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Mi fe en lo humano

Reflexión para alumbrar la vida

Hemos insistido tanto en el pecado original y nos olvidamos de la gracia original y terminamos desfigurando la creación entera y nos desfiguramos a nosotros mismos. Hay que volver a la gracia original, que esto es lo que cuenta; lo que cuenta es el ADN, la gracia, y no tanto el virus, el pecado.

No estamos determinados y la libertad, gracias a nuestros mismos límites, nos constituye; somos inconclusos, es verdad que esto nos hace sufrir y también es verdad que esto nos anima a esperar lo mejor que viene, la sorpresa que aguarda, la diversidad que se inventa siempre formas nuevas….

Somos relación; si imagen de Dios que es amor, pues también nosotros somos amor; la comunión nos da la identidad.,,cada uno sin excepción está sacado de las costillas del otro, nadie está sólo, somos un abrazo, somos éxtasis.

“Todo es bueno”, “muy bueno” … somos gracia original y sin final.

no somos el centro del universo; somos imagen de un Dios descentrado, descentrado porque el amor es así, descentrado.

Mi fe en lo humano

Las primeras páginas de la Biblia intuyen la intención de Dios al crear y crearnos y dejan ver lo que el creador se proponía al sacarnos de la nada y al amasarnos del barro. Hemos insistido tanto en el pecado original y nos olvidamos de la gracia original y terminamos desfigurando la creación entera y nos desfiguramos a nosotros mismos. Hay que volver a la gracia original, que esto es lo que cuenta; lo que cuenta es el ADN, la gracia, y no tanto el virus, el pecado.

Dios sopló su aliento en nosotros y si seguimos respirando es porque no ha parado de soplar. La creación no es un hecho puntual del pasado, la creación sigue siendo sorpresa y novedad. No estamos determinados y la libertad, gracias a nuestros mismos límites, nos constituye; somos inconclusos, es verdad que esto nos hace sufrir y también es verdad que esto nos anima a esperar lo mejor que viene, la sorpresa que aguarda, la diversidad que se inventa siempre formas nuevas…. No estamos todavía acabados, ninguna creatura, ningún ser humano, es un proyecto cerrado; Dios todavía no ha puesto su firma de autor, sigue pendiente el toque final; Dios sigue soñando y respirando en nosotros, y esto mismo es garantía de libertad y así ni la oreja ha oído ni los ojos han visto lo que podemos llegar a ser, lo que Dios prepara, las posibilidades de lo real.

Somos relación; si imagen de Dios que es amor, pues también nosotros somos amor; la comunión nos da la identidad. Dijo Dios “hagamos al ser humano a nuestra imagen”, el creador es plural y habla en plural y nosotros, a su imagen, también lo somos; somos plural y decimos nosotros como lo más original; “soy porque somos” dice la sabiduría perenne de mujeres y hombres; todo está conectado, todo es uno; todo es distinto de todo, todos somos distintos de todos los otros, y aun así somos uno, la misma vida vive en nosotros y la vida es Dios mismo; no conseguimos nuestro ser cuando prevalecemos y sí cuando amamos; nadie tiene que afirmarse para ser, nadie tiene que pagar lo que es, nadie tiene que fatigar reconocimiento; lo único que vale es amar, mirar al otro, tocar al otro, sentirlo carne de nuestra carne y hueso de nuestros huesos; desde que nos crearon y despertamos del sueño de la nada, vimos a Eva, vimos al otro, a la otra, y desde ese día y ya por toda la eternidad estamos haciendo el amor sin parar; cada uno sin excepción está sacado de las costillas del otro, nadie está sólo, somos un abrazo, somos éxtasis.

Si Dios es simple y no es compuesto de cosas que se separan, pues también nosotros, su semejanza, lo somos; somos simples, de una sola pieza, y Dios ama todo en nosotros; no hay nada para despreciar ni nada para dejar al poder de la muerte; “todo es bueno”, “muy bueno”, lo dijo Dios al crear y quedó enamorado; somos carne y este mundo que abrazamos es paraíso y no valle de lágrimas; somos corazón y ningún latido, ninguna pasión, se perderá; somos aliento, tenemos la respiración de Dios en nuestras narices y ninguna exhalación se desinflará en sin sentido; somos espíritu y en nosotros Dios sopla, como un flautista en su flauta, y su canción de amor no dejará de oírse. “Todo es bueno”, “muy bueno” … somos gracia original y sin final.

Ah, y algo más: no somos el centro del universo; somos imagen de un Dios descentrado, descentrado porque el amor es así, descentrado, misterio de donación y de salida, fuerza centrífuga y para nada centrípeta; amor que se relaciona, relacionarse es hacerse relativo, y para nada absoluto solitario; y así somos nosotros, o así tendríamos que ser si fieles al proyecto original, nunca en el centro, siempre cuidando de la creación, nunca explotando; nunca absolutos dominando y sí relativos viviendo en el alma de las cosas y de los otros, por debajo, sosteniendo, dando impulso, llevando a la plenitud.

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