"Su espiritualidad se expresaba en la caridad" Semeraro: "Don De Palma, el pastor que conocía a sus ovejas, es beato"
El prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos presidió, este sábado 15 de noviembre, la Misa en la catedral de Bari, donde el sacerdote nació y ejerció su ministerio pastoral
Centrales en su figura, dijo el cardenal, son"la fraternidad sacerdotal y el cuidado de los fieles laicos: "Él no hablaba a alguien, sino con alguien"
| Daniele Piccini
Carmelo De Palma (1876-1961) ingresó a los diez años en el Seminario de Bari, su ciudad natal. El 17 de diciembre de 1898 fue ordenado sacerdote en Nápoles. El 17 de junio de 1900 fue nombrado capellán de la Basílica de San Nicolás en Bari. Allí celebraba Misa, escuchaba confesiones y animaba muchas realidades pastorales. Se dedicó a la Acción Católica y a la dirección espiritual de los fieles, en particular de sacerdotes y seminaristas.
Un pastor que conocía su rebaño
El cardenal Semeraro identificó dos ámbitos principales en los que la espiritualidad del beato De Palma se expresaba con particular esplendor: la “fraternidad sacerdotal” y el cuidado de los fieles laicos.
“Que nuestro beato haya vivido esta fraternidad sacramental —dijo el prefecto en la homilía— lo demuestran tanto los numerosos testimonios de sacerdotes ofrecidos en el Proceso para la Causa de beatificación y canonización, como la solicitud mostrada posteriormente por el presbiterio diocesano al promover y apoyar esta Causa.
"La coincidencia de hoy, en el calendario litúrgico, con la memoria de San Alberto Magno —añadió—, me permite recordar a este respecto al querido Don Alberto D’Urso (1938-2022), quien tanto se esforzó por este propósito. Lo recuerdo con emoción, considerando también su compromiso contra la usura”, al haber iniciado y presidido la Fundación Antiusura San Nicolás y Santísimos Médicos en Bari.
Guía "firme" hacia la santidad
En cuanto al segundo "ámbito" del ministerio pastoral de De Palma, el purpurado destacó, citando a León XIV, cómo muchos fieles "encontraron en él una guía espiritual para progresar en la respuesta personal a aquella ‘vocación que nos une a todos como bautizados, miembros vivos del único pueblo de Dios: es decir, la vocación a la santidad’".
El beato Carmine De Palma, añadió Semeraro, fue "para innumerables fieles ministro de reconciliación y de perdón", pero también "guía límpida y equilibrada" para aquellos que le pedían ayuda "en el discernimiento de la voluntad de Dios sobre su propia vida".Comunicar es "encontrar corazones"
Comunicar es "encontrar corazones"
Don Carmine era capaz de hacer esto, subrayó el prefecto, puesto que no comunicaba simplemente "a" alguien, como sucede en nuestra época de "supremacía de la web", sino siempre "con" alguien.
La razón por la cual esta cualidad comunicativa se ha ido perdiendo, la identificó, según Semeraro, el papa Francisco en la Carta encíclica Fratelli tutti, donde el Pontífice argentino notaba "con amargura" que:
"Nos hemos empachado de conexiones y hemos perdido el sabor de la fraternidad. Prisioneros de la virtualidad, hemos perdido el gusto y el sabor de la realidad".
Precisamente de esta manera, continuó el cardenal, "comunicó el beato De Palma, y quienes estaban en contacto con él no eran followers(seguidores). Él los encontraba; no les hablaba a ellos, sino que hablaba con ellos".
Este enfoque dio frutos, ya que gracias a él, concluyó Semeraro, nacieron testigos de la fe como el Siervo de Dios Giovanni Modugno (1880-1957), primero político y luego educador, de quien De Palma fue confesor y guía espiritual.
La espiritualidad auténtica que se convierte en caridad
Además, el nuevo beato "también vivió con los santos", como Aníbal María Di Francia, de quien era "amigo": ambos, ejemplos brillantes de caridad sencilla y cotidiana.
El cardenal ejemplificó esta cualidad citando un episodio narrado por el propio San Aníbal al director del Corriere delle Puglie. Los dos amigos se encontraron socorriendo a un "pobre afligido y miserable", objeto de la vejación de unos "muchachos":
"Al llegar nosotros dos —cuenta el fundador de los Rogacionistas, citado por el prefecto— nos acercamos para confortarlo, dándole también la ligera compensación de alguna moneda que el pobrecito aceptó con signos de reconocimiento".
Esta era la caridad del beato De Palma, la misma sobre la cual escribió, concluyó el cardenal Semeraro, Benedicto XVI al comentar el verso de un himno litúrgico que dice: Accendat ardor proximos ("Que el ardor encienda a los prójimos").
Al respecto, el Pontífice bávaro escribió:
“Que la verdad se convierta en caridad en mí, y que la caridad encienda también al otro como fuego”.
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