"No somos una generación perdida"
Se definen como “hijos de la bonanza”, de una sociedad mercantilizada donde la democracia se ha ido diluyendo en el individualismo, y reconocen que “en algún momento de este proceso dejamos de pensar qué modelo de sociedad queríamos porque no lo creíamos necesario y el totalitarismo de la indiferencia empezó a instalarse en nuestras vidas”. Aseguran, sin embargo, que “nos han quitado la venda de los ojos” y ahora constatan el déficit democrático, el desprestigio de las instituciones políticas, la polarización ideológica que dificulta el diálogo, los riesgos del absolutismo de la técnica y una creciente superficialidad que invade todos los ámbitos de la vida.
Frente a ello denuncian el desmantelamiento del Estado del Bienestar, que está provocando un aumento de las desigualdades sociales y advierten que la crisis “al igual que ha producido una ola de solidaridad, está alentando la aparición de un nuevo fascismo social” que puede ser una amenaza a la convivencia y a la democracia.
A pesar del desconcierto que provoca encontrarse en medio de un cambio de época, enfrentándose a la “imposibilidad de lograr muchos de los proyectos personales y comunitarios con que nos habían enseñado a soñar”, este grupo de jóvenes se niega a formar parte de una generación perdida.
Por ello, este manifiesto quiere ser una llamada a la esperanza, en el que se comprometen e invitan a recuperar la fraternidad y trabajar por lo común, combatir el individualismo y la indiferencia, y cuidar a la persona en su integridad.
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