Carta abierta a Don Luis Quinteiro

Estimado Don Luis Quinteiro: Me sabe mal tener que escribirle esta carta abierta. Ha sido usted obispo de Ourense (mi obispo) y, aunque no nos hemos relacionado demasiado, yo sabía de usted y usted de mí a través de personas interpuestas. Y siempre nos respetamos. Incluso, le agradezco algún gesto reciente de cercanía y de confianza. Pero la injusticia clama al cielo y no se debe, aunque duela, dejarla pasar, como si nada ocurriese.

Me refiero, monseñor, como habrá ya deducido, a la nota publicada el pasado sábado en la página web de su diócesis. Una nota lamentable y que no es de recibo. Y que, además, se publica en nombre del obispado y sin firmar. ¿Quién es, en este caso, el obispado de Tui-Vigo? ¿Usted, su vicario general, Juan Luis Martínez Lorenzo, su curia, su cabildo? Y, para más inri, una nota escrita con una rapidez endiablada, como si le fuese en ello la defensa de la fe frente a una profanación o a un aquellare herético.

Una nota, monseñor, que se descalifica por sí misma, pero que intenta "condenar" y descalificar a un eximio jesuita, catedrático de Bioetica. Con la peregrina argumentación de que no "comparte muchas de sus afirmaciones". Y, a continuación, viene lo mejor. Porque la nota de su obispado explica "que no comparte muchas de las afirmaciones, según las informaciones de la prensa".

¿Una condena basada en una nota de prensa? ¡Qué honor para el excelente periodista del Faro de Vigo, Rafa López! Rafa, colega, guarda esto en tus anales. Creo que eres el primer periodista de España y, quizás del mundo, cuyo reportaje es utilizado para "quemar" a un teólogo en la plaza de la opinión pública y publicada.

¿Y donde queda, monseñor, el respeto al Derecho Canónico? ¿Se puede condenar públicamente a alguien en la Iglesia, basándose simplemente en la noticia de un periódico? ¿No hay derechos en la institución? No creo que Juan Masiá lo haga, pero tendría todas las de ganar contra su obispado en un juicio ante un tribunal eclesiástico.

Convendrá conmigo, monseñor, que se trata de una nota que no es de recibo y que incluso roza lo ridículo, si no fuese porque afecta a la dingidad personal de un santo varón. Juan Masiá no dirá nada. Cual varón de dolores sufrirá en silencio, una vez más, la burda descalificación de su cuidada, sensata y hasta dulce conferencia.

Porque, en su conferencia, monseñor, no se propalaron herejías. Masiá sólo apostó por el cambio de una moral del semáforo a la de la brújula y, sobre todo, por la pastoral del acompañamiento. Ya sabe, ésa pastoral que tanto nos recomienda el Papa Francisco: acompañar a la gente siempre, especialmente en los momentos más complicados de la vida e, incluso, en el error.

Le copio lo que, a este respecto, dice el cardenal Bergoglio a sus entrevistadores, en el libro 'El Papa Francisco, conversaciones con Jorge Bergoglio'. En la página 64, pone el siguiente ejemplo de acompañamiento:

"A comienzos de los años noventa, siendo vicario de Flores, una chica de un colegio de Villa Soldati, que cursaba el cuarto o quinto año, quedá embarazada. Fue uno de los primeros casos que se planteó en la escuela. Había varias posturas acerca de cómo afrontar la situación, que contemplaba hasta la expulsión, pero nadie se hacía cargo de lo que sentía la chica. Ella tenía miedo por las reacciones y no dejaba que nadie se le acercase. Hasta que un preceptor joven, casado y con hijos, un hombre al que yo respeto mucho, se ofreció para hablarle y buscar con ella una solución. Cuando la vio en un recrero le dío un beso, le tomó de la mano y le preguntó con cariño: '¿Así que vas a ser mamá?' y la chica empezó a llorar sin parar. Esta actitud de proximidad la ayudó a abrirse, a elaborar lo que había pasado. Y permitió llegar a una respuesta madura y responsable, que evitó que perdiera la esoclaridad y quedara sola con un hijo frente a la vida, pero también -porque era otro riesgo- que las compañeras la consideraran una heroína por jaber quedado embarazada"


¿Ha visto, monseñor? Acompañar con cariño y cercanía. La conferencia de Masiá fue un recorrido por distintos casos, en los que siempre incidía en el acompañamiento hasta el final. Sin dejar tirado a nadie. Decida lo que decida.

Termino, monseñor. Como la condena pública me parece tan injusta, sólo veo dos formas de arreglarla, aunque sea mínimamente:

1/ Que el obispado publique otra nota de parecidas dimensiones, reconociendo su error. (Ya sabe que a eso, a reconocer los errores, nos invita también constantemente el Papa Francisco).

2/ Que se ponga usted en contacto telefónico con el Padre Masiá y le pida disculpas (Yo mismo le puedo facilitar el teléfono y el email). Como es un caballero y un místico oriental, no tendrá inconveniente en aceptar sus disculpas. Y, hasta en quedar con usted un día, en Vigo, una ciudad que le encantó, pero que no pudimos ver en profundidad. Invítele a dar una charla a sus curas sobre esos temas. ¡Les haría tanto bien...!

Me encantaría poder escribir otra carta abierta, para agradecerle estas dos cosas. Sería un claro ejemplo de que "la bocanada de aire fresceo" que, según el cardenal Ruini, supone la llegada del Papa Francisco, se nota también en nuestra Iglesia.

Unha aperta

José Manuel Vidal
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