Es uno de los silencios más elocuentes del nuevo Papa. Desde que llegó al solio pontificio, Francisco no citó (ni una sola vez, que yo sepa) el Concilio Vaticano II. ¿Una omisión buscada, querida? Comparto, en este tema, la opinión del director del Instituto Superior de pastoral de la UPSA en Madrid, José Luis Segovia: Se trata de una omisión intencionada, que busca unir y sumar, sin ahondar en la "piedra" de escándalo en que se ha convertido, para las derechas y las izquierdas eclesiásticas, el Vaticano II.

El Papa sabe que, desde hace años (especialmente desde la elección de Juan Pablo II), el Concilio se ha convertido en arma arrojadiza en la Iglesia. Todos lo utilizan para descalificar a los contrarios. Y todos lo interpretan a su manera y conveniencia. Unos, para desactivarlo. Otros, para reivindicar su aplicación. Y el caso es que, durante los últimos 35 años, el Concilio se quedó "congelado". Supuesto marco de referencia para todos, pero desactivado en la práctica.

Al parecer, lo que quiere el Papa Francisco es aplicarlo. En sus principios y en sus concrecciones. Por ejemplo, activando la colegialidad a través de instrumentos y medios concretos, como el Sínodo de obispos deliberativo o el llamado "Consejo de la Corona". O la reactivación de las Conferencias episcopales.

Está pensando el Papa en volver al "espíritu" del Concilio. Por ejemplo, reconocer a las iglesias particulares y su diversidad. Y para hacerlo, para reconocer esa diversidad, el Concilio Vaticano II equilibró con la colegialidad de los obispos la afirmación del primado que hizo en el Vaticano I.

Y es que, al final, debatir sobre la interpretación y aplicación del Vaticano II, es poner sobre el tapete la cuestión de cómo debe ser el papado del tercer milenio. Cómo debe ser su servicio a la unidad de todas las iglesias. Porque, según el Vaticano II, el Papa representa la unidad no de los iguales sino la de los diversos. Vuelve la Iglesia mosaico. Va desapareciendo el uniformismo y el miedo. De una Iglesia monocorde a otra cromática y multicolor. Como la primavera en flor. O la Pascua florida.

José Manuel Vidal