es demasiado soñar que las armas callen y dejen de causar destrucción y muerte?”

Enfermos: “Cuidar de ellos es un himno a la dignidad humana, un canto de esperanza que requiere acciones concertadas por toda la sociedad”

“¡Que haya cercanía a los jóvenes, que son la alegría y la esperanza de la Iglesia y del mundo!”

Migrantes y refugiados: "Que se les garantice la seguridad, el acceso al trabajo y a la instrucción, instrumentos necesarios para su inserción en el nuevo contexto social"

“No lo olvidemos: los pobres, casi siempre, son víctimas, no culpables”

Francisco también muestra “vivo deseo” de que “haya una celebración ecuménica donde se ponga de manifiesto la riqueza del testimonio de los mártires” de las distintas confesiones cristianas

“La esperanza no defrauda”. Esta es la traducción de ‘Spes non confundit’, que toma su título de la carta de Pablo a los romanos, y que resume los objetivos que el Papa Francisco se ha marcado, y ha marcado, para la Iglesia del futuro, que surgirá del Jubileo 2025, cuya bula de convocatoria acaba de ser presentada.

Un año, que arrancará el 24 de diciembre con la apertura de la Puerta Santa en San Pedro, a la que seguirán ceremonias similares el 29 de diciembre (San Juan de Letrán), 1 de enero (Santa María la Mayor) y 5 de enero (San Pablo Extramuros). Estas tres últimas puertas santas se cerrarán el 28 de diciembre de 2025, mientras el Jubileo ordinario se clausurará con el cierre de la Puerta Santa de la Basílica papal de San Pedro en el Vaticano el 6 de enero de 2026. En todas las catedrales del mundo habrá sus aperturas solemnes, el 29 de diciembre, y el cierre también será el 28 de diciembre 2025.

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El protonotario lee la Bula del Jubileo
El protonotario lee la Bula del Jubileo

Con un objetivo claro: “Que la luz de la esperanza cristiana pueda llegar a todas las personas, como mensaje del amor de Dios que se dirige a todos. Y que la Iglesia sea testigo fiel de este anuncio en todas partes del mundo”. 

Esperanza, fe, caridad... y paciencia

“Que el Jubileo sea para todos ocasión de reavivar la esperanza” pide el Papa al comienzo de su escrito, en el que destaca que “la esperanza cristiana no engaña ni defrauda”. Una esperanza que “no cede ante las dificultades: porque se fundamenta en la fe y se nutre de la caridad”, desarrollando otra virtud: “la paciencia”.

“Estamos acostumbrados a quererlo todo y de inmediato, en un mundo donde la prisa se ha convertido en una constante. Ya no se tiene tiempo para encontrarse, y a menudo incluso en las familias se vuelve difícil reunirse y conversar con tranquilidad”, recalca Francisco, que apunta que “la paciencia ha sido relegada por la prisa, ocasionando un daño grave a las personas. De hecho, ocupan su lugar la intolerancia, el nerviosismo y a veces la violencia gratuita, que provocan insatisfacción y cerrazón”.  El “gran perdón” que recuerda al primer Jubileo de 1300, e incluso antes, con la peregrinación como elemento fundamental, porque “ponerse en camino es un gesto típico de quienes buscan el sentido de la vida”.

Bula del Jubileo
Bula del Jubileo

Signos de esperanza

En la bula, Francisco apunta algunos “signos de esperanza” que invita a descubrir “en los signos de los tiempos”, como señala el Vaticano II. Así, subraya el Papa, “es necesario poner atención a todo lo bueno que hay en el mundo para no caer en la tentación de considerarnos superados por el mal y la violencia”.

¿Cuáles son estos signos? En primer lugar, “paz para el mundo, que vuelve a encontrarse sumergido en la tragedia de la guerra”. Para Francisco, “la humanidad, desmemoriada de los dramas del pasado, está sometida a una prueba nueva y difícil cuando ve a muchas poblaciones oprimidas por la brutalidad de la violencia”.

“¿Qué más les queda a estos pueblos que no hayan sufrido ya? ¿Cómo es posible que su grito desesperado de auxilio no impulse a los responsables de las Naciones a querer poner fin a los numerosos conflictos regionales, conscientes de las consecuencias que puedan derivarse a nivel mundial? ¿Es demasiado soñar que las armas callen y dejen de causar destrucción y muerte?”, se pregunta, urgiendo a la “exigencia de paz” y reclamando “el compromiso de la diplomacia por construir con valentía y creatividad espacios de negociación orientados a una paz duradera”. 

Otro de los retos es la “pérdida del deseo de transmitir la vida”, fundamentada en “modelos sociales cuya agenda está dictada por la búsqueda de beneficios más que por el cuidado de las relaciones”, que confluye en una “preocupante disminución de la natalidad”.

“La comunidad cristiana no se puede quedar atrás en su apoyo a la necesidad de una alianza social para la esperanza, que sea inclusiva y no ideológica, y que trabaje por un porvenir que se caracterice por la sonrisa de muchos niños y niñas que vendrán a llenar las tantas cunas vacías que ya hay en numerosas partes del mundo”, recalca Bergoglio, quien añade que “necesitamos recuperar la alegría de vivir”, porque el ser humano “no puede conformarse con sobrevivir o subsistir mediocremente”.

Entrega de la Bula
Entrega de la Bula

Amnistía para los presos

Del mismo modo, Francisco invita a “ser signos tangibles de esperanza para tantos hermanos y hermanas que viven en condiciones de penuria”, especialmente en el caso de los presos. En este sentido, el Papa propone “a los gobiernos del mundo que en el Año del Jubileo se asuman iniciativas que devuelvan la esperanza; formas de amnistía o de condonación de la pena orientadas a ayudar a las personas para que recuperen la confianza en sí mismas y en la sociedad; itinerarios de reinserción en la comunidad a los que corresponda un compromiso concreto en la observancia de las leyes”, tal y como ha sucedido a lo largo de la historia de los jubileos, incluso antes de que existiera la Iglesia católica. “Para ofrecer a los presos un signo concreto de cercanía, deseo abrir yo mismo una Puerta Santa en una cárcel, a fin de que sea para ellos un símbolo que invita a mirar al futuro con esperanza y con un renovado compromiso de vida”, resume.

El Papa también piensa en los enfermos, y pide “que no falte una atención inclusiva hacia cuantos hallándose en condiciones de vida particularmente difíciles experimentan la propia debilidad, especialmente a los afectados por patologías o discapacidades que limitan notablemente la autonomía personal”. “Cuidar de ellos es un himno a la dignidad humana, un canto de esperanza que requiere acciones concertadas por toda la sociedad”.

La Bula
La Bula

Jóvenes, ancianos, migrantes, pobres...

Una mirada de esperanza para los jóvenes, que “con frecuencia ven que sus sueños se derrumban”. “No podemos decepcionarlos; en su entusiasmo se fundamenta el porvenir.”, saluda el Papa, quien advierte de los riesgos de la falta de esperanza, las drogas o la delincuencia. “¡Que haya cercanía a los jóvenes, que son la alegría y la esperanza de la Iglesia y del mundo!”. 

“No pueden faltar signos de esperanza hacia los migrantes, que abandonan su tierra en busca de una vida mejor para ellos y sus familias”, añade Francisco, que tiene una mirada especial a “los numerosos exiliados, desplazados y refugiados, a quienes los conflictivos sucesos internacionales obligan a huir para evitar guerras, violencia y discriminaciones” para que “se les garantice la seguridad, el acceso al trabajo y a la instrucción, instrumentos necesarios para su inserción en el nuevo contexto social”. 

Un signo de esperanza que “merecen los ancianos, que a menudo experimentan soledad y sentimientos de abandono”; los “millares de pobres, que carecen con frecuencia de lo necesario para vivir” y frente a los que “existe el riesgo de acostumbrarse y resignarse”. “No lo olvidemos: los pobres, casi siempre, son víctimas, no culpables”. 

Fondo mundial, de las armas a luchar contra el hambfre 

Junto a ello, el Papa ofrece una palabra acerca de “los bienes de la tierra”, denunciando “el flagelo escandaloso” del hambre, renovando su llamamiento para que “con el dinero que se usa en armas y otros gastos militares, constituyamos un Fondo mundial, para acabar de una vez con el hambre y para el desarrollo de los países más pobres”.

Al tiempo, invita a las naciones más ricas a que “reconozcan la gravedad de tantas decisiones tomadas y determinen condonar las deudas de los países que nunca podrán saldarlas”. “Antes que tratarse de magnanimidad es una cuestión de justicia”, subraya el Papa, recordando que “si verdaderamente queremos preparar en el mundo el camino de la paz, esforcémonos por remediar las causas que originan las injusticias, cancelemos las deudas injustas e insolutas y saciemos a los hambrientos”.

Entrega de la Bula
Entrega de la Bula

Nicea y la unidad de los cristianos

Otro de los elementos fundamentales de este Jubileo están en el ecumenismo, pues en 2025 se celebran los 1700 años del Concilio de Nicea. “El Año jubilar podrá ser una oportunidad significativa para dar concreción a esta forma sinodal, que la comunidad cristiana advierte hoy como expresión cada vez más necesaria para corresponder mejor a la urgencia de la evangelización: que todos los bautizados, cada uno con su propio carisma y ministerio, sean corresponsables, para que por la multiplicidad de signos de esperanza testimonien la presencia de Dios en el mundo”.

“Nicea también representa una invitación a todas las Iglesias y comunidades eclesiales a seguir avanzando en el camino hacia la unidad visible”, clama el Papa, quien vuelve a abrirse a la posibilidad de la celebración común de la Pascua. Francisco también muestra “vivo deseo” de que “haya una celebración ecuménica donde se ponga de manifiesto la riqueza del testimonio de los mártires” de las distintas confesiones cristianas. 

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