Los derechos "civiles" de la bragueta y el Derecho de la Vida en Libertad y comunión P. Zabala: El reino de la oscuridad

Fusaro y J. M. de Prada: El autoritarismo del mercado global

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De nuevo P. Zabala, con dos lecturas esenciales de la desintegración humana, donde ya no hay derechas ni izquierdas, sino el dominio total de una "oscuridad" que puede destruir la vida humana. Una palabra de luz ante el abismo, con un comentario básico sobre el pensamiento de Fusaro (imagen 2) y el de J. M. de Prada (Imagen 3). Gracias, Pedro, por tu reflexión y tu camino de libertad.

Pedro Zabala,    EL REINO DE LA OSCURIDAD 

 Vivimos tiempos en que nos hemos acostumbrado a vivir en tinieblas, hasta el punto de que ni siquiera añoramos la luz. Confundimos todo y esto se traduce en que aceptamos sin pestañear lo que nos dicen que es cierto, sea en lo relativo a la transcendencia, al ser humano, al arte, a la política... Intelectuales orgánicos, periodistas serviles, voceros de redes sociales nos van marcando el camino que seguimos a ciegas. 

Tanto nos hemos acostumbrado a esta situación sombría, que amamos las cadenas que nos esclavizan y llegamos a ver en ellas el símbolo de nuestra libertad. La jaula en que estamos encerrados, nos parece nuestro hogar perfecto y renegamos de quien nos dice que la puerta está abierta y que, si nos atrevemos, podemos volar.

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 Es curiosa la coincidencia de dos intelectuales independientes en su diagnóstico de la situación actual. Uno italiano, Diego Fusaro, neo-marxista, que parte de Gramsci y Heidegger. El otro español, Juan Manuel de Prada, neo-católico, basado en Chesterton.

 Con palabras casi similares, se refieren a los intelectuales. El español: “Algún día la llamada clase intelectual, esa nueva clericalla encargada de pastorear a los dominados hacia el redil del dominio, tendrá que responder por sus graves responsabilidades”. Para el italiano: ”la clase intelectual, el circo mediático y el clero intelectual desempeña un papel fundamental en este proceso: garantizar que los dominados acepten el dominio de la clase dirigente y no se rebelen”.

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 Juan Manuel de Prada denuncia que “mientras los lacayos sistémicos nos meten miedo con las “ultraderechas”, se ha impuesto y consolidado un autoritarismo auténtico que no es otro sino el del mercado global, el del sometimiento de las economías nacionales al Dinero apátrida, los fondos de inversión y los valores bursátiles especulativos. Y este totalitarismo rampante contra el que los lacayos sistémicos nunca alertan  (sino que, por el contrario, aplauden fervorosamente o maquillan tímidamente, mientras se reparte las migajillas de su banquete) no se limita a imponer las leyes del mercado, sino que tiene una visión totalizadora y articuladora del  mundo. Igualmente Diego Fusaro denuncia que los tontos de la izquierda combaten un fascismo inexistente y aceptan el mercado.

 Prada señala cómo hoy se defienden unos derechos civiles que el denomina “de la bragueta”, mientras se erosionan las resistencias familiares, laborales, educativas...asociativas en definitiva. Fusaro habla también de la reducción de los derechos civiles reducidos a derechos del “consumidor” (el sexo reducido a consumo, lejos de su función unitiva-afectiva y placentera ¿no es otro derecho del consumidor”?

 Pero lo que ambos pensadores olvidan -¿intencionadamente?- es que los derechos civiles son mucho más: Derechos de expresión, de reunión, de manifestación, la inviolabilidad del domicilio, la presunción de inocencia, la propiedad privada nacida del trabajo justo y necesaria para cubrir necesidades primarias, las garantías jurídicas… Y que la libertades civiles están fuertemente imbricadas con los derechos sociales. Sin aquellas no se pueden conquistar, defender y ampliar éstos.

 El italiano defiende la re-etización de la sociedad, a través del valor revolucionario del matrimonio, la familia, los centros educativos, sindicatos, asociaciones… En la misma línea, Prada denuncia este sistema que, a través de “la disgregación o envilecimiento de todas las formas de comunidad (familia, sindicato, escuela, universidad…), pretende formar una sociedad amorfa de individuos egoístas e insolidarios”.

 Proclama el español que en la consolidación de este totalitarismo colaboran los mismo las facciones de derecha que las izquierdas que han sustituído el internacionalismo proletario por las políticas de la diferencia. Fusaro arremete contra el liberalismo de derecha, de centro y de izquierda, que abandonó el internacionalismo proletario y divide a los ciudadanos entre heteros y homos, carnívoros y veganos, fascistas y antifascistas.

 La división tradicional entre derecha e izquierda ha perdido todo su valor. Hoy se da entre dominantes y dominados, entre élite y pueblo. Y lo que predomina es la demofobia, el odio al pueblo, al que quieren ver sometido y no rebelde, alienado con los valores del sistema y convertido en consumidor compulsivo. Se exalta como ideal el cosmopolitismo global, ¿pero no es acaso más que la versión nacionalista del imperialismo yanqui?

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