105 Asamblea de la Conferencia del Episcopado Mexicano. De la Iglesia del poder a la comunidad del servicio



*La Iglesia del poder por antonomasia debe pasar a ser la comunidad del servicio que no puede vender la primogenitura por lo que sea.

Guillermo Gazanini Espinoza / Como hace seis años, después de la visita del Papa Benedicto XVI, los obispos de México inauguran la CV Asamblea de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) en la santa pascua cuando el calor político hace ebullir el ánimo por la competencia al principal cargo, la presidencia de la República. Circunstancias similares y ambiente complicado agudizado por los distintos frentes abiertos los cuales no son inadvertidos por los 150 prelados de diócesis complejas y multiculturales de una nación asaltada por la incertidumbre, duda, pero arraigada en la esperanza de un destino cierto, aunque las novedosas promesas parecen repeticiones huecas bajo emblemas y colores distintos poniendo a las ideologías e idearios en el baúl de los recuerdos privilegiando al poder.

Frentes abiertos ante la confusión y desilusión sembrada en el electorado furioso por el lamentable entorno afectado por la labia de aspirantes quienes no quieren darse cuenta de que las cosas están seriamente de cabeza; que el discurso atronador de candidatos para “sacar el PRI de los Pinos” es cantaleta repetida y desagradable hasta llegar con quienes dicen que la tercera es la vencida o se van a La Chingada, sumándose dos independientes, uno de ellos vuelto a la jugada por los artificios legales del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y quien utilizó todo el sistema, aparato y poder económico de un Estado para colarse “a lo bronco” en la boleta del 1 de julio y otra, independiente resentida, representando la segunda parte de una alternancia creadora del grave problema de las fuerzas armadas en guerra contra enemigos invisibles.

El mensaje inicial del Arzobispo Robles Ortega definió los temas torales de la CV asamblea. Dejando en un discreto señalamiento la cuestión de la escalada de la violencia, los tres puntos (Programa Global de Pastoral 2031-2033, las elecciones 2018 y la cuestión migratoria ante las amenazas de Trump y el despliegue de la guardia nacional en la frontera), contrastan con la pasarela de candidatos a la presidencia de la República quienes querrán “enseñar el padrenuestro al párroco del pueblo”, sea con la palabra o con presentaciones power point: empáticos al Papa Francisco, decididos en la lucha provida, impecables por incuestionable catolicismo, defensores a ultranza de la libertad religiosa o bien, como ya fue en la anterior competencia, ser modelos de virtudes Profamilia, promatrimonio y ofrecer alternativas de consulta popular sobre cuestiones de derechos humanos.

Los prelados saben de qué se trata y el borrón y cuenta nueva no es de las mejores salidas si sabemos interpretar lo que el cardenal Robles Ortega expresó esta tarde inaugural. Aquí tres puntos que deseo destacar.

Primero, se reconoce algo preocupante. La desilusión de los ciudadanos y el gris potencial de los mensajes de los obispos de México, más mediáticos para resonar como platillos y tambores cuando en realidad son membranas huecas entre quienes deberían ser los principales destinatarios, el pueblo de Dios: “La acogida en la prensa fue bastante buena. Sin embargo, aún falta difundir esta palabra de los obispos entre todos los fieles para que nuestra Iglesia pueda encontrarse con luz, discernimiento y esperanza”. Efectivamente, y así lo atina certeramente el presidente de los obispos, en el pueblo hay perplejidad por el amasijo, telarañas y marañas de partidos diluidos en frentes, coaliciones y bodrios. En otras palabras, los mensajes del episcopado deben franquear los simples comunicados para ser planteamientos sustanciales con contenidos vivos que superen la parsimonia del sermón mediático.

Segundo, no es ocioso recordar las señales inobjetables de la Conferencia del Episcopado Mexicano sobre esta panacea anodina de la administración languidecente. Bastan dos ejemplos inmediatos. El duro mensaje ¡Basta Ya! (12 de noviembre de 2014 y quizá tardío después de los hechos de Iguala de septiembre de ese año) que denunció las urgentes condiciones de seguridad del país concluyendo en lo que nadie quería reconocer, la situación de “verdadera crisis nacional” y, por otro lado, ante las reformas estructurales, las famosas 5 preguntas de mayo de 2014 al Presidente de México en el mensaje “Por México, ¡Actuemos¡” teniendo, desafortunadamente, respuestas de cajón, casi de maquila o de machote a través de una versión ejecutiva y otra ampliada, copia y transcripción de lo conocido en los sitios de internet de la presidencia de la República.

Vistos estos antecedentes, en la pasarela de candidatos, conocida y nada nueva por haberse dado en anteriores asambleas de la CEM, los pastores no pueden ser condescendientes ni dar una palmada en la espalda a quien consideren mejor católico por haber escuchado justamente lo que quieren escuchar. El cardenal Robles Ortega lo matizó en su mensaje de apertura y es interesante rescatar: “Es muy importante que en el año 2018, la Iglesia contribuya a que todos hagamos preguntas en la dirección adecuada, asumiendo nuestro protagonismo como ciudadanos responsables, y cuando sea el caso, como cristianos verdaderamente comprometidos: “¿Cómo vamos a contribuir ¡todos! a resolver los problemas de México?”, “¿Cómo vamos a atender el dolor de los pobres?”, “¿Cómo vamos a ayudar a quien gane para que no caiga en la tentación de la autorreferencialidad, la vanidad, la corrupción y la prepotencia?”.

Tercero, los obispos no dejan de lado la posibilidad real de la alternancia cuando la brújula está extraviada por promesas incumplidas y la falla de las reformas estructurales que no parecen haber repercutido en el bienestar inmediato del pueblo que camina “en medio de un terreno particular, pavimentado de tribulaciones pero sostenido por la gracia”; no es el mismo entusiasmo de cambio del 2000 cuando, en esa época, la misma jerarquía se involucró hasta la médula en la transición deviniendo el progresivo desencanto. Deben hacerse las “preguntas correctas” para evitar el espejismo del entusiasmo: “La alternancia que vivimos en el año 2000 fue muy grande y trascendente. Sin embargo, un día después de las elecciones muchos de nosotros como sociedad hicimos la pregunta incorrecta: “¿Cómo va a resolver los problemas de México el nuevo Presidente?”, “¿Cómo va a atender el dolor de los pobres, la falta de educación, de empleo, de salud y de vivienda?”…


Esta es una hora de gracia, parafraseando al desaparecido Samuel Ruiz y, para los obispos de México en esta Asamblea, el reto se encuentra en enseñar de forma profética para denunciar y superar estas trampas de la política que engatusan a millones de electores, particularmente el sector social de la juventud en mucho alabado esta tarde de lunes. Una posición cautelosa podría ser lo más cómodo para no caer en penosos desencuentros y ríspidos inconvenientes ante la política “realista siempre construida con luces y sombras, siempre tentada por la injusticia y la mentira y siempre llamada a buscar el bien común”; sin embargo, en el juego mundano y eclesial existe siempre esta tensión que no puede tener como único propósito ganar para satisfacer intereses propios y particulares que, al final, impactarán en el destino de millones de almas ansiosas de una voz de esperanza discordante en estas "concertacesiones” entre pontífices y césares. La Iglesia del poder por antonomasia debe pasar a ser la comunidad del servicio que no puede vender la primogenitura por lo que sea. Esa primogenitura y poder está en “el evangelio (que) siempre trasciende las ideologías políticas”.

El mensaje completo de apertura del cardenal José Francisco Robles Ortega a la CV Asamblea de la Conferencia del Episcopado Mexicano del 09 de abril de 2018 puede leerse en:



http://www.cem.org.mx/prensa/1609-Mensaje-de-Apertura-CV-Asamblea-Plenaria-de-la-CEM.html


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