Al día siguiente de recibir la primera denuncia, el vicario citó al cura y se decidió su traslado Los responsables eclesiásticos de Málaga conocían desde enero la existencia de vídeos sexuales del sacerdote

El cura, con algunas amigas, en una foto publicada en sus redes sociales
El cura, con algunas amigas, en una foto publicada en sus redes sociales captrua de pantalla/Diario Sur

La diócesis de Málaga sabía, desde enero, que Francisco J. C., tenía pareja y conocía la existencia de unos vídeos comprometedores de carácter sexual, pero no incoó expediente al sacerdote, encarcelado desde el pasado 11 de septiembre e investigado por agresiones sexuales al menos a cinco mujeres

Así al menos aparece en el relato oficial, registrado en la denuncia que la ex pareja del clérigo ahora suspendido y en prisión firmó ante la Policía Nacional el pasado 23 de agosto y a la que ha tenido acceso Cruz Morcillo en ABC

Lo que sí hizo el vicario fue llamar de inmediato a Francisco J. C., y se decide el traslado, sin publicidad, del clérigo de Melilla a Málaga. En ese momento, el cura engaña a su superior, que no había visionado las imágenes

La diócesis de Málaga sabía, desde enero, que Francisco J. C., tenía pareja y conocía la existencia de unos vídeos comprometedores de carácter sexual, pero no incoó expediente al sacerdote, encarcelado desde el pasado 11 de septiembre e investigado por agresiones sexuales al menos a cinco mujeres.

Es más: al día siguiente de recibir, por primera vez (hubo al menos tres ocasiones) a la mujer, el vicario citó al cura, quien le reconoció que era su pareja, pero mintió sobre el material, asegurando que se trataban de fotos de una despedida de solteros con penes en la cabeza. Así al menos aparece en el relato oficial, registrado en la denuncia que la ex pareja del clérigo ahora suspendido y en prisión firmó ante la Policía Nacional el pasado 23 de agosto y a la que ha tenido acceso Cruz Morcillo en ABC.

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No sólo eso: tras la primera entrevista, el vicario le dice a la mujer que tiene que ir a la Policía porque al ser las víctimas mayores de edad la Iglesia no puede hacer nada, algo que choca -como ya contamos- con las normas eclesiásticas contra los abusos a menores y adultos vulnerables en vigor. Lo que sí hizo el vicario fue llamar de inmediato a Francisco J. C., y se decide el traslado, sin publicidad, del clérigo de Melilla a Málaga. En ese momento, el cura engaña a su superior, que no había visionado las imágenes. 

Tres entrevistas y correos al secretario del obispo

"Me voy a quedar sin trabajo por tu culpa", fue la respuesta del cura a su entonces pareja al regresar a casa. Desde ese momento, según consta en la denuncia, y hasta abril, la mujer se entrevista tres veces con el vicario para tratar este tema. Del mismo modo, a través del correo electrónico, escribe al secretario del obispo, Jesús Catalá, para que le reciba. Infructuosamente. Según recoge el acta policial, la mujer cuenta en esos correos que tiene el material con las grabaciones de las agresiones, aunque en realidad sólo ha podido copiar medio disco duro. El resto de la memoria -y, con ella, posibles nuevas víctimas-, se habría perdido.

En julio, la ya ex novia del sacerdote acude a la Policía, pero no es hasta el 23 de agosto cuando registra la denuncia y entrega las grabaciones. Según su relato, no lo hizo antes porque no quería perjudicar a la Iglesia. De ahí arrancó una investigación que llevó a encontrar a otras cuatro mujeres que habían sido drogadas y violadas, alguna de ellas en más de una ocasión. La investigación continúa y, en algún momento, el clérigo se siente vigilado y acude a comisaría para denunciar el robo de material informático y 3.000 euros por parte de esa mujer. El resto, de momento, acaba con su detención y con una serie de confusos comunicados que no aclaran (más bien todo lo contrario) la actuación de la Iglesia. 

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