Acto académico en la Urbaniana con motivo de la proclamación como doctor de la Iglesia del teólogo, académico, filósofo, historiador, escritor y poeta Cardenal Tagle: "San John Henry Newman evidenció la importancia de un laicado activo y formado"
Publicamos la intervención del cardenal pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización leída en la apertura del acto académico promovido por la Pontificia Universidad Urbaniana con motivo de la proclamación de San John Henry Newman como Doctor de la Iglesia
El acto académico, titulado 'La vocación de un Doctor de la Iglesia. San John Henry Newman, del Colegio de Propaganda a la Iglesia universal', ha tenido lugar en el Auditorio Juan Pablo II de la Pontificia Universidad Urbaniana
El proprefecto considera que un aspecto esencial de Newman, como exalumno del Colegio de Propaganda y ahora Doctor de la Iglesia universal, es su papel de "Doctor de la misión"
En el marco del acto académico, el profesor Vincenzo Buonomo, delegado pontificio y rector magnífico de la Universidad, ha leído el quirógrafo con el que el Papa León XIV dispuso la proclamación de John Henry Newman, santo y ahora Doctor de la Iglesia, como patrón de la Pontificia Universidad Urbaniana
El proprefecto considera que un aspecto esencial de Newman, como exalumno del Colegio de Propaganda y ahora Doctor de la Iglesia universal, es su papel de "Doctor de la misión"
En el marco del acto académico, el profesor Vincenzo Buonomo, delegado pontificio y rector magnífico de la Universidad, ha leído el quirógrafo con el que el Papa León XIV dispuso la proclamación de John Henry Newman, santo y ahora Doctor de la Iglesia, como patrón de la Pontificia Universidad Urbaniana
| Luis Antonio Gokim Tagle*
(Agencia Fides).- Aún permanece vivo en todos nosotros el recuerdo de cuando, hace dos días, el papa León XIV declaró a san John Henry Newman Doctor de la Iglesia y, junto con santo Tomás de Aquino, co-patrón de la misión educativa de la Iglesia. Sentimos una alegría especial por esta declaración, ya que Newman fue alumno del Colegio de Propaganda, donde estudió teología entre 1846 y 1847 en preparación para su ordenación sacerdotal.
Mientras celebramos al nuevo Doctor de la Iglesia, quiero proponer que profundicemos nuestra reflexión sobre su figura como gran maestro para todos los que participan en la misión evangelizadora de la Iglesia. Considero que un aspecto esencial de Newman, como exalumno del Colegio de Propaganda y ahora Doctor de la Iglesia universal, es su papel de “Doctor de la misión”.
Quisiera destacar tres puntos sobre los cuales podemos reflexionar:
En primer lugar, cómo las personas llegan a la fe. Quienes se dedican a la misión y buscan invitar a otros a la alegría de la fe pueden beneficiarse profundamente de los ricos escritos de Newman sobre el acto de fe y sobre cómo las personas llegan a creer. Newman fue muy consciente de la crisis de fe que atravesaban Gran Bretaña y Europa en el siglo XIX, una crisis que lo afectó personalmente: su hermano menor, Francis Newman, fervoroso evangélico, había abandonado la fe cristiana y desarrollado su propia creencia unitaria.
San John Henry Newman rechazaba la idea superficial de que la fe sea un simple acto del intelecto o una elección racional basada en pruebas convincentes. En obras como “The Arians of the Fourth Century” (1833), los “University Sermons” (1843) y, sobre todo, en su obra madura “Grammar of Assent” (1870), exploró cómo el acto de fe depende más de las disposiciones personales y morales, la confianza, la humildad, la apertura, el deseo, que del mero razonamiento intelectual.
Sostenía que no se puede llevar a otros a la fe solo mediante argumentos sólidos, sino formando los corazones y ampliando la imaginación, ensanchando la capacidad de la mente y del corazón para acoger la revelación de Dios. Esta visión constituye tanto un método teológico como una orientación pastoral, que quienes evangelizan deben aprender, custodiar y poner en práctica.
En segundo lugar, quien está comprometido en la misión puede aprender de Newman a no temer el cambio y el desarrollo en la Iglesia. Newman comenzó su famoso “Essay on the Development of Doctrine” en 1844 para responder a la agitación interior que estaba enfrentando, ya que se sentía atraído por la Iglesia de Roma, pero le era familiar la acusación de que la Iglesia católica había abandonado la fe primitiva, la de la Iglesia de los orígenes, con numerosas adiciones a la pura fe transmitida por los Apóstoles.
Newman encontró luz en la idea de desarrollo: que un mensaje tan rico como el del anuncio cristiano requiere tiempo y generaciones para desplegarse y ser comprendido; además, el desarrollo ocurre gracias a un proceso incesante en el que los cristianos reciben, interpretan y hacen suyo el Evangelio en sus circunstancias culturales particulares y en las vicisitudes históricas en las que están inmersos. Uno de los criterios que Newman identifica para un desarrollo auténtico o verdadero de la fe es su “poder asimilador”, es decir, la capacidad del cristianismo de asumir elementos de nuevas culturas o contextos como modos de expresar el Evangelio, sin perder su propia identidad.
En otras palabras, para Newman la novedad y el cambio no son una traición a la identidad, sino que son más bien necesarios para que la identidad cristiana pueda ser acogida, comprendida y vivida por personas y en circunstancias diferentes y así ser preservada.
Newman, por tanto, nos anima a ser confiados y creativos en la inculturación de la fe.
Como tercer y último punto, invito a reflexionar sobre el hecho de que, en nuestro compromiso por edificar las Iglesias particulares, podemos enriquecernos con las intuiciones fundamentales de Newman sobre la importancia de los laicos y sobre el significado crucial de su educación y formación. Su ensayo de 1859 “On Consulting the Faithful in Matters of Doctrine”, en su época no fue acogido ni considerado, pero sus intuiciones fueron confirmadas por el Concilio Vaticano II, especialmente en el Decreto Apostolicam Actuositatem. Newman no negaba que en la Iglesia el munus docendi, que expresa la función doctrinal, pertenece a la jerarquía. Sin embargo, él insistía también en que los laicos no eran solo destinatarios pasivos de la Verdad, sino que eran sujetos activos en la transmisión y el testimonio de la verdad del Evangelio.
Causó bastante sorpresa cuando, para sostener esta visión, puso el ejemplo histórico de cómo, en el siglo IV, durante un breve período en el curso de la controversia arriana, muchos obispos y teólogos cayeron en la herejía de Arrio, mientras que la gran mayoría de los bautizados permaneció fiel a la verdad de la divinidad de Cristo.
De ahí la insistencia de Newman sobre la importancia de un laicado activo y formado, para que, usando su hermosa expresión, pueda haber una conspiratio, un respirar juntos de los pastores y de los fieles, para testimoniar unidos el Evangelio.
Estos son solo algunos ejemplos de los ámbitos que podrían profundizarse mientras celebramos al nuevo Doctor de la Iglesia, en particular en nuestra Universidad, que tiene un interés especial por la misión. Por eso, estamos llamados todos a sentirlo e invocarlo como “Doctor de la misión”.
(Agencia Fides 3/11/2025)
*Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización (Sección para la Primera Evangelización y las Nuevas Iglesias Particulares), Gran Canciller de la Pontificia Universidad Urbaniana
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