Contemplativos en la acción , 21.7.13

1. El evangelio presenta dos tipos de mujer: “María, sentada a los pies de Jesús escuchaba su palabra, mientras su hermana Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio”. Marta era mujer hacendosa, la que está pendiente de todo, la que cuida de la casa y de los niños, la que atiende a los visitantes; siempre dispuesta para servir a quien llegue. María también recibe con amabilidad al que llega pero primero escucha sus preocupaciones. Las dos mujeres actúan bien. Representan dos formas complementarias de relacionarnos con los demás.

2. Esos dos tipos de mujer nos despiertan a dos aspectos de nuestra personalidad. En la vida tenemos que desarrollar tareas para sobrevivir y para sacar adelante un proyecto; la existencia humana conlleva una exigencia de acción; pero si perdemos la orientación o sentido de la vida, nuestras actividades acaban con nosotros, el activismo nos consume, nos aliena e impide que seamos nosotros mismos. Sin embargo también nos amenaza otro extremo: evadiéndonos de los compromisos que imponen nuestra relación con los otros y la fidelidad a la tierra que debemos cultivar. Ssí fácilmente confundimos interioridad con intimismo y lo que llamamos contemplación puede ser espiritualismo individualista encubierto a veces en fanatismo grupal.

3. Ya en la situación social en que ahora nos encontramos. Por supuesto que debemos dar a los pobres lo poco que podamos; no tanto y sólo por la necesidad beneficencia, sino para ir abriendo camino a la lógica de gratuidad. Si queremos actualizar la inspiración evangélica del amor y de la opción preferencial por los pobres, debemos comprometernos en gestos de solidaridad. Pero esos gestos no deben ir separados de nuestra relación con Dios que cultivamos en las prácticas religiosas. Nuestro compromiso por la justicia y por erradicar la pobreza debe brotar de nuestra fe cristiana o encuentro con el Dios revelado en Jesucristo. Y esta experiencia o encuentro se manifiesta y concreta en el compromiso histórico para cambiar estructuras e instituciones injustas, en orden a que todos los seres humanos puedan vivir con dignidad.
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