Entrevista a la prefecta del dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica Sor Simona Brambilla: "La conversión sinodal empieza por escuchar"

El Papa saluda a Brambilla, mientras Braz de Aviz se retira
El Papa saluda a Brambilla, mientras Braz de Aviz se retira Flama

Tras el Jubileo de la vida consagrada, sor Simona Brambilla relanza el llamamiento a «volver al corazón», para que la vida religiosa recupere su autenticidad y profecía

"No importan los números, sino la transparencia de Cristo", afirma la prefecta del Dicasterio vaticano: "Solo quien custodia la esperanza y acoge la pequeñez puede aún despertar al mundo"

"La vida consagrada posee una rica tradición de sinodalidad, inscrita en su propio ADN. Hoy es indispensable redescubrirla, dejándonos contagiar por el Evangelio y vacunarnos contra toda rigidez, prepotencia o abuso de la dignidad de cada criatura"

(Sir).- «Despertar al mundo» y «volver al corazón»: dos imágenes fuertes que León XIV entregó a los consagrados en el Jubileo de la vida consagrada y que hoy resuenan como un programa de vida. Para sor Simona Brambilla, prefecta del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, la vida consagrada está llamada a custodiar la esperanza, a cultivar la sinodalidad y a regenerar los carismas como fuentes de fraternidad.

Creemos. Crecemos. Contigo

¿Cuál es hoy el signo más elocuente que la vida consagrada puede ofrecer al mundo?

«Despertar al mundo»: es una expresión utilizada por el papa Francisco que el papa León ha retomado al comienzo de su discurso a los consagrados y consagradas. El verbo despertar remite a la actitud de quien ayuda a recuperar los sentidos: se trata de una expresión de cuidado, de quien se esfuerza para que los sentidos humanos, no solo los externos sino también los internos, puedan abrirse, reactivarse, liberarse de lo que puede apagarlos o entorpecerlos.

¿Qué significa, para los consagrados, «despertar y velar»?

El papa León, al concluir su discurso, también recordó otra expresión del papa Francisco: «escudriñad los horizontes de vuestra vida y del momento actual en velada vigilia». Aquí, al verbo despertar se le añade el verbo velar. Creo que estos dos verbos pueden ayudarnos a enfocar una dimensión importante de la vida consagrada: la receptividad al movimiento del Espíritu en uno mismo, en los demás, en la realidad, en la historia. Discernir, interceptar y seguir este movimiento, esta danza del Espíritu.

Sor Simona Brambilla
Sor Simona Brambilla

¿Cómo traducir todo esto en gestos concretos de presencia y cercanía?

Creo que una señal que la vida consagrada está llamada a ofrecer es la de una atención profunda: una escucha muy activa y humilde que sabe captar el susurro o el grito silencioso, lo dicho y lo no dicho; que sabe descifrar la nostalgia o la invocación dentro del grito, la confusión, el alboroto; que sabe captar los deseos más profundos que habitan en el corazón de la persona y ofrecer un espacio seguro para que todo esto pueda articularse y expresarse.

Es el signo de una presencia que acompaña con respeto y fidelidad, para que, como a los discípulos de Emaús, en el encuentro con el Señor el corazón pueda reavivarse y moverse hacia el Bien, hacia el Amor.

¿Cómo se custodian hoy las «raíces» de los carismas?

El Papa León, en la homilía de la misa del Jubileo de la vida consagrada, el 9 de octubre, nos entregó, entre otras, la imagen del árbol que difunde oxígeno por el mundo. Me parece importante que en la vida consagrada se creen espacios y caminos para cultivar tanto las raíces como los brotes del árbol. Espacios y caminos de memoria agradecida, de narración de la historia de cada instituto o sociedad de vida apostólica, de revisión de la experiencia del carisma, de las figuras que lo han encarnado de manera particularmente luminosa y fecunda, del flujo de santidad que recorre el cuerpo del instituto o sociedad, así como de los esfuerzos, las dificultades y las heridas que este cuerpo vivo ha experimentado y experimenta.

Todo esto puede ayudar a identificar y cuidar las raíces para que se hundan cada vez más en el terreno sano del carisma y, precisamente por eso, sean capaces de sostener el árbol hoy, permitiéndole nutrirse de savia siempre nueva y fresca, interactuar con el medio ambiente y dar vida a nuevos brotes que difundan el oxígeno que el mundo necesita hoy.

Simona Brambilla
Simona Brambilla

¿Y qué significa «volver al corazón» sin quedarse en el pasado?

Volver al corazón es volver al centro, al origen de la vida, al ADN espiritual, a la razón profunda por la que una familia de consagrados y consagradas está en el mundo. No significa volver atrás, sino sumergirse en la esencia, en la originalidad del carisma, para que la fuerza viva de este don del Espíritu nos impulse «hacia fuera», hoy.

¿Cómo conjugar la profecía con la fidelidad a Cristo?

La profecía no es más que transparencia: transparencia de Cristo. El profeta o la profetisa es alguien que está libre de lo que no es Amor, de lo que no viene de Dios. Al dejarnos purificar y atravesar por la luz de Cristo, desnudos y desarmados de todo deseo de grandeza o poder, podemos volvernos muy sensibles al grito de cada «último» y excluido, a la profunda conexión que une a todos los seres vivos en la misma casa común, a los lazos sagrados que nos unen como hermanos y hermanas en la humanidad.

¿Qué significa ser «expertos en sinodalidad»?

El papa León ha confiado a la vida consagrada de manera especial ese «diálogo doméstico» que puede renovar el cuerpo de Cristo en las relaciones, en los procesos, en los métodos.

Sor SImona Brambilla
Sor SImona Brambilla

Nos ha pedido que trabajemos para convertirnos, día a día, cada vez más en «expertos en sinodalidad». Se trata de un camino de transformación.

Como recordó el cardenal Grech, «la sinodalidad no se enseña, se contagia». Es una forma de ser Iglesia que se siente dentro, en el corazón y en el alma, y que se desborda en los gestos, en las palabras, en los pensamientos, en la forma de relacionarse con los demás y con la realidad.

¿Por dónde se empieza a vivir esta conversión sinodal?

Por escuchar. Por esa atención profunda de la que hablaba antes, con la conciencia de que el otro tiene mucho que revelarme y que el Espíritu puede hablar a través de cualquiera. La vida consagrada posee una rica tradición de sinodalidad, inscrita en su propio ADN. Hoy es indispensable redescubrirla, dejándonos contagiar por el Evangelio y vacunarnos contra toda rigidez, prepotencia o abuso de la dignidad de cada criatura.

Jubileo de la Vida Consagrada
Jubileo de la Vida Consagrada Vatican Media

¿Qué significa mirar al futuro con confianza?

El papa León, retomando las palabras del papa Francisco, nos ha animado a no basar nuestra esperanza en los números o en las obras, sino en Aquel en quien hemos depositado nuestra confianza y para quien «nada es imposible».

¿Cómo leer en clave evangélica la pequeñez y la disminución de las comunidades?

Creo que un reto actual y futuro es precisamente leer la pequeñez, la disminución, la fragilidad de manera sabia. A menudo se tiende a verlas como un signo negativo.

Pero Dios se hizo pequeño para estar con nosotros: muy pequeño, hasta encarnarse en el seno de una mujer, dejándose alimentar, criar y educar por ella.

«El Espíritu elige siempre lo pequeño», recordaba el papa Francisco, porque «no puede entrar en lo grande, en lo soberbio, en lo autosuficiente».

¿Puede la pequeñez convertirse en un camino de libertad para la vida consagrada?

Sí, la conversión del corazón a la pequeñez, leída como una bendición, puede liberar la vida consagrada de las lógicas mundanas, convirtiéndola en una presencia profética, similar a la de Simeón y Ana: capaces de reconocer con emoción —y de proponer hoy— la fuerza humilde y real del Amor de Dios que se manifiesta en signos pobres y frágiles, como un niño en los brazos de su madre, como un grano de trigo que muere para dar fruto, como un pan partido para la vida de todos.

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