El Papa reivindica el Padre Nuestro como oración de confianza con Dios "Dios es nuestro Padre, tiene inmensa compasión con nosotros, quiere que sus hijos le hablen sin miedo"

(Jesús Bastante).- Pedid y se os dará. Buscad y hallaréis. Esta es la esencia del Padre Nuestro, oración a la que el Papa Francisco dedicó su reflexión en la audiencia celebrada esta mañana en el Aula Pablo VI. Una "oración audaz" que "hunde sus raíces en la realidad concreta de cada hombre". Una oración que, "si no viniera de Cristo, los teólogos famosos nos habrían hecho rezar a Dios de otra manera".

El Padre Nuestro que, según Bergoglio, nos muestra cómo "Dios es nuestro Padre, tiene inmensa compasión con nosotros, quiere que sus hijos le hablen sin miedo". Una oración basada en la confianza plena. De ahí las siete peticiones de esta breve oración, "número que en la Biblia significa plenitud", recalcó.

"Es también una oración audaz, porque Jesús invita a sus discípulos a dejar atrás el miedo y a acercarse a Dios con confianza filial, llamándolo familiarmente «Padre»", señaló el Papa. Una oración que "nos hace pedir lo que es esencial, como 'el pan de cada día', porque, como nos enseña Jesús, la oración no es algo separado de la vida, sino que "hunde sus raíces en la realidad concreta del hombre. Nos hace pedir lo que es esencial, como el "pan de cada día", porque como nos enseña Jesús, la oración no es algo separado de la vida, sino que comienza con el primer llanto de nuestra existencia humana".

Para el Papa, "la fe no es una pregunta decorativa, separada de la vida", sino que "comienza con la vida misma". No es una oración para hacer "con el estómago lleno, sino dondequiera que haya un hombre que tenga hambre, que llora, que sufre y se pregunta por qué".

Una oración, insistió Francisco, que "está presente donde quiera que haya un hombre que tiene hambre, que llora, que lucha, que sufre y anhela una respuesta que le explique su destino". De hecho, la primera oración vino con el primer lamento humano. "Hoy sigue nuestra hambre, nuestra sed, nuestra búsqueda de felicidad", insistió.

Al rezar el Padre Nuestro, "Jesús no quiere extinguir al ser humano, ni anestesiarlo, no quiere preguntas y peticiones para soportarlo todo. Al contrario, quiere todo sufrimiento, cada inquietud, convertida en diálogo hacia el cielo". Porque "tener fe es tener el hábito de llorar".

Porque "Jesús no quiere que nuestra oración sea una evasión, sino un presentarle al Padre cada sufrimiento e inquietud", subrayó el Pontífice, quien puso el ejemplo del ciego Bartomo y su "osadía" de pedir compasión a Dios. Y es que, añadió, "la oración no solo precede la salvación, sino que ya la contiene, porque libra de la desesperación de creer que las situaciones insoportables no se pueden resolver".

"Dios es un padre que tiene una inmensa compasión de nosotros. Quiree que sus hijos le hablen sin miedo, directamente, Padre", recordó Francisco, "incluso en los momentos que en nuestra vida permanezcan distorsionados e incomprensibles". Porque "nos prometió que estaría con nosotros para siempre".

"Oremos al Padre Nuestro, simplemente Padre, Papá... aquel que nos ama tanto", concluyó Francisco, quien en su saludo en castellano recordó la festividad de Nuestra Señora de Guadalupe, "cuya fiesta celebramos hoy", y pidió que "nos ayude a entregarnos al amor providente de Dios y a poner en Él toda nuestra esperanza". "En este día de nuestra patrona, la madre de Guadalupe", gritó, con el aplauso de las decenas de latinoamericanos -especialmente mexicanos-, presentes en el aula.

Saludo del Papa en castellano:

Queridos hermanos y hermanas:
Continuamos con nuestra reflexión sobre el Padrenuestro. Jesús enseña esta oración a sus discípulos, es una oración breve, con siete peticiones, número que en la Biblia significa plenitud. Es también una oración audaz, porque Jesús invita a sus discípulos a dejar atrás el miedo y a acercarse a Dios con confianza filial, llamándolo familiarmente «Padre».
El Padrenuestro hunde sus raíces en la realidad concreta del hombre. Nos hace pedir lo que es esencial, como el "pan de cada día", porque como nos enseña Jesús, la oración no es algo separado de la vida, sino que comienza con el primer llanto de nuestra existencia humana. Está presente donde quiera que haya un hombre que tiene hambre, que llora, que lucha, que sufre y anhela una respuesta que le explique su destino.
Jesús no quiere que nuestra oración sea una evasión, sino un presentarle al Padre cada sufrimiento e inquietud. Que tengamos la osadía de convertirla en una invocación gritada con fe, a ejemplo del ciego Bartimeo que gracias a su llamado perseverante, «Jesús, ten compasión de mí» (Mc 10, 47), obtuvo del Señor el milagro de recobrar la vista. La oración no solo precede la salvación, sino que ya la contiene, porque libra de la desesperación de creer que las situaciones insoportables no se pueden resolver.
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Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica. Un saludo especial a los mexicanos. El Señor Jesús nos dé la gracia de una total confianza en Dios, Padre compasivo que nos ama y permanece siempre a nuestro lado. Que Nuestra Señora de Guadalupe, cuya fiesta celebramos hoy, nos ayude a entregarnos al amor providente de Dios y a poner en Él toda nuestra esperanza. Muchas gracias.

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