La  pluralidad de imágenes sobre el Jesús histórico / 2

Si contemplamos el panorama total de la investigación desde el siglo XVIII, que se acentuó de forma especial durante las últimas décadas, encontramos una pluralidad de imágenes de Jesús derivadas de diferentes interpretaciones de las fuentes actualmente disponibles. De forma sintética, mencionamos algunas de las más relevantes con sus  principales defensores, dando prioridad a los más actuales, desde la década de los años 80 del pasado siglo.

  1. a) Un Jesús profeta apocalíptico y escatológico. Esta fue la visión dominante en la investigación desde el siglo XVIII. Iniciada por H.S. Reimarus, argumentada por J. Weiss y A. Schweitzer, defendida por investigadores independientes, como A. Loisy, Ch. Guignebert, M. Goguel y retomada por reputados estudiosos actuales, como E. P. Sanders, B. Ehrman, D. Allison, J. P. Meier etc.

En el marco de la tradición apocalíptica judía, Jesús habría sido un profeta visionario, que desveló (apokálypsis= revelación) la llegada inminente del fin del mundo (éschaton= final), la cual él esperaba para su generación (cfr. el “pequeño apocalipsis” en Mc 13), como también lo esperará más tarde Pablo  de Tarso (1Te 4, 13ss.) y la primitiva comunidad judeo-cristiana de Jerusalén. Se trata de una profecía escatológica no cumplida, que fue reinterpretada y corregida en  posteriores textos del Nuevo Testamento, como 2 Tes y 2 Pe.

 Con el fallo de la profecía escatológica, la parusía (segunda venida del Cristo glorioso) quedará aplazada sine die. Como discípulo del Bautista,  Jesús predicaba la “buena nueva” (euaggélion) del Reino de Dios (Mc 1,15), un concepto utópico simbolizado por un banquete real, que Yahvé  de forma milagrosa habría de instaurar en un futuro próximo en la tierra de Israel, liberándolo del dominio extranjero (los romanos como potencia ocupante) y estableciendo al mismo tiempo la victoria definitiva sobre Satán.

 Unida a la idea nuclear del Reino de Dios (basileía toû theoû), Jesús predica una moral interina y radical, basada en la conversión para el juicio divino, que incluía la salvación para unos y la  condenación para otros (los malditos son enviados al lago de fuego, según el libro del Apocalipsis.

 b) Un Jesús maestro sabio, semejante a un filósofo cínico, ubicado en un contexto histórico muy helenizado. Esta imagen sapiencial, que aparece como una reacción contra la anterior, trata de crear en el ámbito confesional un nuevo consenso sobre Jesús, una vez liberado de los molestos elementos apocalípticos.

 Esta nueva imagen es defendida en  EE.UU por el colectivo Jesus Seminar. Dentro del grupo tuvo mucha difusión la obra del exdominico  J. D. Crossan, El Jesús histórico. La vida de un campesino judío del Mediterráneo.

Este retrato sapiencial sería, en opinión de algunos críticos, el último intento de desescatologizar la imagen apocalíptica de Jesús (presente  desde el nacimiento del cristianismo), que resulta incómoda para la cristología ortodoxa, debido a la  “escatología errónea de Jesús” afirmada por Theissen-Merz,  y a la violencia que implica. Además, la figura implausible de un simple Jesús maestro sabio difícilmente explicaría el cruel castigo romano de la  crucifixión, aplicado a rebeldes sediciosos, no a delincuentes comunes. 

 c) Un Jesús carismático: inspirándose en la categoría sociológica de “carisma” de Max Weber, concepto que en Pablo tiene el significado teológico de don sobrenatural (cháris= gracia divina), Theissen y A. Merz interpretan a Jesús como un líder dotado de una personalidad extraordinaria y de autoridad carismática, que crea un movimiento itinerante con un estilo de vida radical y disidente; “la primera respuesta a la pregunta sobre quién fue Jesús, es: un carismático judío” (2). Como líder carismático atrae y fascina a los adeptos, incluso a multitudes, e irrita a los adversarios (saduceos, herodianos, fariseos).

 También el historiador judío Geza Vermes interpreta a Jesús como un taumaturgo y terapeuta carismático, situado en el contexto judío de la época. Contra  la visión de Crossan, Jesús no sería, pues, un ejemplo de  filósofo cínico, controvertida imagen, también criticada por otros muchos investigadores.

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 (2) Cfr. Theissen, G. y Merz, A. (2012), El Jesús histórico. Manual, Sígueme, Salamanca, p. 240.

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