Jesús va al grano

Cuando salió Judas del Cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en si mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros.» (Jn 13,31-33a.34-35).

Comentario
En el contexto de la Ultima Cena, una vez que Judas había abandonado la Cena, Jesús les deja a sus apóstoles dos mensajes bien claros, aunque probablemente, en su momento, no le entendieron con claridad visto el desarrollo posterior de los acontecimientos.

El primer mensaje se sitúa entre la temporalidad del “ahora” y “me queda poco de estar con vosotros” y el término dominante es “glorificar”. Y el Hijo del Hombre y Dios interaccionan con este verbo. ¿Cuál es el mensaje? Jesús les quiere dejar bien claro que la misión por la que “el Hijo de Dios”, el Hijo del Hombre, se ha hecho justamente hombre ha llegado. Judas ha abierto la puerta al misterio pascual: pasión, muerte y resurrección. Glorificar significa en el fondo: realizar la misión.

En el segundo mensaje, Jesús, en un momento de tanta trascendencia, no se anda por las ramas y va al grano. Ante la tentación de “intelectualizar” o “mistificar” excesivamente sus palabras, les deja bien claras dos cosas: cómo tenemos que amarnos y cuál tiene que ser nuestra identidad. Él se convierte en el modelo y paradigma del amor, esa es la novedad: amar hasta dar la vida por el otro. Y ese amor se convertirá en sello que nos identifica ante el mundo. Esto es lo esencial. Todo lo demás son añadiduras, que con frecuencia ocultan ese amor.

También, nosotros, estamos en nuestra “ahora” de la misión. Estamos llamados a continuar, desde el Amor, la misión de Jesús. Prolongarla en el tiempo y el espacio es nuestro camino cristiano. ¿Cuál es mi misión concreta y real? ¿Cómo en mi contexto puedo vivir ese Amor de Jesús?


Anotación histórico-arqueológica

Este evangelio se sitúa en el Cenáculo, en Jerusalén. El Cenáculo es una sala pequeña de dos pisos situado en un gran complejo de edificios en la llamada colina de Sión. El piso superior, construido por los franciscanos en el siglo XIV para recordar la Última Cena, es identificado también como "la sala superior" donde el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles en Pentecostés (Hechos 2:2-3). Debajo del nivel del piso actual hay cimientos cruzados, bizantinos y romanos. Esta parte del monte formaba parte de la Madre Iglesia de la Santa Sión (que aparece en el mosaico del siglo VI, el Mapa de Madaba). Esta basílica fue destruida por los persas el año 614. El Monasterio cruzado e Iglesia de Santa María del siglo XII fue construido sobre los cimientos de esa iglesia anterior, pero también fue destruido en 1219 por el sultán ayubita Al-Muazzam. El mihrab fue agregado en 1523, cuando los franciscanos fueron expulsados del edificio y el recinto fue convertido en mezquita.

Los evangelistas no aportan datos que permitan identificar este lugar, pero la tradición lo sitúa en el extremo suroccidental de Jerusalén, sobre una colina que empezó a llamarse Sión solo en época cristiana. Originalmente, este nombre se había aplicado a la fortaleza jebusea que conquistó David; después, al monte del Templo, donde se custodiaba el Arca de la Alianza.
Recibimos testimonio de esta tradición a través de san Epifanio de Salamina, que vivió a finales del siglo IV y que fue monje en Palestina. Este testimonio coincide con otros del siglo IV: el transmitido por Eusebio de Cesarea; san Cirilo de Jerusalén, que se refiere a la iglesia superior donde se recordaba la venida del Espíritu Santo; y la peregrina Egeria, que describe una liturgia celebrada allí en memoria de las apariciones del Señor resucitado.

Cuando los cruzados llegaron a Tierra Santa, en el siglo XII, reconstruyeron la basílica y la llamaron Santa María del Monte Sión. En la nave sur de la iglesia estaba el Cenáculo, que seguía teniendo dos pisos, cada uno dividido en dos capillas: en el superior, las dedicadas a la institución de la Eucaristía y la venida del Espíritu Santo; y en el inferior, las del lavatorio de los pies y las apariciones de Jesús resucitado.. Reconquistada la Ciudad Santa por Saladino en 1187, la basílica no sufrió daños, e incluso se permitieron las peregrinaciones y el culto. Sin embargo, esta situación no duró mucho: en 1244, la iglesia fue definitivamente destruida y solo se salvó el Cenáculo, cuyos restos han llegado hasta nosotros.
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