El Papa pide detener "toda acción que pueda arrastrar a un conflicto bélico aún más grande" Francisco apremia a evitar una "espiral de violencia" en Oriente Medio tras el ataque de Irán a Israel

Francisco se asoma al balcón del palacio apostólico
Francisco se asoma al balcón del palacio apostólico RD/Captura

A la hora de los saludos a los peregrinos que le escuchaban en la plaza de San Pedro, el Papa, era sabido, hizo un llamamiento a la paz tras el masivo ataque con drones de Irán a Israel durante la pasada noche

"Nadie debe amenazar la existencia de los demás. Que todas las naciones se pongan del lado de la paz y ayuden a los israelíes y a los palestinos a vivir uno al lado del otro y en seguridad. Es un deseo profundo que tienen y es su derecho, dos Estados cercanos", afirmó el Papa

Desde el balcón apostólico, asomado para el Regina Coeli de este domingo, 14 de abril, Francisco ha invitado, tras recordar el pasaje del encuentro de los discípulos con Jesus Resucitado, "la importancia de compartir la fe" en la familia, la comunidad o los amigos

Francisco, invitó a intentar recordar, en ese preciso instante, "un momento fuerte de nuestra vida de fe, un encuentro decisivo con Jesús. Y preguntémonos: ¿He hablado de ello con alguien?"

Mediodía en el Vaticano. Desde el balcón apostólico, asomado para el Regina Coeli de este domingo, 14 de abril, Francisco ha invitado, tras recordar el pasaje del encuentro de los discípulos con Jesus Resucitado, "la importancia de compartir la fe" en la familia, la comunidad o los amigos, "los momentos únicos en los que ha sentido al Señor vivo y cercano, que encendía en el corazón la alegría o enjugaba las lágrimas, que transmitía confianza y consuelo, fuerza y entusiasmo, o perdón, ternura, paz".

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Si se comparten esos momentos, prosiguió el Papa, "Jesús, precisamente como sucedió a los discípulos la noche de Pascua, nos sorprenderá y hará aún más hermosos nuestros encuentros y nuestros ambientes". 

Por ello, Francisco, invitó a intentar recordar, en ese preciso instante, "un momento fuerte de nuestra vida de fe, un encuentro decisivo con Jesús. Y preguntémonos: ¿He hablado de ello con alguien? ¿He obsequiado con ello, con sencillez, a familiares, a cohermanos, a las personas queridas y a aquellos con los que me relaciono? Y finalmente: ¿Estoy interesado, a su vez, en escuchar de los demás lo que tienen que decirme sobre su encuentro con Cristo?".

Los fieles, en San Pedro, esperan al Papa
Los fieles, en San Pedro, esperan al Papa RD/Captura

A la hora de los saludos a los peregrinos que le escuchaban en la plaza de San Pedro, el Papa, era sabido, hizo un llamamiento a la paz tras el masivo ataque con drones de Irán a Israel durante la pasada noche, la mayor parte de los cuales fue interceptado por las defensas del Estado hebreo.

"Sigo en la oración y con preocupación las noticas de las últimas horas por el agravamiento de la situación en Israel a causa de la intervención de Irán. Hago un apremiante llamamiento para que se detenga toda acción que pueda alimentar una espiral de violencia con el riesgo de arrastrar el Medio Oriente en un conflicto bélico aún mas grande".

"Nadie debe amenazar la existencia de los demás. Que todas las naciones se pongan del lado de la paz y ayuden a los israelíes y a los palestinos a vivir uno al lado del otro y en seguridad. Es un deseo profundo que tienen y es su derecho, dos Estados cercanos", afirmó el Papa, quien también mostró su deseo de "que se llegue pronto a un cese el fuego en Gaza y que se negocie con determinación y que se ayude aquella población que se ha visto precipitada en una catástrofe humanitaria. Que se libere a los rehenes secuestrados... ¡Cuánto sufrimiento! Recemos por la paz, basta con los ataques, basta con la violencia, que haya diálogo y paz".

Fieles en la Plaza de San Pedro
Fieles en la Plaza de San Pedro RD/Captura

Las palabras del Papa en la oración del Regina Caeli


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy el Evangelio nos traslada a la noche de Pascua. Los apóstoles están reunidos en el cenáculo, cuando desde Emaús vuelven los dos discípulos y relatan su encuentro con Jesús, «lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan» (Lc 24,35). Y, mientras expresan la alegría de su experiencia, el Resucitado se aparece a toda la comunidad. Jesús llega precisamente mientras están compartiendo el relato del encuentro con Él. Reflexionemos sobre esto, sobre la importancia de compartir la fe.

Cada día nos bombardean con mil mensajes. Muchos son superficiales e inútiles, otros revelan una curiosidad indiscreta o, peor aún, nacen de cotilleos y malicia. Son noticias que no sirven para nada, es más, hacen daño. Pero también hay noticias hermosas, positivas y constructivas, y todos sabemos lo bien que sienta escuchar cosas buenas y cómo nos sentimos mejor cuando eso ocurre. Y es hermoso también compartir las realidades que, en lo bueno y en lo malo, han tocado nuestra vida, de modo que podamos ayudar a los demás.

Sin embargo, hay algo de lo que a menudo nos cuesta hablar. Se trata, paradójicamente, de lo más hermoso que tenemos que contar: nuestro encuentro con Jesús. Cada uno de nosotros podría decir tanto al respecto: no haciendo de maestro de los demás, sino compartiendo los momentos únicos en los que ha sentido al Señor vivo y cercano, que encendía en el corazón la alegría o enjugaba las lágrimas, que transmitía confianza y consuelo, fuerza y entusiasmo, o perdón, ternura, paz. Es importante compartir esto en familia, en la comunidad, con los amigos. De igual modo que sienta bien hablar de las inspiraciones buenas que nos han orientado en la vida, de los pensamientos y de los sentimientos que surgen cuando nos hallamos en presencia de Dios, y también de los esfuerzos y de las fatigas que hacemos para entender y para progresar en el camino de la fe, tal vez también para arrepentirnos y volver sobre nuestros pasos. Si lo hacemos, Jesús, precisamente como sucedió a los discípulos la noche de Pascua, nos sorprenderá y hará aún más hermosos nuestros encuentros y nuestros ambientes.

Probemos entonces a recordar, ahora, un momento fuerte de nuestra vida de fe, un encuentro decisivo con Jesús. Y preguntémonos: ¿He hablado de ello con alguien? ¿He obsequiado con ello, con sencillez, a familiares, a cohermanos, a las personas queridas y a aquellos con los que me relaciono? Y finalmente: ¿Estoy interesado, a su vez, en escuchar de los demás lo que tienen que decirme sobre su encuentro con Cristo?

Que la Virgen nos ayude a compartir la fe para que nuestras comunidades sean cada vez más lugares de encuentro con el Señor.

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