800 años de Merced. (2) En carcer era... hostal no había

Presenté y comenté ayer la primera parte del texto fundacional de la Orden y Familia de la Merced. Completo hoy el tema, analizando y exponiendo la segunda, con las palabras centrales de Jesús (Mt 25, 31-46) que, traducidas al castellano,dicen: En la cárcel estaba, casa no tenía.... El texto consta de dos partes:

a. Fundación. Como iniciadores de esta obra de Merced
presenta este pasaje a Pedro Nolasco y a sus primeros compañeros y compañeras, a los que define como adelantados y animadores de la redención.



b.Tarea fundamental . Como esencia de esa obra redentora retoma este pasaje y aplica el evangelio de Mt 25, 31-46, presentando una interpretación audaz y actualísima de su contenido, empezando por la cárcel (falta de libertad social) y terminando por la casa (falta de libertad y acogida personal y familiar).

Ésta es la "teología de la Merced": el paso de un mundo entendido como cárcel (lugar de opresión de unos sobre otros) al mundo como casa (espacio de libertad compartida).

He leído y estudiado algo de teología a lo largo de más de 50 años. No conozco ningún texto oficial de la Iglesia que recoja de un modo más denso y condensado el tema la solidaridad activa, en la línea de la interpretación mercedaria de Mt 25, 31-45, que las Constituciones de 1272 presenta así:

- porque estaba en la cárcel (en carcer era) y vinisteis a mi,
- estaba enfermo y me visitasteis,
- tenía hambre y me disteis de comer,
- tenía sed y me disteis de beber,
- estaba desnudo y me vestisteis,
- no tenía hogar (hostal no había) y me recibisteis.

Todas estas cosas ha ordenado Jesucristo que se cumplan en esta Orden para mantener y hacer crecer obra de tan misericordia, como es visitar y redimir
a los cristianos cautivos... En próximos días comentaré algunos motivos concretos de este documento y programa fundacional. Hoy termino de presentarlo de un modo unitario, en visión de conjunto.

2.- FUNDACIÓN

Esta segunda sección reasume y aplica los elementos anteriores a la fundación de la Orden de la Merced. Hemos adelantado en parte su mensaje, al hablar de la cautividad interhumana. Por eso, y porque el contenido de conjunto es más esquemático, podremos ser breves.

Sus tres partes (ABC) corresponden a las anteriores aunque el orden temático es distinto. La sección precedente comenzaba con Dios Padre (A) y por medio del envío del Hijo (B) culminaba en el surgimiento de la redención cristiana (C). También esta parte de Dios, entendido como Trinidad (A); pero, en lugar de pasar por el envío de Cristo hacia la obra redentora de la iglesia, viene al surgimiento de la Orden de la Merced (B), para afirmar después que su fundador y mensajero fue Fray Pedro Nolasco (C).

Este cambio resulta literaria y teológicamente significativo: acentúa en primer lugar la importancia de la Orden de la Merced que ahora aparece en el lugar que antes ( en 1B) tenía Cristo; y en segundo lugar, allí donde en 1C se hablaba de la redención se habla ahora de Pedro Nolasco como primero de los redentores (2C). Así se pasa de la obra a los "obreros", de la redención a los redentores, comprometidos en favor de los cautivos, conforme a la exigencia de este documento fundacional donde se fija la vida de los mismos redentores.

a.- Misericordia Trinitaria, Trinidad redentora.

El pasaje anterior comenzaba hablando del Dios Padre misericordioso que envía a su Hijo Jesucristo, conforme a la exigencia de un esquema histórico salvífica, en la línea de los credos más tradicionales de la iglesia. Pero ahora, una vez que se ha acogido ya la obra del Hijo (1b) y la redención completa del Espíritu (1C), el texto puede comenzar en nombre de la Trinidad, tal como hacían los nuevos credos de la iglesia y los documentos fundamentales de aquel tiempo .

No cita a Dios como sujeto unificado sino al Padre, Hijo y Espíritu Santo, destacando de modo implícito su unidad (habla de sa/su misericordia, como refiriéndose e uno sólo) y su multiplicidad personal (habla de la piedad lur/de ellos, como de varias personas). Dos son las características de este Dios trinitario y queremos presentarlas en formas de esquema:

- No hay división o separación entre las obras del Padre, Hijo y Espíritu Santo, dice el texto, citando un axioma de la tradición teológica de occidente (cf Denzinger-Schönmetzer 491, 531, 535, 571, 618...), asumido y ratificado de forma expresa por el Lateranense IV en 1215, en su doctrina contra Joaquín de Fiore (Denz 803-808). Evidentemente, aquí no podemos juzgar la visión teológica de Joaquín de Fiore, cuya figura ha sido revalorizada en estos últimos tiempos , aunque muy posible que la palabra de Const 1272 haya de verse desde ese trasfondo joaquinita. Nuestro texto afirma que no hay tres sino una única economía de salvación, no hay tres libertades sino una única liberación, fundada en Dios Padre, revelada por Jesús y culminada en el Espíritu Santo. Por eso vincula a las tres personas en una misma obra, que aquí de de verse como única obra de liberación de la que emerge la Orden de la Merced.

- Padre, Hijo y Espíritu Santo determinaron... El texto acaba de afirmar que entre sus obras (de ellos, dels quals) no hay separación, pero mantiene el plural del verbo y de la decisión. El que determinó no es un Dios genérico (la esencia divina) sino que ellos, es decir, los tres sujetos divinos, en comunidad activa. Realizan una misma acción liberadora, pero son tres a realizarla, en gesto dialogal que en todo este contexto puede interpretarse desde el misterio de la amistad que aparece como nota distintiva del Hijo Jesucristo (1Cb, 3Bc). Es muy posible que esta amistad de Cristo tenga que verse desde el trasfondo de la comunión del Padre, Hijo y Espíritu, entre cuyas obras no hay distinción. Este es el modelo del Dios trinitario que aparece en el pasaje como principio de toda redención, en clave de comunión de obrar y de amistad. Por eso se dice que ellos determinaron, en perspectiva de acción compartida y comunicación liberadora que nos permite interpretar toda la acción redentora en clave trinitaria.

- Por su misericordia y su gran piedad. El texto reasume de esta forma la misericordia/consolación/aliento de 1A. Repite la palabra misericordia, pero en lugar de consolación/aliento introduce la piedad, quizá para destacar el aspecto de la cercanía cariñosa, casi materna. El texto surge en un siglo y contexto en que la Madre de Jesús es la que viene a presentarse de manera normal signo de piedad, es decir, de compasión cercana, bondadosa, activa. Pues bien, aquí el signo y principio de toda piedad es el mismo Dios trinitario. Esto nos lleva a resituar el tema en el fondo de Ex 34,6-7, descubriendo allí la unión profunda de misericordia y piedad, que ahora aparecen como las notas específicas de Dios.

Lo que en 1A venía a presentarse como signo de Dios Padre aparece ahora como el más hondo misterio del Padre, Hijo y Espíritu Santo, que se muestran ahora vinculados en un mismo y único misterio de redención. Es evidente que estamos ante un modo profundo de entender la Trinidad de Dios, el Padre, Hijo y Espíritu; ellos se encuentran vinculados en un mismo misterio de misericordia y piedad. En este contexto se puede hablar de una Trinidad Redentora: la misma comunión de Dios viene a mostrarse como fuente de misericordia redentora para los humanos.

b.- Determinación divina: una Orden de la redención.

Conforme a la terminología bíblica, 1B decía que Dios Padre envió a su Hijo, expresando y realizando así el misterio de su amor eterno dentro de la historia, en forma redentora. Pues bien, en forma paralela, se añade ahora que el Padre, Hijo y Espíritu Santo determinaron fundar esta Orden, en palabra de fuerte audacia teológica.

Es evidente que en perspectiva humana, la Orden de la Merced ha nacido de la acción y compromiso liberador de Pedro Nolasco y de sus compañeros (como supone 2C). Pero en clave de fe y decisión divina, nuestro texto afirma de modo solemne que han sido el Padre, Hijo y Espíritu los que han decidido (ordenado: ordenaren), la fundación de esta Orden.

El texto ha visto una profunda continuidad y referencia entre el envío redentor del Hijo, que forma el centro de la confesión cristiana, y la fundación de la Merced, que sale así del anonimato teológico (y de la casualidad histórica) para inscribirse dentro del designio eterno de la Trinidad. La misma Orden de la Merced, en su conciencia teológica, ha interpretado su fundación en dos niveles:

- La piedad popular ha leído esta palabra en perspectiva mariana, diciendo que Pedro Nolasco recibió una "inspiración" de la Madre de Jesús que vino a consolarle en su tarea, diciéndole que sería obra piadosa que fundara una Orden para redimir a los cautivos. En esta clave se ha hablado y se puede seguir hablando de una "descensión" o aparición de la Virgen, que viene a presentarse ante Nolasco como Madre de Merced .

- La palabra oficial de la Merced, fijada de forma solemne en el Capítulo de 1272 y recogida en nuestro texto, dirá que la Orden ha nacido por determinación trinitaria. Es evidente que la Orden no quiere presentarse como toda la iglesia, pero sí como una expresión verdadera y fuerte del misterio liberador de Dios cristiano dentro de la historia.

Se dice que el Padre, Hijo y Espíritu Santo han determinado fundar y establecer (originar y constituir) esta Orden. Pertenece a Dios su principio (fundación) y también su desarrollo (establecimiento) dentro de la iglesia. Los que fijan e interpretan de esta forma el arranque de su historia se sienten portadores de una vocación que les funda y transciende. Dios les ha dado una tarea, ellos están decididos a cumplirla. Varios nombres tuvo en el principio esta Orden, según consta por la historia . Ahora son ellos, los capitulares, los que se han puesto de acuerdo, dándole así un nombre triple y unitario, que define en tres niveles su sentido. Empezamos por el último que es el más sencillo:

- Orden de Santa Eulalia de Barcelona. Así llama la gente a los frailes de la nueva Orden por la casa en que viven (Hospital de Santa Eulalia), casa que convierten en centro y foco de acción redentora. Esta es evidentemente, una denominación local y circunstancial que se irá perdiendo o diluyendo con el tiempo.

- Orden de la Redención de Cautivos. El texto ha utilizado otros nombres para indicar la acción misericordiosa de la nueva Orden (visitar, sacar, reparar); más tarde hablará de visitar y liberar (3C) y visitar y redimir (conclusión B). Pues bien, en el momento central, cuando tiene que dar nombre a la Orden, el texto la llama Orden de la Redención de cautivos. Posiblemente hubo disparidad de opiniones; algunos pensaban que la Orden podía dedicarse también a otras tareas de tipo caritativo o espiritual. Pero el conjunto de los frailes fijan el sentido de su obra y lo definen en clave de redención de cautivos.

- Orden de la Virgen María de la Merced. Este título vincula una persona (la Virgen María) con una obra (la merced o redención de cautivos). Hasta ahora no había aparecido el término; se hablaba de visitar y sacar a los cautivos, pero no se habían citado los nombres técnicos de merced y redención (misericordia gratuita y liberadora en favor de los cautivos). Merced era entonces un nombre genérico que podían utilizar y utilizaban otros grupos dedicados a la redención (incluidos de un modo muy especial los trinitarios). Pues bien, la nueva Orden destaca el sentido de ese título, tomándolo como algo que quiere ser específico de su obra y de su vida y vinculándolo de un modo especial a la Virgen María, de forma que de ahora en adelante los dos términos (Merced y María) se vinculan y definen (califican) mutuamente .

Ciertamente, el término redención estará muy asociado a la vida y obra de la Merced, pero en sentido fuerte seguirá siendo término genérico, como lo exigía la misma tradición teológica y cultural del tiempo. Redimir es liberar a una persona, comprándola por precio (aquí será con el propio riesgo de la vida); y en ese sentido los mercedarios serán redentores. Pero dentro de este mismo texto (Const 1272), la palabra redención seguirá teniendo un sentido más genérico, de forma que tendrá que ser calificada y determinada por otros términos (visitar, sacar, liberar) como ya hemos indicado. Además, otras instituciones eclesiales, como la Orden de la Trinidad se llamaban y se seguirán llamando con pleno Órdenes de la Redención. También el término Merced era genérico, pero en un proceso relativamente rápido, irá vinculándose a la nueva Orden de Pedro Nolasco, de acuerdo con estas dos razones principales:

- Una de tipo histórico. Los frailes de Pedro Nolasco se irán presentando cada vez con más intensidad como "frailes de (de la) merced" de tal manera que el nombre se ira vinculando con ellos.

- Otra de tipo teológico. Los nuevos frailes no se llamarán simplemente de merced sino de la Virgen María de la Merced. De esa forma, la Madre de Jesús recibe dentro de la iglesia una nueva calificación simbólica y devocional: aparece como promotora y garante de la obra de liberación de los cautivos.

Volvemos de esta forma a los dos niveles en que hemos situado antes el sentido teológico de la fundación de la Orden: uno trinitario, otro mariano. Es evidente que en el centro de su acción redentora se halla Cristo, como hemos visto en 1b y veremos en 3b y 4B. Pero en su origen y meta hallamos una fundamentación trinitaria y una denominación mariana:


- La Trinidad pertenece a la fundamentación de la obra redentora, como hemos visto en 1A-B y en 2A. En esta línea se mantiene y desarrolla su mejor teología La Orden de la Trinidad y de la Redención de Cautivos (fundada en 1198), que ha precedido en su inspiración y tarea a la orden mercedaria. Pertenece al núcleo del carisma trinitario el desarrollo de esta vinculación entre misterio de Dios (comunión) y libertad humana, aunque ella forma también parte del origen mercedario, como hemos indicado ya .

- Pero la culminación del signo y acción redentora recibe en la Merced un carácter mariano más concreto que no tiene en la Orden de la Trinidad. En nuestro pasaje (Const 1272), María aparece en el nombre de la nueva Orden (y en la afirmación de encarnación: 3Bc), es decir, en el lugar fundamental. La madre de Jesús califica y da sentido materno (misericordioso, piadoso) a la obra de redención de cautivos .

c.- Pedro Nolasco, el fundador de la Merced.

Un estudio histórico más preciso tendría que fijar las posibles dudas y problemas que hay en el fondo de esta declaración. Sucede con frecuencia que al comienzo de una institución surgen diversas interpretaciones y quizá discordias entre aquellos que tienen diversas opiniones sobre su origen y finalidad. También en el principio de la Merced pudo haber discordias. Este texto las zanja de una forma solemne, presentando a Pedro Nolasco como intérprete y testigo cualificado de la redención mercedaria.

Padre, Hijo y Espíritu Santo han pretendido el surgimiento de una Orden al servicio específico de la redención, conforme al esquema ya indicado (en 1BC se pasaba de Cristo a la redención; en 2BC se pasa en cambio de la Orden Redentora a Pedro Nolasco). Para el origen y establecimiento de esa Orden ellos ordenaren, dispusieron o establecieron a Pedro Nolasco, que aquí aparece definido solamente por aquello que hace. Cuatro son los títulos que le da el texto, cuatro sus funciones principales.

- Su siervo. Es siervo del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (cf lur, de ellos).
De esa forma se sitúa en continuidad con Moisés, el siervo de Dios y redentor por excelencia en todo al Antiguo Testamento (cf Ex 14,31; Núm 12,7; Dt 34,5), y en la línea del Siervo de Yahvé que anuncia y condensa la acción liberadora de Dios en favor de su pueblo cautivado en el exilio de Babel (cf Is 49-55). Siervo de Dios ha sido también (y plenamente) Jesús, como indica varias veces el NT: cf Lc 4,18 ss; Mt 11,l8-21.29; Hech 3,1-3; 4,27-28; Flp 2,5-11). Desde esa perspectiva hay que entender la acción de Pedro Nolasco como siervo de Dios, para liberación de los cautivos. Sabe la tradición bíblica qud el siervo ha de estar dispuesto a dar la vida; este pasaje supone que Pedro Nolasco lo ha estado, como ratifica y amplía 4B para todos los mercedarios.

- Mensajero. Seguimos en la línea del AT, evocando la presencia y anuncio de aquel buen mensajero que proclama el evangelio de liberación para los cautivos (cf Is 40, 1-9; 52,1-10 etc). El auténtico mensaje de la libertad y del reino de Dios ha sido Jesús, conforme a Lc 4,18-19 y Mt 11,5. Los mercedarios saben que Pedro Nolasco ha sido un lego, un hombre del pueblo de Dios, no un sacerdote. Por eso, su palabra de anuncio no ha sido mensaje de tipo sacral, encuadrado en la liturgia de la Iglesia. Pedro Nolasco ha sido mensajero de liberación con su palabra y gesto en favor de los cristianos cautivos. Su condición y obra de mensajero de libertad pertenece al mismo corazón de la vida de la iglesia.

- Fundador. Ha dicho el texto que Padre, Hijo y Espíritu "determinaron fundar esta Orden" (2B). Pues bien, para poner los cimientos e iniciar la construcción han escogido a Pedro Nolasco. El no ha sido un siervo solitario ni un mensajero aislado sino que ha logrado convocar a unas personas, ha juntado a unos compañeros y con ellos ha fundado una Orden, es decir, un grupo establecido, organizado, estructurado, al servicio de la redención. Los que escriben este pasaje, los capitulares de 1273, reconocen a Pedro Nolasco como fundador y cimiento de un edificio en el que ellos se encuentran insertados, integrados, conforme a una imagen fuerte del NT que presenta a Cristo como piedra de cimiento de la iglesia. Eso es lo que Pedro Nolasco ha sido en la Orden: ha fundado con su vida el edificio de la Merced.

- Adelantador. El término catalán enantador se refiere a aquel que va adelante, abriendo un camino, arriesgándose en una empresa que luego podrán asumir otros. En esta perspectiva ha surgido en tiempo antiguo la figura del adelantado, es decir, de aquel que recibe el encargo de ir precediendo a los demás. En este campo no existen aún caminos hechos, no tampoco un territorio conocido y ya seguro; quien asume el camino de la redención se arriesga a abrir caminos con su propia vida, con su entrega y con su riesgo. Eso ha sido y sigue siendo Pedro Nolasco para aquellos que recogen el sentido de su obra: un adelantado de la redención, un hombre providencial que sigue iluminando la tarea de su Orden.

En un sentido, la Orden de la Merced es más importante que su fundador, como hemos indicado. Pero en otra perspectiva el fundador está en la base y es determinante: en su condición de adelantado y modelo de la obra redentora, Pedro Nolasco aparece ante los ojos de los mercedarios como el modelo de redentor de cautivos. Es evidente que no lo ha realizado todo (es adelantado, no conquistador de un territorio para siempre); pero su camino sigue abierto y en su línea adquiere todo sentido la tarea redentora, toda la vida de la Merced y su compromiso en favor de los cristianos cautivos .

3.- ACCIÓN

De la fundación pasamos a la acción, es decir, al compromiso básico que asumen los religiosos de la Merced, siguiendo el ejemplo y camino de su fundador Pedro Nolasco. Esta sección tiene tres partes bien marcadas: a) la introducción histórica fija lo que ha sido el camino de los mercedarios; b) la fundamentación teológica (espiritual) sitúa la acción redentora en el conjunto de la vida cristiana, tal como está expresada en Jesucristo; c) la conclusión de tipo normativo determina aquello que ha de ser el compromiso mercedario.

Hemos llegado al centro objetivo del texto, al lugar donde culmina todo lo anterior, al núcleo del que parte todo lo que sigue, como muestra la misma estructura general que hemos presentado al traducir el texto: del fundamento y fundación (partes 1 y 2) hemos pasado a la acción (parte 3, centro estructurante), que nos llevará a la disponibilidad personal y a la meta o finalidad objetiva de la Orden (partes 4 y 5); la conclusión ratifica y sanciona lo anterior.

Estamos, digo, en el centro jurídico del texto, definiendo eso que podemos llamar la práctica mercedaria. Aquí reciben su sentido y definen su función las palabras anteriores y posteriores del pasaje. Por eso intentaremos ser precisos, empleando un lenguaje condensado.

a.- Introducción histórica.

Introducción al compromiso de 3C ha sido todo el texto anterior, pero en el sentido más estricto del término es introducción este pasaje que asume e interpreta la historia de la Merced en clave de acción redentora. Precisemos las palabras clave:

- La virtud y entendimiento de Pedro Nolasco y de los Maestres sucesores. Es evidente que el fundador ha muerto (murió en 1249, estamos en 1272) y han muerto también alguno de sus sucesores, pero la obra ha continuado. Es una obra que se hace ante todo con virtud en el sentido etimológico del término, es decir, con esfuerzo y poder. Significativamente, en el principio se pone esa virtud o tensión comprometida, ese trabajo duro. Pero, al mismo tiempo, se dice que la obra requiere entendimiento, es decir, discernimiento, capacidad de comprensión, estudio fuerte. Recordemos que la tarea de la Merced es de tipo activo y transformante; por eso se pone primero la virtud (esfuerzo) y luego el conocimiento.

- El trabajo y obra de los hermanos (frailes) y de toda la Orden... Trabajo se dice trebal, es decir, esfuerzo doloroso, algo que cuesta y hace sufrir, en el sentido etimológico y común todavía en aquel tiempo. Es trabajoso lo que exige una tensión y requiere un fuerte sacrificio (como el de alguien que se encuentra condenado, colgando de una horca de tres palos bien entralazados o tripalis de donde deriva el término trabajo). Pues bien, ese "trabajo" ha de ponerse al servicio de la obra realizada; no es dolor por dolor, no es victimismo; es dolor al servicio de la tarea redentora.

Quizá podamos especificar mejor las funciones. El maestre, es decir, el organizador de la obra de la redención, ha de ser hombre de virtud y entendimiento, alguien capaz de asumir como propia y realizar con fuerza y planificación la tarea de la Orden. Por su parte, todos los religiosos han de ser personas capaces de sufrir y actuar al servicio de la acción mercedaria.

b.- Fundamentación teológica.

Cesa la distinción entre Maestre y frailes, pues todos han hecho profesión, se han comprometido en la misma tarea que implica una fuerte identidad con Jesucristo. El esquema del texto es sencillo y así lo presentamos, destacando primero la parte general (las tres virtudes) y fijándonos después en los momentos principales de eso que pudiéramos llamar la cristología mercedaria. Comenzamos con las virtudes:

- Fe en Jesucristo. El mercedario es alguien que confía en Jesús, asumiendo su camino redentor. Por eso, la fe no significa aquí aceptar unas verdades o dogmas de tipo intelectual: fe es confiarse de manera personal en Cristo, ratificando de una forma activa su mismo camino redentor, tal como lo hemos presentado al comentar 1BC.

- Con esperanza de salvación. La esperanza no es algo exterior a la fe, gesto que viene después de creer, sino el mismo dinamismo de la fe en Jesús que nos abre hacia el futuro de la salvación. Esta es la única vez en que aparece la palabra salvación en todo el texto, pero ella marca eso que pudiéramos llamar el horizonte en el que deben entenderse todas las restantes expresiones. El gesto redentor de la Merced está al servicio de la salvación universal y personal, del reino de Dios en Jesucristo; sólo esa esperanza hacia posible el trabajo de los religiosos.

- Y con la verdadera caridad.... El texto interpreta la caridad como proceso de identificación con Jesucristo. Podemos decir que el mismo Jesús l es la caridad encarnada y actuante. Por eso, el camino redentor consiste en un gesto de entrega evangélica .

En este fondo ha de entenderse eso que pudiéramos llamar el credo cristológico mercedario, perfectamente articulado en cuatro miembros o artículos fundamentales que culminan en una fuerte palabra de pascua liberadora. La pascua no aparece presentada aquí a manera de ascenso al cielo, como culminación que desliga a Jesús de los problemas de la historia sino todo lo contrario, como nueva y más profunda inmersión redentora en los problemas de la historia. Comenzaremos exponiendo los cuatro artículos fundantes, luego nos detendremos en algunos de sus aspectos más significativos:

- Tomando carne de la Gloriosa Santa Virgen María. Reasume la palabra sobre el envío de 1B y presenta a Jesús como aquel que se ha encarnado, naciendo de María. La madre de Jesús ha recibido en la Orden de Pedro Nolasco nuevo nombre (se llama Virgen María de la Merced en 2B). Por eso es importante que la hallemos citada aquí, dando carne a Jesús, introduciéndole en el mundo. Evidentemente, el Cristo de la Merced es Cristo encarnado, el hijo de María.

- Siendo verdadero Dios y verdadero hombre en una persona. Esta es la confesión cristológica que la iglesia ha fijado en sus concilios (especialmente en Calcedonia). Dentro del credo mercedario esta confesión resulta básica pues vincula la obra humana de Jesús (su acción redentora) al misterio de su amor trinitario, de manera que ambos se unifican. En la entrega de Jesús se ha desvelado todo el misterio de Dios.

- Sufriendo muerto y pasión por nosotros. No hay verdadera encarnación sin muerte, no hay redención sin entrega de la vida. Aquí recibe su sentido la confesión cristológica, viniendo a presentarse como principio de conducta (modelo de entrega) para los frailes redentores, como reasume 4BC.

- Nos visitó y siempre visita a sus amigos y libera a los que estaban en infierno.
En el lugar donde estructuralmente esperábamos el gesto y confesión de pascua ofrece el texto la palabra de liberación: es como si la misma muerte, desplegada en plenitud, en gesto radical de entrega, viniera a convertirse en principio pascual de redención .

Es evidente que en el fondo de la escena puede estar como en 1Ccd la gran tradición eclesial del descenso a los infiernos entendido como fuente de libertad para los hombres, conforme a una antigua experiencia de la iglesia de Oriente. Pero esa tradición se ha puesto aquí al servicio de la confesión de fe total de la iglesia y de la obra de liberación de los creyentes, de los mercedarios.

La verdadera pascua de Jesús se ha interpretado aquí por tanto en clave de entrega redentora. Queda a un lado el otro aspecto de la pascua (ha subido al cielo, se ha sentado a la derecha de Dios Padre) y se destaca el rasgo de la culminación liberadora:(Cristo ha resucitado porque puede introducirse y se introduce en el abismo de sufrimiento de la historia humana, vista aquí como infierno, para visitar y liberar a sus amigos cautivos!

Hay en el fondo una confesión pascual ligada al descenso de Jesús a los infiernos, al lugar de muerte y cautiverio de los hombres antiguos, que penaban en eso que la tradición posterior llamaba limbo (seno de Abraham) desde el comienzo de la historia humana. Pero ese descenso ya no se interpreta (sólo) en forma de retorno hacia el pasado de los muertos antiguos sino a modo de venida (encarnación) hacia el lugar de sufrimiento y muerte, de opresión y soledad de los hombres sobre el mundo .

Ciertamente, el texto sabe que Jesús está glorioso, está sentado y nos espera en el reino del futuro para decirnos: (venid, benditos de mi Padre a recibir el reino porque tuve hambre....! (5BC). Pero ese futuro pascual del Cristo que ofrecerá a los hombres la plenitud de gozo de su gloria, se encuentra ahora vinculado al sufrimiento de la historia.

Sabemos que Cristo ha resucitado (ha culminado el gesto de su entrega) porque ha visitado, visita y libera a los que están sometidos al infierno de la opresión a lo largo de la historia. Su encarnación no ha terminado. su muerte continúa: el Cristo pascual se sigue introduciendo en el camino de la humanidad, visitando y liberando a los hombres que se encuentran oprimidos.

Esta es una encarnación de amor liberador: sigue el Jesús muerto visitando y liberando a sus amigos, en camino que dirige al reino. Por eso, el misterio de su pascua puede explicitarse y reflejarse (continúa realizándose) en el gesto de los frailes mercedarios.

c.- Trabajo mercedario: visitar y liberar a los cautivos.

La obra de Pedro Nolasco se llama Orden de la Redención de los cautivos. Es una redención que expande, continúa, la obra pascual del Cristo que visita y libera a sus amigos. Así lo ha presentado el texto, en palabra de gran fidelidad teológica:

- Redención del Cristo pascual: Jesús resucitado visita y libera a sus amigos cautivos en el mismo infierno de este mundo, en gesto universal de entrega liberadora, abierta al gozo de la gloria. Este es el signo de la resurrección de Cristo, está la prueba de su triunfo: sigue abriendo camino de liberación dentro del infierno de la historia.

- Redención mercedaria:
Los mercedarios se comprometen a visitar y liberar a los cristianos cautivos. Los gestos fundamentales siguen siendo los mismos de Jesús (visita y redención); pero en el lugar donde estaban todos los amigos de Jesús (los necesitados en general) aparecen ahora los cristianos cautivos, que han de ser amigos especiales de los mercedarios.

Hemos llegado al compromiso central, al texto que define el sentido de la Orden mercedaria. Cada una de sus palabras está escogida y empleada con toda precisión. Por eso debemos estudiarla con detalle.

Se dice que los hermanos trabajen, es decir, que se esfuercen en sentido creador. La acción redentora no se puede entender en un nivel contemplativo; no es pura intención de la mente, ni es sólo una oración del corazón o liturgia de tipo espiritual que reune a los orantes en actitud contemplativa.

La acción redentora es un trabajo, acción externa que brota de la totalidad de la persona y pertenece al nivel de la razón práctica tal modo que define al ser humano por aquello que él realiza. En esta perspectiva ha de entender la preciosa división ternaria que el texto ha establecido y que responde a la tradición de los autores espirituales de aquel tiempo:

- De buen corazón. El ser humano es ante todo corazón, es decir, profundidad de amor, memoria afectiva que vincula a lo divino. En el lugar donde otros suelen poner la intuición de Dios o el ser profundo, nuestro texto pone el corazón. En clave de amor vive el mercedario, sólo desde una fuerte experiencia de amor puede realizar su acción redentora. Únicamente puede ser buen mercedario aquel que es limpio de corazón (Mt 5,8; cf Mt 11,29), aquel que ha puesto su corazón en el lugar del verdadero tesoro del reino de los cielos, que es el amor de Dios (cf Mt 6,21).

- De buena voluntad. Del amor profundo o corazón proviene la buena voluntad, es decir, el compromiso activo, la determinación radical. Suele decirse que la voluntad nace del conocimiento (nihil volitum nisi precognitum); pues bien, para el mercedario, la voluntad nace del corazón, es decir, del cambio interior. No se puede hablar aquí de ningún voluntarismo, de ningún esfuerzo hecho a la fuerza; del buen corazón brota la voluntad, sólo del amor profundo (de la experiencia del amor misericordioso) puede brotar la determinación redentora.

- Y por buena obra. El corazón y voluntad se expresan a través de la obra buena, es decir, de la acción adecuada. Las obras redentoras resultan totalmente necesarias: ellas brotan de la bondad interior y se expresan en forma externa en el gesto de visita y liberación .

La acción externa recibe dos nombres fundamentales: visitar y liberar. Estos son los gestos de la redención en perspectiva mercedaria. El nombre genérico, empleado en el título de la Orden, es la redención (cf 2B). Visitar y liberar son los gestos particulares, es decir, los medios que emplea el mercedario para realizar su buena redentora (que la conclusión presenta en forma abarcadora como visitar y redimir) .

Recordemos los gestos de la redención original del Hijo de Dios: visita, saca, introduce, repara (1C), gestos que luego se condensan en dos: visita y libera (3Bc). Estos son los que ahora se aplican a los mercedarios y aparecen en el centro del pasaje, definiendo la acción redentora:

- Visitar. Es el comienzo de la acción redentora. Hay que llegar hasta el lugar en que se encuentran los cautivos, compartiendo su opresión y sufrimiento. Eso significa que en el principio está la encarnación: vivir por dentro el dolor de los demás, compartir su propia suerte, conocer por experiencia sus dolores.

- Liberar (desliurar). Este es el culmen de la acción redentora: romper las cadenas de aquellos que se encuentran atados, cortar sus ataduras, permitiendo de esa forma que ellos puedan realizarse. Lo que importa al fin no es el gesto mercedario (visita) sino el nuevo modo de existencia de los liberados.

Las dos palabras, visitar y liberar, que el texto ha tomado de la tradición bíblica (Lc 1,68), constituyen una profunda unidad significativa. El que visita se introduce, entra en el mundo de los cautivos; el que libera saca, hace que los cautivos puedan superar su estado antiguo. Entra el libre (el redentor) para que de esa forma pueda salir el oprimido (el cautivo).

Este es el proceso de la redención completa, la obra del corazón activo, obra que brota del amor que sabe introducirse en la opresión (que visita), para sacar de ella a los cautivos (les libera). Esta es la acción mercedaria, codificada por las constituciones.

- Es una obra concreta: liberar a los cristianos cautivos en poder de sarracenos... En este horizonte se mueve la acción mercedaria, conforme a la experiencia y dolor social del tiempo. Estos cristianos cautivos son un signo de todos los humanos que se encuentran dominados, aplastados en el mundo por el Diablo... El mercedario quiere realizar en ellos la misma acción del Cristo.

- Es una obra abierta: o en poder de otros enemigos de nuestra ley. La ley de Cristo ha de entenderse en esta perspectiva como experiencia de amor y libertad (cf 1C y 3Bc). Enemigos de esa ley son por lo tanto todos los poderes que oprimen o esclavizan al ser humano, todos los que han convertido nuestro mundo en cautiverio o cárcel donde estamos ahora esclavizados.

- Esta es una obra total:
como una ventana abierta al misterio pleno de la nueva humanidad. Ciertamente existen otros medios, otras "ventanas" que nos abren hacia el mundo divino de la gracia y de la unión reconciliada entre los hombres. Esta experiencia de visita y acción liberadora introduce al mercedario en el misterio total de la gracia de Dios, en aquello que han buscado y realizado con su gesto redentor todos los cristianos verdaderos.

Esta acción redentora no es un dato parcial, un gesto que pueda unirse a otros gestos para expresar de esa manera el todo de la vida cristiana. Conforme a la dinámica del texto, esta acción de visita y libertad expresa y marca, en una perspectiva particular, todo el sentido de la vida cristiana.

Se trata, evidentemente, de una perspectiva particular y así lo indica el hecho de que deba realizarse según la buena determinación y buena voluntad del Maestre de esta Orden. No es algo que pueda hacerse por aislado, producto del carisma de un momento. El Maestre General regula y organiza la acción mercedaria, insertándola en las circunstancias concretas del tiempo y del espacio, conforme al principio de encarnación que marca la vida de la iglesia.

4.- DISPONIBILIDAD

La acción mercedaria sólo es posible allí donde los religiosos se encuentren radicalmente disponibles, es decir, dispuestos a dar la vida por aquellos a quienes desean liberar. Siguen siendo fundamentales las virtudes ya citadas (fe, esperanza y caridad: 3B), es necesario el aporte total de la persona (corazón, voluntad, obras: 3C); pero al fin hace falta más, algo que transcienda al ser humano, enraizándole en el Cristo: la disposición a dar la propia vida.

No se trata de ningún victimismo. El mercedario no quiere que le maten, no se encuentra fascinado por la muerte sino todo lo contrario: es un enamorado de la vida y quiere darla, compartirla, abriendo un camino de libertad para aquellos que se encuentran más esclavizados sobre el mundo.

El mercedario es un enamorado de la vida de sus amigos, como lo fué el mismo Jesús, conforme a lo que ya hemos indicado (cf 1Ca; 3Bc). Jesús murió por sus amigos (cf Jn 15,13-14); también el mercedario está dispuesto a dar la vida por ellos, en gesto de gratuidad gozosa, de dolor creativo. En el fondo de esta disponibilidad viene a expresarse el misterio radical del evangelio: (quien ame su propia vida la perderá; quien pierda su vida por mí o por el evangelio la salvará! (Mc 8,35 par).

Perder la vida por Jesús y como Jesús significa ponerla en manos de los amigos, entregarla por ellos. Sólo de esta forma se confiesa el triunfo del amor sobre la muerte; así se testifica el misterio de la pascua. Los mercedarios saben que la entrega de Jesús no ha sido en vano y así lo muestran con su propia disponibilidad.

Esto es lo que más tarde la tradición mercedaria ha explicitado en forma de cuarto voto o voto de sangre. Entendido como disposición general, este "voto" pertenece a la esencia de la vida cristiana: todos los que siguen a Jesús han de encontrarse dispuestos a seguir su gesto, poniendo su vida al servicio de la libertad de los demás, invirtiendo el gesto de violencia de aquellos que oprimen y expulsan a los otros hasta convertirlo en gesto de gratuidad positiva, creadora, no violenta, en favor de los "chivos expiatorios" del sistema.

Leído de esta forma, a la luz de todo el evangelio, este pasaje nos permite descubrir el mecanismo de opresión de nuestra historia violenta para superarlo con Jesús, en gesto de gratuidad creadora. Estos son sus rasgos principales:

- Hay una sociedad de violencia que oprime a los hombres convirtiéndolos en chivos emisarios, es decir, en depositarios de la propia violencia del sistema. En aquella sociedad, vista desde una pespectiva cristiana, los chivos emisarios más sufrientes (no los únicos) eran los cautivos. Ellos padecían la violencia del sistema entero, teniendo que vivir como expulsados.

- Frente a esa situación de la sociedad que expulsa o cautiva a los culpables se eleva el mercedario, en gesto de amor liberador. Precisamente esos, los chivos emisarios del sistema social , son para el mercedario los amigos: son los más dignos de amor, los inocentes en sentido radical. Estasr dispuesto a morir por ellos significa confesar de un modo práctico la fe en el Cristo .

Desde esta perspectiva queremos entender el texto, distinguiendo sus tres momentos : a) sentido de merced o acción liberadora; b) disposición de entrega de la vida o actitud interior del mercedario; c) ejemplo de Cristo, que aparece nuevamente como principio y contenido de toda la acción redentora.

a.- La merced.

La palabra merced había quedado ya fijada en el título (Orden de la Virgen María de la Merced), identificándose en el fondo con la redención de los cautivos (2B). Ahora vuelve y se define en sentido técnico ((mercedario!), reasumiendo diversos elementos ya citados de la acción redentora que cobran un sentido nuevo y vienen condensados (unificados) desde el compromiso permanente de la Orden. Estos son los momentos integrantes de la "merced", es decir, de la redención de los cristianos cautivos, en la línea de Fray Pedro Nolasco:

- Seguir. El mercedario no es uno que empieza, realizando una obra nueva sino alguien que sigue los pasos de Fray Pedro Nolasco, dentro de una Orden ya constituida. Se pone en la línea anterior, asume el pasado y continúa realizando lo que han hecho los mercedarios anteriores.

- Adelantarse. El texto había definido a Fray Pedro Nolasco como el gran adelantado, aquel que abre camino en línea redentora (2C). Pues bien, ahora son todos los mercedarios los que aparecen como adelantados: personas que asumen de forma intensa la tarea de la redención, siendo así capaces de responder a los nuevos retos de las diversas cautividades que surgen en el mundo.

- Visitar y liberar. Vuelven las dos palabras fundamentales, aplicadas antes a Jesús (3Bc) y luego a todos los mercedarios (3C). Ellos han de seguir a Fran Pedro Nolasco y adelantarse en el camino redentor, para así visitar y liberar a los cautivos de los tiempos nuevos. Este es el centro, esta es la clave de la obra mercedaria.

b.- El salario de la vida.


Los mercedarios serán profesionales de la obra redentora y toda redención implica un precio. Del sentido profundo de ese precio trata este apartado, interpretándolo en claves de entrega de la vida. De esa forma nos sitúa en el centro del evangelio, allí donde los sacerdotes ponen precio a la vida de Jesús, que él entrega libremente, conforme al gesto de la mujer del vaso de alabastro que le unge para morir. Dos han sido las formas principales de fijar y pagar ese precio de redención:

- Modelo trinitario. En un momento determinado, en un sentido externo, ese precio de redención de los cristianos se estipulaba y pagaba en forma de canje de cautivos: un cristiano por un musulmán y viceversa; vida por vida, persona por persona. Este es un buen modelo, siempre que las dos sociedades (cristiana y musulmana) se comprometan a liberar y canjear sus cautivos, creando así dos grandes espacios de libertad interior que se comunican entre sí de un modo gratuito, no violento .

- Modelo mercedario. Fray Pedro Nolasco y los primeros mercedarios, como buenos mercaderes, han utilizado más bien un modelo comercial: han recogido limosnas y han liberado (comprado) con ellas a los con ellas a los cristianos cautivos, convirtiendo así el dinero (utilizado casi siempre como medio de dominio y opresión) en principio de libertad, conforme a la palabra de Jesús: ganaos amigos con la mamona de la iniquidad (Lc 16,9). El mismo dinero inicuo, empleado muchas veces para esclavizar a los hombres, viene a presentarse de esa forma como fuente de liberación.

El mercedario es comerciante: un hombre que sabe pagar. Los cautivos tienen un precio y él está dispuesto a gastarlo. Busca dinero entre cristianos, colecta la limosna de los fieles que gozan viviendo en libertad y la convierte en principio de liberación, en un camino que en el fondo tiende a transformar las condiciones económicas del mundo.

Recordemos la tradición religiosa de aquel tiempo (siglo XIII). Francisco de Asís ha mostrado con su propio desprendimiento el riesgo de las riquezas; por eso las deja a un lado, queriendo crear una comunión de hermanos menores, desde la pobreza convertida en principio de gratuidad fraterna. Pues bien, Fray Pedro Nolasco ha dado un paso en adelante: ha transformado el sentido de la propia riqueza, queriendo convertirla en principio de libertad, de encuentro entre los hombres.

Pero es evidente que la riqueza en sí no basta. Por eso nuestro texto no habla de ella, no explicita la forma en que la redención puede y debe realizarse (ni en clave de canje, ni en clave de compra). Deja a un laso los caminos y busca lo esencial: sea cual fuere el medio utilizado, el camino de la redención implica entrega de la vida.

Este es el precio verdadero, este el coste de la redención: para visitar y liberar a los cautivos hay que estar dispuesto a dar la propia vida (la propia libertad). Amor con amor se paga, dice el refrán; amistad con amistad, vida con vida. Quien quiera ofrecer libertad a los demás tiene que estar dispuesto a perder la propia libertad, para así ganar la propia libertad del otro (para así ganar la propia vida, conforma a la palabra de Jesús en Mc 8,34-35 par) .
Este es el sentido de la obediencia mercedaria, esta la respuesta a la llamada de la libertad que Dios ha dirigido a cada uno de sus religiosos: han de estar dispuestos a dar la propia vida por los otros, convirtiéndola así en precio de libertad para los cautivos.

c.- Como Cristo la dio por nosotros.

El milagro mercedario consiste en convertir la propia vida en principio de libertad para los otros. Esto es lo que Cristo ha realizado, esto es lo que pueden realizar sus seguidores.

Ordinariamente utilizamos la vida de los otros en provecho propio: descargamos sobre ellos nuestra agresividad, les hacemos culpables, en gesto de violencia que se expresa de muy diversas formas, culminando aquí en el cautiverio. Pues bien, la inversión de todo cautiverio es este gesto de Jesús que da su vida en favor de los demás. No responde a la violencia con violencia; no contesta al cautiverio con otro cautiverio; él se ofrece, inerme, lleno de amor, para bien y libertad de los cautivos, en manos de aquellos mismos que le matan.

No hace falta ninguna adaptación especial, ningún cambio de sentido de la palabra radical del evangelio. El autor de Const 1272 sabe que el gesto de Jesús sigue teniendo valor permanente. Esta es la experiencia de Dios, este el secreto de la redención: dar la vida por los otros.

Al decir que Cristo dio la vida por nosotros, el texto está suponiendo que los mercedarios han vivido la experiencia de liberación. Se han sentido esclavizados (bajo el poder del Diablo y del infierno: cf 1C), se han descubierto visitados y liberados por Jesús (3Bc); han venido a sentirse como amigos. Por eso ahora pueden responder en gesto de amor, no por obligación o victimismo, no por imposición o fatalidad sino en actitud de amor encarnado y amistoso, igual que Jesucristo.

5.- FINALIDAD

Del Cristo que ha dado la vida por nosotros pasamos al Cristo que aparece como juez y salvador final. Toda la obra de la redención tiene una meta: el descubrimiento y despliegue gozoso de Cristo que viene a culminar su acción liberadora llamando a sus amigos redentores a la vida.

Ahora que llegamos al final podemos advertir la perfecta estructura del pasaje, con un ritmo quiástico de avance y correspondencia entre sus varias partes. Estos son sus elementos, esta su unidad y despliegue de conjunto:

A (1): FUNDAMENTO. Dios Padre envía a Cristo como redentor
B (2): FUNDACIÓN: surgimiento y finalidad de la Orden
C (3): ACCIÓN: el compromiso redentor
B'(4): DISPONIBILIDAD: la entrega mercedaria
A'(5): FINALIDAD: salvación final; Jesús pone a los hombres en manos de Dios Padre.


Dejamos fuera del esquema la conclusión, que recoge y ratifica de un modo unitario todo lo anterior. Una simple visión del esquema nos permite descubrir la referencia que existe entre las partes del texto. En el centro queda (c) la acción, el compromiso redentor; en las partes intermedias (b y b') la fundación de la orden y su compromiso de entrega de la vida; en los extremos (a y a') el fundamento y la finalidad.

Son claras ahora (en esta parte 5, que ahora llamamos a') las referencias a la parte primera. Del envío de Cristo (a) hemos venido a la culminación de la obra de Cristo (a') que puede poner a los salvados (a los redentores) en manos de Dios Padre. También aquí hemos dividido el texto en tres secciones que detallaremos:

a.- El juicio de la misericordia

Todo el despliegue anterior viene a condensarse ahora en perspectiva de culminación escatológica. La historia de este mundo no se cierra en sí misma, no es un círculo en que todo vuelve donde estaba. No es igual la suerte de verdugos y de víctimas, de opresores y de liberadores. Al final, en el juicio de la misericordia de Dios, culminarán en gloria los misericordiosos.

Pero más que la acción de los misericordiosos a que alude todo el texto siguiente (5C y conclusión B), este pasaje ha resaltado la misericordia de Dios. Ella estaba en el principio, como nota y signo fundante del misterio (1A); ella vuelve a aparecer ahora al final, como fuente de salvación para los que han hecho caridad sobre la tierra.

El texto está fundado en Mt 25,31-46, interpretado ahora como culmen y meta del evangelio. La pasión de Cristo y su entrega pascual por los demás se ha realizado ya en su plenitud, recibiendo todo su sentido. Así acaba, así encuentra su verdad final el evangelio mercedario.

De la salvación de los cautivos no dice el texto nada, como tampoco ha dicho nada expreso el evangelio (Mt 25,31-46). Pero toda la dinámica anterior, lo mismo que la cita siguiente, supone que esos cautivos pertenecen al misterio de Cristo, forman parte de su misma salvación, están salvados:

- Por una parte, los cautivos son amigos de Jesús, como ha indicado el texto (1Cb; 3Bc) y nuestra exposición ha resaltado. Son amigos, pertenecen a su familia, participan de su suerte. Es evidente que se encuentran salvados por la misericordia de Dios.

- Por otra parte, la misma cita de Mt 24,31-46 (cf 5C) identifica a los encarcelados y pobres con Jesús. No son simplemente sus amigos; son el mismo Cristo; forman parte de su propia vida mesiánica, del misterio de su entrega en favor de los demás .

Nuestro texto no está escrito para consuelo espiritual de los pobres; no es un discurso teórico sobre el sentido general de la salvación humana sino una especie de ley fundante que anima a los mercedarios para que realicen el gesto de su entrega redentora en favor de los cautivos. Por eso deja a un lado el dramatismo de Mt 25,31-45, con el dualismo simbólicamente paralelo (casi simétrico) de salvación y condena, de derecha e izquierda. Nuestro texto supone que todos (los mercedarios) podrán encontrarse a la derecha, en el lugar de la misericordia salvadora.

b.- La dulce palabra de Jesús

El principio de salvación sigue siendo la misericordia de Dios, conforme acabamos de indicar (relacionando 5A con 1A). Pues bien, esa misericordia se expresa ahora por medio de la palabra de Jesucristo, relacionando de nuevo nuestro texto (5B) con el texto del principio que hablaba del envío del Hijo (1B).

El Hijo del Dios misericordioso (1AB) se llama ahora Jesucristo (es Hijo encarnado) y dirá una dulce palabra. El significativo el hecho de que el mismo Jesús aparece como como dulce a través de su sentencia salvadora, recibiendo así un apelativo que la tradición posterior atribuye quizá con más frecuencia a su Madre, la Virgen María .

Esta dulce palabra (Venid benditos de mi Padre! (Mt 25,34) constituye el culmen de todo el evangelio mercedario. Es palabra de Jesús (su acción final, meta de de la historia); pero es palabra que evoca el amor y bendición (misericordia) de Dios Padre, uniendo así nuestro pasaje (teología de Mt) con la teología paulina que se hallaba en el comienzo del texto (en 1A).

Así se contrapone la dureza del pasaje anterior y de la teología de la historia que ha ofrecido (hombre encarcelado, cautivo bajo el diablo y el infierno) con el gozo final de la gloria interpretada como expresión de la dulzura de Jesús. Es evidente que en el fondo sigue estando el lenguaje del amor y del amigo que define este pasaje y toda la teología mercedaria.

c.- Porque estaba en la cárcel y vinisteis a mi

Las Const 1272 han recogido al pie de la letra los seis gestos de misericordia (de servicio humano) que había destacado Mt 25, 41-46, pero con algunos cambios significativos. El más importante es el orden nuevo.

- Mt 25, 31-46 había comenzado por el hambre/sed, pasando por el exilio y desnudez a la enfermedad y cárcel. De esa forma había introducido una especie de crescendo, un proceso ascendente en el nivel y gravedad de las necesidades de los hombres. Al fin, como culminación de todas, presentaba la cárcel.

- Las Const 1272 comienzan por la cárcel, recuperando de esa forma la estructura de 1Ca donde se decía que el linaje humano se encontraba cautivo, bajo el poder del Diablo y del Infierno. El cautiverio (y especialmente el de los cristianos bajo el poder de sarracenos) se interpreta como un tipo de cárcel. Ella es el principio y signo abarcador de las opresiones de los hombres; de ellas provienen todas las restantes.

Este es el punto de mira, este el enfoque universal que nos permite comprender lo que nosotros sentimos, pensamos y decimos. Las cosas se ven de manera distinta desde el palacio y la choza, desde la cátedra eclesial o desde el fondo de la mina. Pues bien, nuestro texto quiere que miremos y entendamos todo desde el punto de vista de la cárcel. Es un enfoque particular, pero nos permite comprender el conjunto de la realidad y actuar de un modo fuerte en favor de los últimos del mundo.

Este es el enfoque de Dios que ha venido a encarnarse precisamente en el Cristo que empieza diciendo: estaba en la cárcel y vinisteis a mí. La cárcel es lugar de expulsión. Es el lugar donde "echamos" a los que nos sobran o estorban, descargando en ellos nuestra agresividad. Es el lugar donde los hombres pagan eso que en 1Bc aparecía como pecado satánico: el orgullo de los que se imponen con envidia por encima de los otros, viviendo a costa de ellos.

Pues bien, Jesús ha invertido ese proceso de orgullo, envidia y opresión, identificándose precisamente con los expulsados y rompiendo de esa forma el círculo o espiral de violencia de nuestra historia. Al introducirse en la cárcel (al identificarse con los cautivos), en gesto redentor, Jesús viene a situarse en el centro de toda la realidad: allí donde culmina la opresión (el mal de los humanos) viene a revelarse y triunfa con fuerza superior el don de Dios en Cristo.

Desde la cárcel del cautiverio, desde el fondo de opresión donde los hombres se encuentran oprimidos por el diablo (expresado en otros hombres) puede interpretarse en su verdad todo lo que existe. En todo lo demás puede darse engaño: pueden engañar y mienten los grandes programas sociales, las teorías filosóficas, los mitos religiosos... Sólo en el dolor de oprimidos puede hallarse la verdad de Dios para los hombres; allí donde los hombres ya no no pueden nadan, donde son solo cautivos, hambrientos, desnudos, exilados... ellos resultan incapaces engañar. Pues bien, precisamente allí, desde su miseria total, ellos desvelan el rostro del Cristo de Dios que ha venido a encarnarse en nuestra historia .

El texto respeta las seis obras de Mt 25,31-46 (sin introducir la séptima de enterrar a los muertos), interpretándolas como expresión de la misericordia suprema: manifestación y signo de Dios sobre la tierra. Aquí no hay lugar para una escapatoria de tipo espiritualista; estas son las necesidades del hombre, el signo del infierno sobre el mundo; aquí viene a expresarse el Dios de Cristo.

Dentro de nuestro contexto es significativo el hecho de que la obra final (acoger al exilado) se formule desde la carencia de casa: no tenía hogar (hostal) y me recibisteis. Hostal es la casa que abre las puertas, haciéndose hotel gratuito y fraterno y hospital acogedor donde se cura y ofrece cariño a los enfermos. Desde aquí se entiende todo el texto:

- En el principio está la cárcel, el lugar donde se expulsa, oprime y manipula a los hombres, descargando en ellos la agresividad del conjunto. Toda la obra mercedaria será un intento de superar la cárcel del cautiverio, en clave de gratuidad y entrega de la vida.

- En el final aparece el hogar u hostal, la casa abierta donde los hombres encuentran acogida, se reciben unos a otros, se ofrecen cariño, curación y compañía.

Convertir la cárcel en hostal, hacer del cautiverio lugar de libertad y encuentro mutuo, en amor creador y fraterno: este es el principio, esta es la meta de la acción mercedaria. Así lo ha formulado de forma muy precisa el texto.

CONCLUSIÓN

Propiamente hablando el argumento ha terminado. Hemos llegado al juicio de Dios, ya no se puede decir nada. Pero nuestro texto quiere recapitular lo anterior y así ofrece una conclusión que en parte se vincula a la sección final (5) y en parte ratifica todo el proemio.

Esta conclusión reinterpreta el sentido de las obras de Mt 25, 31-46 entendiéndolas desde la perspectiva de la redención de cautivos. Posiblemente ha habido dos posturas dentro de la Orden: algunos han destacado la exigencia general de la caridad; otros se han querido centrar solo en los cautivos. El texto responde de forma clara, visible en la misma estructura del texto. Nos limitamos a evocarla:

a.- Todas las cuales cosas ha ordenado Jesucristo que se cumplan en esta Orden... Se ensancha así el abanico de las obras que deben realizar los mercedarios, como si ellos fueran un grupo al servicio de la caridad universal. Son cristianos, es claro que han de estar comprometidos, como todos los creyentes, al servicio que ha ofrecido Mt 25, 31-46.

b.- Para mantener y (hacer) crecer obra de tan gran misericordia como es visitar y redimir a los cautivos....
Las seis obras de Mt 25, 31-46 quedan de esa forma integradas en la única gran obra de la redención, que se realiza precisamente visitando y liberando a los cautivos.

c.- Para lo cual ha establecido Dios propiamente esta Orden. Se reasume así toda la temática anterior, el envío del Hijo de Dios, la tarea de Pedro Nolasco, el surgimiento de la merced. Ciertamente, en cuanto cristianos, los mercedarios están llamados a responder a todas las necesidades del mundo (conforme al esquema de las seis obras de servicio o misericordia que presenta Mt 25, 31-46). Pero ellos expresan y cumplen esas obras en el servicio de la redención de cautivas que las engloba y vincula de una forma intensa.

De esta forma ten sencilla ha culminado el texto, ratificando todo lo anterior y situándolo en perspectiva de juicio o culminación de la obra de Dios. Lo que empezaba siendo una confesión de la misericordia del Padre (con referencia a Éxodo y a Pablo) viene a presentarse al final como un compromiso de acción liberador, con Jesús. En medio ha quedado toda la acción de los redentores, interpretada como expresión del Espíritu de Dios y de su libertad. Así culmina, así alcanza su sentido pleno el texto.
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