"Mi respeto, admiración y solidaridad. Ninguna de tus lágrimas se ha perdido" A Rafael Vez Palomino: "Tu único 'delito' ha sido hablar con claridad, denunciar abusos de poder y defender a las comunidades"

Rafael Vez Palomino
Rafael Vez Palomino

"Las estructuras, cuando fallan, hieren, y en Cádiz se han cometido errores graves. Cuestionado por defender la dignidad de tu conciencia, has soportado un peso que ningún sacerdote debería cargar en soledad"

"Escribo estas palabras con respeto profundo, admiración y cariño, con el deseo sincero de que esta carta llegue a tu corazón como un gesto de acompañamiento y solidaridad"

"No puedo —ni debo— juzgar culpas personales. La Iglesia y el derecho exigen presunción de inocencia, y esa presunción debe respetarse siempre, también en el caso del obispo Rafael Zornoza, acusado de abusos sexuales. Pero es igualmente cierto que las estructuras, cuando fallan, hieren, y en Cádiz se han cometido errores graves: verticalidad sin escucha, decisiones incomprensibles, silencios que agrandan el daño, y una gestión que dejó a sacerdotes y laicos desamparados"

"El Jesús del Evangelio no amó a la institución; amó a las personas. No protegió estructuras; protegió corazones. No defendió silencios; denunció injusticias. Y tú, quizás sin buscarlo, te has convertido en testigo de esa misma libertad"

Querido Rafael:

Escribo estas palabras con respeto profundo, admiración y cariño, con el deseo sincero de que esta carta llegue a tu corazón como un gesto de acompañamiento y solidaridad. Lo que has vivido durante estos años no es solo una historia personal; es también el reflejo del sufrimiento silencioso de muchos que, dentro de la Iglesia, han levantado la voz para defender la verdad, la justicia y la dignidad humana.

Tu camino ha estado marcado por la prueba, la incomprensión y el silencio institucional, y por un cúmulo de decisiones que han puesto tu vida —material, espiritual y emocional— en una situación límite. Has soportado un peso que ningún sacerdote debería cargar en soledad, sobre todo cuando tu único “delito” ha sido hablar con claridad, denunciar abusos de poder y defender a las comunidades que te fueron confiadas.

Creemos. Crecemos. Contigo

Durante cinco años has vivido sin respuesta, sin explicaciones, sin acompañamiento. Y esa falta de respuesta no es solo un vacío administrativo: es una herida humana y evangélica, porque el Evangelio nunca calla ante el sufrimiento de un hermano.

Un castigo al cura de Conil que puede ser mortal para él - ProProNews

Sé que te viste obligado a vender el apartamento que heredaste de tus padres; sé que incluso tuviste que desprenderte de tus libros, que eran parte de tu alma, de tu vocación y de tu historia. Sé que has tenido que sobrevivir con muy poco, mientras seguías esperando un gesto, una palabra, una luz. Y sé también que, en plena pandemia, fuiste enviado a un destino que no cuidaba tu salud, a pesar de tus problemas cardíacos. Ese episodio fue un golpe duro, porque tocó no solo tu ministerio, sino también tu condición de ser humano vulnerable que necesitaba comprensión y protección.

No puedo —ni debo— juzgar culpas personales. La Iglesia y el derecho exigen presunción de inocencia, y esa presunción debe respetarse siempre, también en el caso del obispo Rafael Zornoza, acusado de abusos sexuales. Pero es igualmente cierto que las estructuras, cuando fallan, hieren, y en Cádiz se han cometido errores graves: verticalidad sin escucha, decisiones incomprensibles, silencios que agrandan el daño, y una gestión que dejó a sacerdotes y laicos desamparados.

Tu caso no es una acusación, Rafael: es un testimonio de resistencia y fidelidad. Es la voz de un hombre que ha resistido de pie en medio del torbellino. Es la historia de alguien que, pudiendo rendirse, no se rindió; que, pudiendo callar, no calló; que ha seguido confiando, aunque le costara lágrimas, noches y un futuro incierto.

Tu fortaleza nace del Evangelio, de ese impulso interior que solo puede venir de quien se sabe acompañado por Dios incluso cuando todo alrededor se derrumba.

Tu resistencia también es evangélica, porque has seguido adelante sin rendirte, sostenido por la verdad que has defendido con sinceridad y sin doblez.

Y tu fidelidad a lo que crees, a la justicia y a la conciencia, refleja precisamente el corazón del Evangelio, que nunca abandona a quienes caminan con rectitud y compasión.

Hay teologías que afirman que la Iglesia solo puede ser fiel a Jesús si camina desde abajo, desde los últimos, desde quienes no tienen voz. Y tú has vivido en tus propias carnes lo que significa estar “abajo”: privado de medios, aislado, tratado con dureza, enfrentado al aparato, cuestionado por defender la dignidad de tu conciencia. Pero ese lugar, Rafael, es también el lugar donde Dios actúa con mayor fuerza. Porque ahí están los profetas, los que no se venden, los que no claudican.

Religión Digital - Rafael Zornoza

El Jesús del Evangelio no amó a la institución; amó a las personas. No protegió estructuras; protegió corazones. No defendió silencios; denunció injusticias. Y tú, quizás sin buscarlo, te has convertido en testigo de esa misma libertad.

Ojalá llegue el día en que la Iglesia entienda que no se construye desde el poder, sino desde la compasión; no desde arriba, sino desde abajo; no desde la imposición, sino desde la escucha humilde. Ese día, historias como la tuya no serán heridas abiertas, sino raíces de una renovación real. Una renovación que no borre el dolor vivido, pero que lo transforme en semilla de un futuro más humano, más fiel al Evangelio y más justo.

Quisiera terminar esta carta con una palabra que no nace de mí, sino de lo que creo profundamente que Dios quiere decirte:

Rafael, no estás solo. Dios ha acompañado cada paso que has dado, incluso cuando parecía que caminabas en la oscuridad.

Él ha visto tu camino, tus luchas, tus silencios, tus fidelidades.

Ninguna de tus lágrimas se ha perdido, todas han sido recogidas por sus manos como semillas de un futuro nuevo.

Y tu dignidad sigue intacta, porque nadie puede arrebatar lo que Dios sostiene y confirma en lo más hondo de tu ser.

El Evangelio proclama que “la verdad os hará libres”, y aunque la libertad a veces llegue tarde, siempre llega. Jesús también dijo: “Yo estoy con vosotros todos los días”, incluso en las noches más oscuras, incluso cuando la Iglesia terrena falla, incluso cuando quienes deberían haber cuidado de ti se hicieron ausentes. Él no ha desaparecido. Él no te ha dejado. Él no ha olvidado tu nombre.

Que estas palabras te sostengan. Que el amor de Dios sea tu fuerza. Que tu historia, dolorosa pero luminosa, siga siendo inspiración para tantos que creen —como tú— que la fe no consiste en obedecer ciegamente, sino en vivir con verdad, con conciencia y con compasión.

Y que quede claro: esta forma de proceder de la Iglesia, tan centrada en el poder y en la conservación de estructuras, hace que muchos fieles se marchen. Tanto como han hablado del infierno y el pecado, parece que para algunos jerarcas no hay miedos; pero lo que sí hay es una falta de fe en Jesús, una desconexión de lo que debería ser el corazón del Evangelio: servir, proteger y acompañar.

Con un abrazo fraterno, con respeto y con enorme admiración,

José Carlos Enríquez Díaz

Rafael Vez: "Aceptad las pobres palabras de agradecimiento de este cura  gordo, un poco cansado de esta larga lucha"

Volver arriba