La Biblia del vino (1). Israel (AT). Una viña, una vid, cuatro copas de pascua (dom 5 Pascua, Jn 15)

     Publiqué hace algún tiempo un libro titulado “Fiesta del pan, fiesta del vino. Mesa común y eucaristía” (VD, Estella 2000), que sigue siendo reeditado Quiero preparar, Dios mediante, dos libros menores, uno sobre el vino (Biblia y vino) y otro sobre el pan (Biblia y pan).

   Con ocasión del evangelio de mañana (Dom 5 pascua,  28.4.24) he preparado don síntesis sobre el tema del vino, una en el AT (hoy: 27.4.24) y otra en el NT ( para mañana, partiendo de Jn 15, 1-8).

   No es un estudio de “interpretación”, sino de recolección de textos. Quizá algún lector pueda utilizarlo para reflexionar sobre el tema.

Libro PARA CELEBRAR FIESTA DEL PAN FIES., Pikaza X., ISBN 9788481693614 ...

Texto: Dom 5 Pascua 24,  Juan 15,1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos."

VISIÓN GENERAL (GRAN DICCIONARIO DE LA BIBLIA1363-1366)

Gran Diccionario De La Biblia de Xabier Pikaza Ibarrondo 978-84-9073-163-5

El vino constituye con el pan y (y el aceite) el signo básico de la sacralidad y abundancia de la tierra prometida, apareciendo como uno de los elementos fundamentales de las → ofrendas del templo. Tiene un carácter ambiguo: está vinculado al riesgo de embriaguez, pero se utiliza, de un modo especial, en las fiestas y ofrendas del templo.

El vino se menciona frecuentemente en las listas de ofrendas que se presentaban a las divinidades en los sepulcros o en los templos del oriente y aparece en los cultos de → Baal. En Ras Shamra ciertos ritos litúrgicos daban ocasión para beber vino con (ofrecido a) los dioses. Los cultos de Dionisos, Attis o Mitra utilizarán el vino en los banquetes sagrados, lo mismo que hará después el orfismo. La famosa «confesión de fe» de Sal 16, 3-4 está vinculada al rechazo de las libaciones paganas: «No ofreceré sus libaciones con mis manos, ni mis labios pronunciarán sus nombres» (el nombre de los dioses a quienes se consagra el vino).

(1) Nombres.Se dice en hebreo de varias formas. (a) Yayin: bebida producida por fermentación de uva. Esta es una palabra que está relacionada con el oinos griego (el vinum latino y vino castellano). Proviene de la vid (originaria del sur del Caúcaso) y su elaboración aparece atestiguada, tanto en Mesopotamia como en Egipto hacia el 3.000 a. C., extendiéndose a través de los fenicios por todo el Mediterráneo. Al asentarse en Palestina, los israelitas consideraron vid y vino como bienes propios de esa tierra. (b) Tirós parece referirse a mosto (zumo de uva sin fermentar), aunque en los textos tardíos recibe el mismo sentido que yayin, refiriéndose al vino propiamente dicho (c) Sakar tiene un sentido más amplio que el anterior y puede traducirse por sidra (de la misma raíz que Sakar: sikera) y cerveza. Se produce de la uva, pero también, y sobretodo de cereales (cebada), frutas (dátiles, granadas y manzanas etc.).

En ese sentido evoca varios tipos de zumos y bebidas fermentadas. Cuando, más tarde, el cristianismo sólo acepte como bebida cultual el vino fermentado de uva (y no el mosto o zumo de frutas) estará interpretando la tradición bíblica de una forma restrictiva. Dentro del campo semántico y simbólico del vino caben en la Biblia bebidas diversas, entre las cuales (por analogía) podrían incluirse cervezas, sidras y zumos, propios de varias culturas del mundo. Volviendo a la tradición del Antiguo Testamento, la entrada y posesión de la → tierra por los israelitas está vinculada a la fiesta del vino, como muestra el relato de los → racimos de uva de los exploradores de la tierra de Canaán (Num 10, 20-26). Lógicamente, los israelitas solían beber vino en fechas importantes: cuando se declaraba la mayoría de edad del niño, en las bodas y fiestas, lo mismos que en los contratos y ceremonias sociales.

(2) Riesgo de embriaguez (→ nazareos, recabitas). La Biblia no ha creado ni acogido un mito del vino, equivalente al de Dionisio, Dios de la embriaguez y el sexo en Grecia. En ese sentido, ella ha sido más racionalistas que muchos griegos. En el principio (paraíso de Gen 1-3) no hay vid ni  vino, sino árboles frutales y animales… La vid y el vino aparecen después del diluvio, con Noé.

 Los israelitas celebran al vino, pero no lo ensalzan ni adoran como expresión de lo divino. A pesar de eso, ellos han trasmitido algunos relatos etiológicos, de tipo irónico, moralizante o crítico, que pueden situarse en el entorno de las fiestas del vino y que pueden orientarnos en la línea de la embriaguez y del riesgo del vino.

(a) comienzo del vino. Vino como riesgo, desnudez

«Noé fue labrador, plantó una viña, bebió vino, se embriagó, y quedó desnudo en medio de su tienda. Vio Cam, padre de Canaán, la desnudez de su padre, y avisó a sus dos hermanos. Entonces Sem y Jafet tomaron el manto... y andando hacia atrás, vueltas las caras, cubrieron la desnudez de su padre sin verla. Cuando despertó de su embriaguez... Noé dijo: ¡Maldito Canaán! ¡Bendito sea Yahvé, el Dios de Sem! ¡Dilate Dios a Jafet!» (Gn 9, 20-27).

 Al comienzo de la nueva historia, dispersos por el mundo, después del diluvio, los Noe y los nuevos habitantes de la tierra empiezan cultivando viñas y produciendo vino, una bebida que define de forma poderosa y ambigua su comportamiento. Antes no era necesario el vino. Ahora parece serlo, para mantener la vida humana, en gozo y fiesta, sobre la dura superficie de la tierra. Esta es la primera fiesta del vino anima al hombre (siendo así bendición), pero puede desnudarle, convirtiéndose en maldición: derrumba al padre (inconsciente) sobre el suelo, de manera que sus hijos pueden deshonrarle (Cam) o cubrirle con respeto y cuidado (Sem y Jafet). Así quedan prefigurados los caminos de la historia, el futuro de los pueblos: Cam simboliza a los cananeos y sureños, Sem a los semitas del oriente, Jafet a los pueblos del norte y oeste de Palestina.

(b) Hijas de Lot, vino como inconsciencia y engaño. La ambigüedad del vino se acentúa en el relato de las hijas de Lot, que ha vinculado sexo y vino. Hay buen vino de amor, como sabe el Cantar de los Cantares (cf. 2, 4.15; 4, 10; 5, 1; 6, 11; 7, 8-13; 8, 2). Pero hay también vino de embriaguez y engaño: «Subió Lot desde Soar y se quedó a vivir en el monte... Él y sus dos hijas se instalaron en una cueva. La mayor dijo a la pequeña: Nuestro padre es viejo y no hay ningún hombre en el país que se una a nosotras, como se hace en todo el mundo. Ven, vamos a darle vino a nuestro padre, nos acostaremos con él y así engendraremos descendencia. Dieron vino a su padre aquella misma noche, y entró la mayor y se acostó con su padre, sin que él se enterase de cuándo ella se acostó ni cuándo se levantó... También la noche siguiente le dieron vino y la pequeña se acostó con él, sin que él supiera cuándo se acostó o se levantó. Las hijas de Lot concibieron de su padre. La mayor dio a luz un hijo, y le llamó Moab, padre de los actuales moabitas. La pequeña dio a luz un hijo, ye le llamó Ben Ammí: es el padre de los actuales ammonitas» (Gen 19, 30.38). También éste es un relato etiológico y burlesco (basado en la etimología popular de Moab y Ben-Ammi: del padre, hijo de mi pueblo), creado para descalificar a los vecinos de Israel, tan cercanos y enemigos. Es un relato mentiroso, pero sirve para evocar los riesgos del vino que, en manos de personas solitarias y ansiosas, puede crear la desmesura. Nadie es culpable y todos lo son: las muchachas no son responsables de su abandono, ni el padre fugitivo es responsable de su borrachera; todos (tanto Lot como sus hijas) acaban cayendo en las redes de su impotencia. Este es el gran riesgo del vino.

© Embriaguez aparente. Fiesta sin vino (1 Sam 1, 9-17). Este relato recoge tradiciones antiguas, pero las reelabora en perspectiva profética, quizá deuteronomista. El piadoso Elcana sube cada año a celebrar la fiesta de Yahvé, en el mismo santuario de → Silo (famoso por sus fiestas del vino), con sus dos mujeres. Una de ellas, → Ana, parece estéril:

 «Un año, después de haber comido y bebido, se levantó Ana y se puso ante Yahvé. Estaba llena de amargura y oró a Yahvé llorando sin consuelo... Como prolongase su oración ante Yahvé, Elí (sacerdote) observaba sus labios. Ana oraba para sí: se movían sus labios, pero no se oía su voz, y Elí creyó que estaba ebria, y le dijo: ¿Hasta cuándo va a durar tu embriaguez? ¡Echa el vino que llevas! Pero Ana le respondió: No, señor; soy una mujer acongojada; no he bebido vino ni cosa embriagante, sino que desahogo mi alma ante Yahvé... Elí le respondió: Vete en paz y que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido» (1 Sam 1, 9-17 LXX).

 El relato nos sitúa en un contexto de fiesta de vino. Terminada la recolección, vendimiada la viña y pisadas las uvas, el buen israelita sube al templo, para ofrecer ante Dios los dones de la tierra, con sacrificios de animales. Evidentemente bebe y se alegra: es tiempo de fiesta. Pues bien, paradójicamente, en medio del gozo, una mujer eleva ante Dios su tristeza. La fiesta es alegría y fecundidad. Pero ella está sufriendo por estéril. La celebración del vino se vuelve tristeza si falta familia (el amor de los hijos). De manera significativa, (como harán los habitantes de Jerusalén, criticando a los cristianos, en una fiesta semejante de Pentecostés: Hech 2), el sacerdote piensa que ella está borracha, que el vino ha trastornado su cabeza, convirtiendo la fiesta del gozo en embriaguez y orgía. Ella responde: no ha bebido, es estéril, no puede gozar en la fiesta israelita del vino.

(4) Fiesta del vino. Jubileos. Los israelitas celebraban una fiesta del vino, vinculada a los → Tabernáculos; pero los textos actuales de la Biblia parecen haberla silenciado, quizá para evitar malos entendidos dionisíacos (de embriaguez). Por eso, los grandes catálogos legales (Ex 23, 14-19; 34, 18-23; Dt 16, 1-16; Lev 23) no han transmitido o legislado nada sobre ella. Por otra parte, el relato donde podía haberse trasmitido el origen de la fiesta del vino (Gen 9, 20-27) está dedicado en la Biblia actual a la embriaguez de Noé y al comportamiento de sus hijos. Pero lo que no ha conservado la Biblia oficial o canónica, lo han conservado algunos apócrifos, como el libro de los Jubileos, que tenía un gran influjo en tiempos de Jesús y que cuenta la instauración de la fiesta del vino:

«En el séptimo septenario de este jubileo, en su primer año, plantó Noé una viña en el monte donde se había posado el arca... Dio fruto al cuarto año, la vendimió ese año, en el mes séptimo guardó su fruto. Hizo así mosto, lo puso en una vasija y lo conservó hasta el quinto año, hasta el primer día del primer mes. Celebró ese día la Fiesta con regocijo e hizo un holocausto al Señor... Colocó toda la grasa en el altar en el que ofrecía el holocausto al Señor y añadió la carne de la ternera, el carnero y las ovejas. Puso encima masa (de harina) con aceite, luego derramó vino en el fuego que había encendido sobre el altar y echó incienso encima, levantando un buen aroma agradable al Señor, su Dios. Se regocijó y bebió de este vino él y sus hijos con gozo» (Jub 7, 1-6).

  Suele decirse Jub 7 ha recreado la historia truncada de Gn 9, 20-27, aunque es más probable que el camino haya sido el inverso: Gen 9 ha desacralizado un relato anterior, de tipo sacral, donde se contaba el descubrimiento y primer uso religioso del vino. Eso significa que Jub 7 habría conservado la tradición más antigua en la que Noe aparece como figura paradigmática: patriarca de nueva humanidad, iniciador de las fiestas de Israel, una de las cuales estaba dedicada a la elaboración y bebida del vino nuevo. Aquí se dice que Noé ha elaborado el vino para Dios y así lo derrama cuidadosamente sobre el altar donde, con la grasa de los animales sacrificados y la masa de harina amasada en aceite, se iba consumiendo la carne de los sacrificios.

La libación de vino va unida al incienso aromático y el humo de la combustión se eleva hacia la altura, siendo recibido por Dios. Sólo después de haber sacralizado las primicias del vino, Noé y sus hijos consumen regocijados el resto, en fiesta de gozo. Por eso, toman ritualmente la bebida que el mismo Dios ha recibido y sacralizado, inaugurando el tiempo del vino, que se repite y actualiza cada año, el primer día del mes primero.

(5) Fiesta del vino en Qumrán

.Los esenios (especialmente del grupo de Qumrán) han dado gran importancia al vino, tanto en sus comidas rituales como en su esperanza escatológica. Por eso, es normal que hayan estado muy influidos por la versión de Jubileos, donde se conservan algunas tradiciones antiguas sobre la fiesta del vino como anticipación y anuncio de la plenitud y cumplimiento de los tiempos. En ese fondo se sitúa un texto famoso del Rollo del Templo de Qumrán, que recoge leyes antiguas, contenidas en la Biblia, y otras que quizá han sido expulsadas de la literatura bíblica. Una de ellas evoca la fiesta del vino, que es culminación de todas las fiestas del año:

«Contaréis siete sábados completos desde el día en que traéis la gavilla... y traeréis una nueva ofrenda a Yahvé desde vuestros poblados: pan nuevo de flor de harina fermentado, primicias para Yahvé, pan de trigo, doce tortas; cada torta de dos décimos de flor de harina (11QT 18, 11-15)... Es la fiesta de las semanas y la fiesta de las primicias para recuerdo eterno... Traeréis vino nuevo para la libación: cuatro hin por todas las tribus de Israel, un tercio de hin por cada tribu. Ese día, todos los jefes de Israel ofrecerán a Yahvé doce carneros con el vino (11QT 19, 9-16) de la libación y ofrecerán... el holocausto... y su grasa la quemarán sobre el altar... Quemarán todo sobre el altar, con sus ofrendas y libaciones. Es un sacrificio de fuego de aroma que aplaca a Yahvé. Ofrecerán toda ofrenda con una libación, según lo prescrito...» (11QT 20, 1-10).

 Hay ciertas dificultades a la hora de identificar esta fiesta del pan nuevo y vino nuevo con la fiesta del vino nuevo de Jub 7. Da la impresión de que Jubileos la coloca en contexto de Tabernáculos (al comienzo otoñal del año). Por el contrario, el Rollo del Templo de Qumrán parece situarnos en contexto de Pentecostés (siete semanas tras la pascua y las primicias). Pero ignoramos los matices de los diversos calendarios de aquel tiempo y la forma de relacionar las diversas celebraciones pentecostales (ciclos de siete semanas). Por eso, dejamos el tema abierto, suponiendo que ambas fiestas del vino (y pan) nuevo coinciden de algún modo. La novedad del último texto (Rollo del Templo) está en su forma de vincular ambas fiestas, poniéndolas en el centro del calendario y las de celebraciones litúrgicas de Israel. Es evidente que los sacrificios de animales siguen siendo importantes, pero ahora empiezan a estar al servicio de las dos fiestas básicas: del pan y del vino. Este cambio resulta comprensible: muchos grupos separados, que solemos conocer como esenios, han dejado el calendario y culto oficial del templo de Jerusalén. Por eso no pueden celebrar los sacrificios animales (reservados para el templo). Pero pueden y quieren acentuar otros ritos y gestos, vinculados al pan y al vino. Muchos judíos del III a. C. al II d. C. han descubierto y resaltado el carácter sacral del pan y el vino. Entre ellos podrá estar Jesús.

(6) Misná. Vino consagrado

.La Biblia recuerda en un lugar clave de la historia religiosa de Israel que Melquisedec, sacerdote pagano de Salem, Jerusalén, presentó a su Dios una ofrenda de pan y vino (Gn 14, 18). Eso significa que el santuario de Jerusalén había sido Casa del pan y el vino, ya en tiempos paganos. Lógicamente lo ha seguido siendo cuando se ha implantado allí el Yahvismo, como saben las leyes rituales, que regulan el uso (libaciones) de vino en los sacrificios (cf. Lev 23, 13; Num 15, 5-10). En el templo de Jerusalén se conservaba el vino de las ofrendas y libaciones, como recuerda una tradición de la Misná: «¿De donde se traía el vino? Kerutim y Hatulim tenían el mejor vino. El segundo en calidad procedía de Bet Rimmá y Bet Labán, en la montaña, y de Kefar Signa en la llanura [zonas de Judea]. No se lo metía en grandes tinajas, sino en pequeñas cubetas. Las cubetas no se llenaban hasta los bordes, a fin de que la fragancia se expandiera. No se tomaba el vino de la parte alta a causa de la espuma, ni tampoco del hondo a causa de las heces, sino que se tomaba del tercio (de la cubeta) o del medio...» (M. Men 8, 6-7). Había buen vino en el templo, para libaciones de Dios y consumo de los sacerdotes. En su conjunto, los israelitas (al menos los sacerdotes antiguos) celebraban el recuerdo y presencia de Dios con pan y vino, en la tierra prometida. Ciertamente, no todos compartían esta visión, pues había recabitas, nazireos y bautistas o penitentes, más empeñados en el agua de las purificaciones que en el vino de las bodas.

                         (cf. A. Aparicio, Tú eres mi bien. Análisis exegético y teológico del Salmo 16, Claretianas, Madrid; R. Penna, «Il vino e le sue metafore nella grecità classica, nell’Israele antico e nel Nuovo testamento», en AAVV, La Bíblia i el Mediterrani I, Montserrat, Barcelona 1997, 41-74; J. C. Reeves, «The Feast of the First Fruits of Wine and the Ancient Canaanite Calendar», NovTest 42 (1992) 350-361; D. Ruiz, «El vino en el antiguo oriente bíblico», La Bíblia i el Mediterrani I, Montserrat, Barcelona 1997, 373-389).

TEXTOS BÁSICOS

Extraños en la tierra: recabitas y nazareos, abstemios de pan y vino.

El recuerdo de la estepa, vinculado a los patriarcas, pastores trans-humantes, ha pervivido en Israel hasta tiempos tardíos, como indica la historia de los recabitas, que seguían nómadas cuando los  babilonios sitiaban Jerusalén (hacia el 598 a. C.). Son sin duda yahvistas (fieles a Yahvé), pero no han dado el paso a la vida sedentaria. No parecen vinculados a la salida de Egipto, ni a los relatos de conquista de la tierra. Son israelitas, están vinculados al templo de Jerusalén, pero no podrían aceptar como propios los ritos del pan y del vino, ni celebrar la eucaristía:

[Recabitas]  Palabra dirigida a Jeremías...: Ve a la casa de los recabitas y háblales. Llévales a una de las cámaras de la Casa de Yahvé y ofréceles vino.  Tomé, pues, a Yazanías, hijo de Jeremías...  y a toda la familia de los recabitas, y les llevé a la Casa de Yahvé... y presentándoles unos jarros llenos de vino y unas tazas, les dije:

[Vino] – ¡Bebed vino! Ellos respondieron: No bebemos...  porque nuestro padre Yonadab nos mandó:

  • [Ley nómada] No beberéis vino ni vosotros ni vuestros hijos nunca jamás,– ni edificaréis casa, – ni sembraréis
  • semilla, ni plantaréis viñedo, ni poseeréis nada, sino que en tiendas pasaréis toda vuestra vida,  para que viváis muchos días sobre la faz del suelo, donde sois forasteros.
  • [Obediencia]Nosotros hemos obedecido...   – absteniéndonos de vino por vida, nosotros, nuestras mujeres, nuestros hijos e hijas,  – y no edificando casas donde morar,– ni poseyendo viña ni campo de sementera...  (Jer 35, 2-10)

Estos israelitas sin pan ni vino, habitantes de estepa, nómadas de tiendas (sin casa ni cosecha), son para Jeremías ejemplo de fidelidad al Dios de la tradición, Señor de los pastores trans-humantes, como seguirá diciendo el relato. Se han refugiado en Jerusalén porque creen en Yahvé (Jer 35, 11; cf. 2, Rey 10, 15 ss), según tradiciones de su pueblo.  No rechazan fanáticamente el pan y el vino (que se guarda en las cámaras del templo, para las libaciones sagradas), pero nos lo comparten. Su culto religioso va unido a los productos de la estepa, al sacrificio de los animales, posiblemente a la  carne y a la leche de ovejas y cabras. Evidentemente, el vino que rechazaban está consagrado a Yahvé, es vino de santas libaciones. Al  menos por entonces, sacerdotes y fieles podían beberlo, en gesto de participación cúltica, de gozo ante Dios.

 Recabitas, nazireos y Jesús: 

Los recabitas eran discípulos/hijos de Jonadab, opuesto al rey  Ajab de Samaría (cf. 2 Re 10,15.23ss) y vinculaban a Yahvé con la vida nómada: por eso iban en contra del cultivo y sacralización de los productos elaborados de la tierra. Conservaban así antiguas tradiciones y, posiblemente, concebían la vida como peregrinación. El asentamiento en la tierra del pan y el vino les parecía vinculado a los cultos de Baal y su Ashera (su Esposa), dioses paganos del entorno.

Los nazireos mantuvieron hasta tiempos del Nuevo Testamento una actitud en parte semejante. Eran "consagrados de Yahvé" (Num 6.2.7b.12.13), abstemios de vino. Dejan el pelo largo y se entregan a la causa de Yahvé, como soldados de la guerra santa. La abstención del vino tiene quizá para ellos un sentido mesiánico: no ha llegado la hora del Mesías, que ofrecerá a los suyos el "vino nuevo" del Reino (cf. Jn 2). Son precursores, como Juan Bautista (cf. Lc 1,15).

Jesús no es recabita ni nazireo, sino profeta mesiánico, mensajero del Reino (cf. Mc 1, 14-15  par) y así habla de bodas, de ropa de gozo y de vino (cf. Mc 2, 14-23). A pesar de eso, es muy posible que haya tenido algún rasgo de nazir, como indica su nombre: es Nazareo o Nazareno, hombre de Dios, y así lo confirma el voto de abstinencia en la Última Cena: “no beberá más del fruto de la vid...  " (Mc 14, 25 par).

Los siete alimentos de la tierra.

Sin abandonar ese nivel simbólico (tierra de leche y miel) podemos evocar una visión más realista, aunque también emocionada, de la tierra y sus frutos. Recordemos que BH (nuestro Antiguo Testamento) es en gran parte un libro de comidas:

  • [Don divino]  Yahvé, tu Dios, te introduce en una tierra buena, tierra en que corren las aguas, manantiales y fuentes que brotan en el valle y la montaña;
  • [Siete comidas]  tierra del trigo y la cebada, de la viña, la higuera y el granado, tierra de olivares y  miel (de dátiles),
  • [Abundancia]     tierra donde no comerás en la pobreza, no carecerás de pan en ella, tierra donde las piedras son hierro y las montañas bronce... (Dt. 8, 7-10).

  Esta es la tierra  “donde no tendrás que regar como en Egipto”, porque el mismo Dios “la mira y riega”, poniendo sus ojos en ella (=haciendo que llueva), desde que empieza al año hasta que el año acaba, de manera que produzca el trigo, vino y aceite de la vida humana, junto a la yerba necesaria para que los ganados (cf. Dt. 11, 10-16).  En este contexto ha evocado el pasaje anterior las siete comidas tradicionales, dones fundantes de la tierra (trigo, cebada, viña, higuera, granado, aceite y miel).

A partir de este pasaje ha elaborado el judaísmo su doctrina de las siete especies o frutos de la tierra prometida (cf. M.Bik 1, 1.10), precisando que la miel es de dátiles (más que de abejas), de forma que la división queda más lógica (los siete productos son ya vegetales, sin la miel de procedencia animal) y la referencia a la pureza alimenticia resulta más clara, pues, como veremos al tratar de Juan el Bautista, la miel de abejas ofrece en este campo dificultades especiales (puede contener alas o restos de animal muerto). De todas formas, la tradición judía (cf. libro de José y Asenet) y la cristiana (muchos manuscritos de Lc 24, 42) aluden a la miel como comida limpia, vinculada a los rituales de iniciación y pascua. Entre los dones de la tierra destacan tres centrales, que son símbolo de la agri-cultura mediterránea (trigo, vino, aceite).

Tierra de Israel: Una viña, un racimo, una vid…. un paraíso. Tierra que mana leche y miel, tierra de viñas. El gran racimo como signo de la tierra de Israel

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17 Moisés envió a los hombres a explorar la tierra y les dio las siguientes instrucciones: «Vayan al norte a través del Negue v hasta la zona  montañosa. 18 Fíjense cómo es la tierra y averigüen si sus habitantes son fuertes o débiles, pocos o muchos. 19 Observen cómo es la tierra en que habitan. ¿Es buena o mala? ¿Viven en ciudades amuralladas o sin protección, a campo abierto? 20 El terreno, ¿es fértil o estéril? ¿Abundan los árboles? Hagan todo lo posible por traer muestras de las cosechas que encuentren». (Era la temporada de la cosecha de las primeras uvas maduras).

21 Así que subieron y exploraron la tierra desde el desierto de Zin hasta Rehob, cerca de Lebo-hamat. 22 Yendo al norte, atravesaron el Neguev y llegaron a Hebrón donde vivían Ahimán, Sesai y Talmai, todos descendientes de Anac. (La antigua ciudad de Hebrón fue fundada siete años antes de la ciudad egipcia de Zoán). 23 Cuando llegaron al valle de Escol, cortaron una rama con un solo racimo de uvas, tan grande ¡que tuvieron que transportarlo en un palo, entre dos! También llevaron muestras de granadas e higos. 24 A ese lugar se le llamó el valle de Escol (que significa «racimo») por el racimo de uvas que los israelitas cortaron allí. (Num 139).  Israel, una viña

3 Tierra conflictiva. Dios del pan, del vino y del aceite. Baal o Yhavé.

 Trigo, vino y aceite no son productos de estepa, comida de nómadas antiguos, como los recabitas, sino frutos ambiguos (¿peligrosos?) de una tierra sagrada que parece propiedad de los dioses cananeos (Baal, Ashera), y no de Yahvé, el Dios israelita. El conflicto sobre esos alimentos ha sido más antiguo, pero queda especialmente reflejado en la profecía de Oseas, en cuyo fondo aparecen temas centrales de la eucaristía cristiana:

-Pan, vino y aceita idolátrico… De poder, de imposición,… para destruir al hombre… ¿Podrá decirse que el pan, vino y aceite son dones de Dios? ¿no serán más bien un signo de los dioses, comida de simple mercado, pura compra-venta? En la línea de las tentaciones de Mt 4 y Lc 4. Pan, vino y aceite pueden convertirse en Mammón, capital de destrucción

Oseas los presenta como regalo esponsal del Dios excelso, que los israelitas han tendido a despreciar, atribuyéndolo a los dioses (Baal, Ashera). Así vincula alimento y bodas, comida humana y amor personal, como seguiremos viendo en la eucaristía. Esta es la pregunta: ¿Quién ofrece al pueblo el pan, vino y aceite de sus bodas? ¿quién es su esposo verdadero?

[Madre idolátrica. La viña y el pan como ídolo (mammon, Mt 4)

Se ha prostituido su madre (=Israel), se ha deshonrado su engendradora. prostituida]            Se decía: ir  tras mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi vino... .– Ella no comprendía que era yo quien la daba pan, vino y aceite,plata y oro en abundancia (y ellos lo empleaban para Baal). [Prueba, castigo or eso volveré a quitarle mi trigo en su momento, mi vino en su sazón; y arrancaré mi vino y lana que cubrían su desnudez...

Así habla el profeta a los hijos de Israel. El “árbol de la vida” se ha expresado en el pan, vino y aceite, dones de la tierra, repetidos varias veces en el texto. Conforme a la visión de Oseas, Israel se ha prostituido, entregándose en manos de Baal (baales), divinidad de los agricultores cananeos, antiguos dueños de la tierra. Muchos israelitas han pensado que Yahvé, Dios de pastores nómadas, era incapaz de producir los dones de la tierra; el árbol de la vida sería un regalo de Baal.

A los ojos de Oseas, esa actitud es adulterio:  Israel es una mala esposa que abandona al Dios Yahvé y adultera con dioses o amantes perversos. Esos adulterios adquieren importancia cósmica: invierten el proceso creador de Gén 2, 4b ss. Sobre la tierra yerma y seca había Dios creado un paraíso. Pues bien, ahora, respondiendo al pecado del pueblo, Dios decide convertir el paraíso de la esposa infiel en paramera (rompiendo la neutralidad vital del cosmos que había prometido en Gen 8, 22). El profeta vincula así la fe en Dios con la cosecha (pan, vino, aceite) que la esposa idólatra (pueblo baalista) había concebido como regalo del Dios falso, Baal.

   Banquete de Sabiduría: como espiritual, comida humana

  Conforme a una tradición inmemorial la alianza con Dios se ratificó en un banquere  Desde ese fondo han de entenderse las palabras de Proverbios, que oponen el  Banquete de la Sabiduría (=amor fiel) y el de la Necedad (=prostitución, idolatría, puro mercantilismo).

 [Sabiduría– La (Mujer) Sabiduría ha edificado una casa, ha labrado sus siete columnas,  ha matado sus víctimas ha  ezclado su vino, ha aderezado su mesa.  Ha mandado a sus criadas y anuncia en lo alto de las colinas de la ciudad: Si alguno es sindero…., véngase acá. Y al falto de juicio le dice: Venid y comed de mi pan, bebed del vino que he mezclado; dejad la simpleza y viviréis, y dirigíos por los caminos de la inteligencia (Prov 9, 1-6)  L

a comida es signo de totalidad, expresión completa de la vida.  Por eso, el autor de este pasaje  deja que hable la misma dama sabiduría como iniciadora que enseñe al joven el camino de la maduración humana, que se expresa en términos alimenticios(cf. Prov 8). Ella quiere evocar el amor en  perspectiva  de  realización afectiva (buen matrimonio) y religiosa  (plenitud personal). Amor y comida se vinculan, como aspectos de una misma realidad: la buena mujer es alimento bueno, la mala es (=ofrece) comida perversa para los varones(cf, 6, 24-25; 7, 6-23). No hará falta advertir que aquí se expresa una misoginia ambigua: seductora (o salvadora) es la mujer; débil el varón. 

 La mujer liberadora se interpreta como Sabiduría. No es madre que engendra o llama a un niño, sino amiga que alimenta de buen pan y vino bueno el corazón de los humanos.  Más que esposo (tema de Oseas y Jeremías), Dios parece amiga/esposa/alimento de los sabios. Frente a la mala mujer, que destruye el corazón incauto, dejándolo en manos de su propia violencia de muerte (mal pan, mal agua), se eleva la mujer sagrada, amiga/esposa y fuente de alimento para los humanos.

Cantar de los Cantares. Eucaristía del vino.       

  •  . El amado ve a la  mujer árbol de vida, viña y vino:  Son para mí tus pechos como racimos de uvas...
  • ¡Ay, tu boca es un vino generoso, que fluye acariciando y me moja los labios y los dientes (Cant 7, 9-10).
  • La eucaristía cristiana está constituida por el pan de cada día (trabajo, fatiga, justicia social) y el vino del gozo y comunión definitiva. Es normal que el Cantar, poema de amor enamorado, deje a un lado el pan de la fatiga y destaque el vino. La mujer, paraíso de amor que guarda las viñas (1, 6; 2, 15) es comida del amado, su tierra prometida (leche, miel y vino): 
  • ¡Qué bellos tus amores, hermana y novia mía; tus amores son mejores que el vino...  Un panal que destila son tus labios y tienes, novia mía, miel y leche bajo la lengua! (4, 10-11). Ya vengo a mi jardín, hermana y novia mía, a recoger el bálsamo y la mirra, a comer de mi miel y mi panal, a beber mi leche y vino (5, 1).

Esta eucaristía del vino, que el amado celebra con el cuerpo y vida de su amada (¡tu ombligo una copa redonda, rebosante de vino, y tu vientre un montón de trigo, rodeado de azucenas!: 7,3) es un signo primordial del misterio cristiano, celebración de la ternura y el gozo de la vida, en medio de una historia que parece condenada a la violencia  del sistema, a la tristeza de la muerte. Desde su propia confianza en la vida, ella dice a su amado: madrugaremos para ver las viñas, para ver si las vides ya florecen... (7, 13); ella le eleva y recrea, prometiéndole  vino aromado, licor de mis granadas (8, 2). Ciertamente, la eucaristía de Jesús no es sólo un pequeño  idilio enamorado, sino también (y por eso) entrega de la vida, comunión abierta a todos

Contrapunto. Comida de los sabios abstinentes, nazireos, sin vino   

 En este contexto pueden inscribirse otras tradiciones y pasajes que destacan la abstinencia, como Daniel, donde el Rey quiso formar a unos jóvenes judíos “instruidos en toda sabiduría,” (Dan 1,1-4), para servirle en el palacio. Significativamente, la instrucción incluye las comidas: 

El rey les asignó una ración diaria de los manjares del rey y del vino de su mesa. Deberían ser educados durante tres años, tras lo cual entrarían al servicio del rey. Entre ellos se encontraban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, que eran judíos...          Daniel, que tenía el propósito de no mancharse compartiendo los manjares del rey y el vino de su mesa, pidió al jefe de los eunucos permiso para no mancharse. Dios concedió a Daniel hallar gracia y benevolencia ante el jefe de los eunucos, diciéndole:

[Comida)  Por favor, pon a prueba a tus siervos durante diez días: que nos den a comer legumbres y a beber agua; después nos comparas con los jóvenes que comen los manjares del rey,  y haces con tus siervos con arreglo a lo que vieres.

[Abstinencia]     Aceptó él la propuesta y les puso a prueba durante diez días  Al cabo de los diez días se vio que tenían mejor aspecto y estaban más sanos que todos los jóvenes que comían los manjares del rey. Desde entonces el guarda retiró sus manjares y el vino que debían beber, y les dio legumbres. Estos cuatro jóvenes recibieron de Dios ciencia e inteligencia en toda clase de letras y sabiduría. Particularmente Daniel poseía el discernimiento de visiones y sueños (Dan 1, 5-17)

 El texto ha mezclado dos temas: la pureza en las comidas y la abstinencia de vino y carne. Son impuros los manjares que están contaminados, por ser prohibidos (cerdo...), porque han sido sacrificados a los ídolos o mal preparados. Todos los buenos israelitas están obligados a abstenerse de ellos. Pero Daniel y sus amigos hacen más: deciden abstenerse de carne y vino, iniciando de esa forma un ayuno sapiencial, al servicio de la más alta contemplación, del conocimiento superior.

Israel en su conjunto no ha sido pueblo de abstinentes: los judíos han comido y bebido, alabando a Dios, como hemos visto. Pero han existido desde antiguo algunos abstinentes especiales, entre quienes están los nazireos (no beben vino) y los terapeutas de Egipto (no toman ni vino ni carne). Entre estos últimos hallamos a Daniel y sus amigos, a quienes hemos llamado abstinentes sapienciales, no contemplativos: la dieta vegetariana (que se supone vinculada al orden primero de la creación: cf. Gen 1-3) les capacita para resolver hondos misterios del mundo y de la historia.

Esta línea de abstinencia sapiencial no es específica judía, ni cristiana, sino que ha sido desarrollada más bien por ascetas y místicos de otras religiones, sobre todo en el oriente. En esta línea puede situarse por contraste una visión monacal de la eucaristía cristiana: la hagiografía habla de santos que han permanecido largo tiempo en ayuno riguroso, alimentados casi únicamente por la comunión. De esas forma, el pan eucarístico, pensado por Jesús como comida, se convierte en signo de no comida. Ese gesto puede resultar admirable, pero no responde a la intención fundamental del misterio cristiano.

Debemos añadir que la eucaristía cristiana no se realiza con carne, sino con alimentos vegetales, pero no impide el uso profano de la carne. La liturgia más alta, el encuentro de vida entre hombres y mujeres, en Cristo, se produce en torno al pan y el vino. Por eso, en contra de lo que sucede a Daniel y a sus sabios expertos en visiones escatológicas, el vino es importante (necesario) para los cristianos.

 Escatología profética: tiempos finales de pan y de vino

 La tradición profética antigua identifica a Israel con “una vid frondosa, que daba su fruto; cuanto más fruto más altares idolátricos” (Os 10, 1). Lo que en principio era bueno se vuelve pecado. Desde ese fondo eleva Isaías su canto de juicio y de muerte:

Israel, Viña mentirosa.           Mi amigo plantó una viña en un fértil collado; construyó en medio una torre (choza) y cavó un lagar...pero en vez de uvas a tiempo produjo agrazones (cf. Is 5, 1-3).

 Lógicamente, Dios juzgará y condenará esa viña. Pero, pasados los días, al fin de los tiempos, levantará otra vez la torre o choza que está en el centro de ella y dará fruto la viña: 

  • [Casa de David]    Aquel día levantaré la cabaña ruinosa de David, repararé sus brechas,
  • restauraré sus ruinas y la reconstruiré como en los días de antaño,
  • para que conquisten.... a  los pueblos que llevaron mi nombre.
  • [Siega, vendimia]     He aquí que vienen días - oráculo de Yahvé -
  • en que tras pisar la uva llegará la siembra,
  • Y tras arar la tierra vendrá de inmediato la siega:
  • destilarán vino los montes y todas las colinas se derretirán.                           
  • [Retorno]    Entonces haré volver a los deportados de mi pueblo Israel;
  • reconstruirán las ciudades devastadas, y habitarán en ellas,
  • [Comer y beber]  plantarán viñas y beberán su vino, cultivarán huertas y comerán sus frutos.
  • Yo los plantaré en su suelo y no serán más arrancados... (Am 9, 11-19).

  Israel, viña y vino escatológico

  Los últimos días, marcados por la culminación escatológica de los judíos, que podrán conquistar nuevamente los pueblos del entorno, aparecen así como tiempos de retorno y posesión de la tierra. De esa forma se ha expresado la eucaristía escatológica del pueblo israelita, condensada en formas concretas de fecundidad agrícola (la tierra dará frutos de vida sin cesar) y comida abundante. Este es el mesianismo del pan y el vino, que hallamos también en otro texto tardío de la profecía donde la Nueva Jerusalén (Hija Sion) aparece fecunda en pan y vino:

[Monte Sion] El Señor de los Ejércitos (Yahvé Sebaot) prepara en este Monte (=Sion), para todos los pueblos,

[un banquete de manjares suculentos, banquete de buenos vinos: manjares pingues, vinos depurados;

 Y arrancará en este Monte el velo que cubre a todos los pueblos ...Aniquilará a la Muerte para siempre (Is 25, 6-7). 

Este pasaje ha vinculado, de manera intensa tres aspectos esenciales de la escatología: la visión mesiánica del Monte Sión como signo y lugar de reconciliación y plenitud humana (cf. Is 2, 1-5; Miq 4, 1-3), la experiencia y gozo del banquete (comida y bebida) y la superación de la muerte.

Los tres signos (Sión, Banquete, No-muerte) aparecen, desde otra perspectiva, en la Eucaristía de Jesús, pues como veremos, su Cena se expande hacia los pueblos, en camino de pascua. Este banquete final, vinculado a la esperanza de Sión, es garantía de vida (victoria sobre la muerte) para todos los pueblos. De esa forma traduce nuestro texto la experiencia de Is 2, 1-5, donde Sión aparece como foco de reconciliación universal (¡de las espadas forjarán arados!). La historia humana se dirige hacia el diálogo de las naciones y banquete final, con la victoria de la vida sobre la muerte.  

Sobre esta figura misteriosa, que aparece de forma parabólica en Dan 7, se han trazado múltiples hipótesis. Aquí recordaremos sólo que el Hijo del Humano es un signo de la presencia y plenitud final de Dios, nueva humanidad simbolizada por el Sabio Henoc. El ángel Miguel, representante de Dios, está encargado de realizar el juicio, aprisionando a los violadores, destruyendo a sus hijos perversos:

 Entonces serán humildes todos los justos, vivirán hasta engendrar mil hijos y cumplirán en paz todos los días de su mocedad y vejez. En esos días, toda la tierra será labrada con justicia,  toda ella quedará cuajada de árboles y será llena de bendición. Plantarán en ella toda clase de árboles amenos y viñas,                y la parra que se plante en ella dará fruto en abundancia.  De cuanta semilla sea plantada en ella, una medida producirá mil,  y cada medida de aceitunas producirá diez tinajas de aceite. Será pura la tierra de toda corrupción y pecado,  de toda plaga y dolor, y yo no volveré a enviar contra ella un diluvio por todas las generaciones, hasta la eternidad (1 Hen 10,17-22). 

 Los últimos libros de la apocalíptica judía (Ap. de Baruc, 4º Esdras,), escritos a finales del I d. C., han seguido destacando el primer rasgo, la eucaristía escatológica del mundo renovado, donde vendrá a culminar la creación. Actualmente (en el eón del mundo viejo), los elegidos de Dios sufren perseguidos la injusticia de la historia. Al final, disfrutarán con gozo en la existencia renovada:   

[Vino] La tierra producirá sus frutos: mil por uno. Cada viña tendrá mil sarmientos,  cada sarmiento mil racimos, cada racimo mil uvas y cada uva dará una medida de vino.[Buen espíritu] Y se alegrarán los hambrientos y serán espectadores de prodigios: los vientos que provienen de mi faz (de Dios) esparcirán cada mañana perfumes aromáticos y traerán cada tarde nubes cargadas de rocío.[Maná]    Entonces lloverá de nuevo el maná, que yo había reservado, y los comerán aquellos años, pues habrá  llegado al fin de los tiempos (ApBar 29,5-8).

  Excursus. El targum de las cuatro copas de fino pascual, de las cuatro noches de la creación . Comida pascual y mesianismo.

 Originalmente, la eucaristía cristiana emerge de las comidas de Jesús con seguidores, discípulos y pecadores; pero muy pronto, por influjo judío y experiencia de recreación cristiana (centrada en la resurrección de Jesús), ella (la Cena) ha recibido elementos y tonos pascuales. Para situarla mejor en ese fondo evocaremos un famoso Targum de las Cuatro Noches que recoge algunos elementos principales de la tradición mesiánica judía.

Targum significa sencillamente traducción y se aplica, de manera peculiar, a las traducciones arameas de la Biblia Hebrea, empleadas en la liturgia de las comunidades donde la mayoría de los participantes no entendían ya el hebreo. El lector proclamaba directamente el texto original, versículo a versículo, y un traductor, sin tener delante el texto, repetía en arameo su sentido, dejando así bien claro que sólo era sagrada la Escritura hebrea. Los judíos de lengua griega, sobre todo en Alejandría, fijaron pronto una traducción oficial escrita de la Biblia, que suele llamarse de los Setenta (LXX). Por el contrario, los de lengua aramea, quizá por la mayor semejanza de su lengua al hebreo, solo hicieron traducciones escritas en tiempos posteriores (en los siglos II-IV d. C.), aunque recogieron en ellas tradiciones precedentes.

El Targum oficial se llama de Babilonia, por haber sido empleado (y quizá compuesto) por judíos de la diáspora oriental (de Mesopotamia). Últimamente, se ha encontrado un nuevo targum de procedencia occidental (palestina), que (llamado Neophiti, por su lugar de procedencia), con versiones y ampliaciones textuales significativas, que nos ayudan a entender el judaísmo de tiempos de Jesús. Digo “ampliaciones”, pues el targum no se limita a traducir, sino que interpreta y amplia el texto original.

Cuatro copas, cuatro noches (una pascua)

Como recuerda la Misná: "Cada generación judía ha sentirse como si ella misma hubiera sido liberada de Egipto" (cf. M.Pes 10, 5). Tradicionalmente, la pascua se celebra como recuerdo y actualización del éxodo y es, por tanto, fiesta de nacimiento para el pueblo. Pues bien, la tradición ha expandido esa experiencia, a la luz de otros acontecimientos salvadores básicos. Así lo ha hecho el Talmud de Jerusalén, comentando las cuatro copas: "Los sabios decían: responden a las cuatro copas de castigo que el Santo hará beber un día a los pueblos del mundo... y a las cuatro copas de consuelo que, a su vez, hará beber también un día a Israel" (J.Pes 10, ,37b). Esas copas corresponden a cuatro grandes noches creadoras, que son momentos clave de la historia salvífica: creación, alianza (Abraham), liberación (Éxodo) y fin del mundo. Las cuatro se evocan y actualizan en la gran fiesta de Pascua, que es tiempo mesiánico de gozo y esperanza de liberación   

Una de las ampliaciones mássignificativas del Targum de Jerusalén, que recoge tradiciones judías antiguas (quizá del mismo tiempo de Jesús) está formada por el Poema de las Cuatro Noches, con su compendio de la historia de la salvación.  El texto base está formado por Ex 12,41-42: "Aquella noche en que salvó Yahvé a Israel y le sacó de la tierra de Egipto, será noche de vigilias en honor de Yahvé... por todas las generaciones". El Targum amplía e interpreta el tema de esta forma:

Creación. Primera noche, primera copa:

Aquella en la que Yahvé se manifestó en el mundo para crearlo. El mundo estaba desierto y vacío. Y la tiniebla estaba esparcida sobre la  faz del abismo. Noche primera. Noche de la creación, en que actúa Dios, con su Palabra. Quedar en manos de ella, recuperar ese origen: este es el principio de toda celebración judía 2. Alianza.

Segunda noche: Abraham, Alianza

Fue cuando se manifestó a Abrahán, anciano ya de cien años -Sara su mujer tenía noventa-: ¿Es que Abrahán de cien años no va a poder engendrar, ni Sara de noventa va a poder dar a luz? Isaac tenía treinta y siete años cuando fue ofrecido sobre el altar.  Los cielos se abajaron y descendieron. Isaac vio las  perfecciones. Sus ojos se oscurecieron por sus perfecciones. 

Noche de la alianza, encuentro de Dios con los humanos. Dios no se limita a crear, sino que debe de re-crear, colaborando con los humanos, en este caso con Abraham. Según Jub y Rom 4, el principio y centro de la alianza es la fe de Abraham, vinculada a la ofrenda de su hijo. Una tradición eucarística muy extendida interpretará la ofrenda pascual de Jesús a la luz de la ofrenda de Isaac]

Liberación. Tercera noche:

Fue cuando Yahvé se manifestó   contra los egipcios en medio de la noche (cf. Ex 12,29; Sab 18). Su mano mató a los primogénitos de los egipcios y protegió a los primogénitos de Israel, para cumplir las palabras de la Escritura: Mi primogénito es Israel (Ex 4,22).  Noche de liberación. En vez del carnero mueren (son sacrificados) los primogénitos de Egipto. Es noche de sangre, destrucción de la historia perversa, tiempo de venganza de Dios contra los enemigos de su pueblo, como sabían en tiempo de Jesús muchos esenios y celotas.

Parusía. Cuarta noche:

Será cuando el mundo cumpla su fin para ser disuelto. Los yugos de hierro serán quebrados, y las generaciones  impías, aniquiladas. Y Moisés saldrá del desierto.. Es la noche de Pascua por el nombre de Yahvé. Noche fijada y reservada para la salvación de todas las generaciones de Israel. Noche de parusía:  manifestación salvadora del Dios de Israel, que destruye a los enemigos de su pueblo y libera para siempre a sus elegidos. Es noche de esperanza: ceñidos los lomos comen los buenos judíos, aguardando el paso de Dios, la destrucción de todos los perversos, la salvación del pueblo.

            Este Poema de las cuatro noches parece evocar el entusiasmo apocalíptico (mesiánico) de gran parte de las comunidades más comprometidas (esenios, fariseos, celotas...) del tiempo de Jesús, que celebraban la pascua esperando la inmediata derrota de los enemigos y la salvación de los judíos. Ese entusiasmo fue desapareciendo tras el 70 y, sobre todo, tras el 135 d. C., después de las derrotas de los movimientos nacionalistas. Lo mantuvieron, sin embargo, muchos grupos de cristianos que interpretaron la pascua de Jesús, actualizada  por la eucaristía, como anticipo y presencia de la plenitud Escatológica.

En ese aspecto, podemos afirmar que la eucaristía cristiana conserva y recrea elementos que el judaísmo posterior, de tipo rabínico, codificado en la Misná, ha reprimido: ella asume no sólo su propio pasado y futuro eclesial, sino el pasado y futuro de Israel y del conjunto de la humanidad. Es lógico que el pregón de la vigilia pascual (de la liturgia romana) asuma de algún modo las cuatro noches judías, englobándolas en la única noche del Cristo resucitado que ofrece su cuerpo a los creyentes. Muchos judíos posteriores han perdido ese entusiasmo, pero han conservado y cultivado la bendición del pan y del vino, asumiendo así las mismas tradiciones de Jesús y los cristianos. Desde ese fondo quiero citar, en forma conclusiva, las dos bendiciones fundamentales de las comidas judías, que son auténtica eucaristía creyente (aunque no cristiana, ni mesiánica):

  • Bendito sea nuestro Dios, Rey del mundo, que creo el fruto de la vida.
  • Bendito sea nuestro Dios, Rey del mundo, que hace sacar pan de la tierra
  • (Bendición de la comida, Ritual de oraciones, Sigal, Buenos Aires 1912).

  Cuando bendice el pan y el vino, en su comida final, Jesús asume la tradición e historia de su pueblo, introduciendo en ella su experiencia histórica:  su anuncio de salvación universal, sus gestos redentores, sus comidas con los marginados y excluidos, la entrega de su cuerpo, que se vuelve cuerpo de gozo y comunión para todos los humanos. En el NT, según el evangelio de Juan, la copa de Jesús será el mismo Jesús (vid y viña, vino y vida de los hombres, que son alimento y bebida unos para otros).

Conclusión

  1. En los siglos que preceden a Jesús (del II a. C. al I d. C.), el judaísmo se ha ido configurando como una comunidad social y religiosa, cerrada en forma endogámica y centrada en unos ricos rituales de comida.
  2. La comida se ha convertido en el signo escatológico fundamental del pueblo: la salvación final aparece así como banquete, en claves de alimentación y diálogo fraterno. Los judíos no han estado obsesionados por el prestigio del producir y el tener (como nuestras sociedades modernas), sino por el gozo y ritualización de la comida.
  3. Sólo en ese fondo de comensalía sagrada puede entenderse el cristianismo, que aparece primero como un grupo más entre los grupos judíos, para convertirse luego en comunidad universal, en torno al pan y vino compartido.
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