"Hay miles de pobres que mueren de hambre, muertes imputables a los ricos" Xabier Pikaza: "Más mata el dinero que el hambre"

Xavier Pikaza publica 'Dios o el dinero'
Xavier Pikaza publica 'Dios o el dinero'

Por más rico que sea, un hombre no puede conservar por siempre sus bienes, ni salvarse por ellos. Por eso, la misma gran riqueza se termina convirtiendo en angustia en la noche: ¿Qué es lo que tienes? ¿Qué es lo que puedes dar?

La riqueza trae problemas de miedo en la noche: Al rico le sobreviene la angustia en la cama, no dejándole dormir, escuchando una voz que le dice: Morirás..

He comentado ayer los dos temas del evangelio del domingo 4.8.19 (reparto de la herencia, parábola del rico tonto). Hoy retomo el motivo de la parábola, poniendo de relieve tres motivos importantes:

  1. La riqueza trae problema al rico: Tiene que edificar nuevos graneros y guardarlos con  armas, no sea que se los roben.
  2. 2. La riqueza trae problemas de miedo en la noche: Al rico le sobreviene la angustia en la cama, no dejándole dormir, escuchando una voz que le dice: Morirás...
  3. 3. La riqueza del rico está hecha en un sentido de su propio trabajo, pero en otro más hondo, del hambre de los pobres. Ciertamente, hay miles de pobres que mueren de hambre cada día... (dicen algunos que hasta 40.000 cada día/noche), pero esas son en el fondo  muertes imputables a los ricos... Por eso digo que, en un sentido, más mata la abundancia de los ricos que el hambre de los pobres
   Ésta es la parábola

 Y les dijo una parábola: El campo de un hombre rico dio mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: “¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha? Y dijo: Esto haré, demoleré mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Goza, come, bebe, sé feliz. Pero Dios le dijo: ¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste ¿para quién serán? Así es quien atesora riquezas para sí, y no según Dios (Lc 12, 16-21) .

 Este rico sólo piensa en su dinero y en sí mismo...de forma que se vuelve radicalmente pobre:

-No piensa en los demás ¿qué haré con el dinero, para bien de los pobres?  ¿De qué forma podré convertir el dinero en bendición de vida, para mis familiares y amigos, para los obreros de mis campos, para los mendigos de las calles... 

Éste nuevo rico no es comerciante, ni especulador, sino un propietario de un gran campo, que le ha dado lo suficiente para vivir sin preocuparse más, un hombre que se siente afortunado y no plantea preguntas éticas sobre la justicia de la adquisición y disfrute de sus propiedades. No tiene a la puerta de su casa un pobre Lázaro, como el epulón de Lc 16, 19-31, y así puede vivir sin problemas sociales, sin más ocupación que ocuparse de sí mismo, sin contar con otros, sin tener que luchar por hacerse más rico.

La lucha de la vida ha terminado para él, de manera que puede almacenar su cosecha en graneros, y vivir de rentas para siempre, sin más tiempo de lucha y esfuerzo. Ha conseguido abundancia suficiente, nunca más tendrá que preocuparse. Por eso se dice: “Tienes bienes para mucho tiempo, descansa, come…”. Este es el ideal de un hombre que espera vivir satisfecho, sin ladrones ni enemigos, sin mendigos a su puerta, con medios abundante para comer-gastar-disfrutar a lo largo de un futuro que se le presenta abierto al infinito sin más preocupaciones, a pesar de que la misma Biblia diga, en otros lugares, que nada puede saciar el deseo del alma.

Icono de la parábola del tonto rico

Ciertamente, al “refutar” el argumento del rico, esta parábola podría aducir otras razones (como la fragilidad y el riesgo de las mismas riquezas…), pero se centra  en el hecho de que todas las riquezas terminan con la muerte, de manera que el hombre que confía en ellas es un necio, como muestra el juego de palabras del texto: El hombre rico se dice a sí mismo euphrainou (sé feliz); pero la voz Dios, que no ha tenido en cuenta, le responde aphrôn, necio, sin entendimiento (phrên). Etimológicamente, las palabras son distintas, pero suenan de modo semejante, de manera que la voz que dice aphron, incapaz de pensar, responde al euphrainou del rico, que se dice “goza, come y bebe”.

Este pasaje no evoca ninguna alta razón evangélica, sino una fuerte sabiduría moral,  que se expresa en la dura vela (vigilia) de la noche gozos y atormentada. Sobre la cama (¡lecho de muerte de su vida!) este rico necio imagina cielos de dinero y sufre terrores de muerte: 

Este dinero del rico es un dinero que mata... que empieza matándole a él... y que sigue matando a los demás, 

‒ Cielos de dinero. Éste es el cielo del rico: aumentar los graneros, asegurar su hacienda,  vivir pendiente de ellas, sin ocuparse de los demás, sin mujer ni amigo. Él y su dinero, solos, ante un granero inmenso de comida por los siglos de los siglos.

‒- Infierno de muerte: Pero “dios” le dijo… ¿Quién es ese “dios” que le habla en la noche de la riqueza hecha miedo? ¿Es el Dios verdadero de la vida o es su propio miedo, que brota precisamente de las riquezas que él quiere atesorar? No, este "dios" que le habla es su propia conciencia sin conciencia, sin familiares y amigos, sin pobres...

             Probablemente, este hombre podía vivir antes tranquilo, sin demasiadas riquezas, con mujer amiga, con amigos, hijos y trabajo… Pero, de pronto, ante la gran lotería de una cosecha inmensa, le viene un gozo distinto (egoísta) y, ante todo, un miedo de muerte.

¿Todo esto de quién será? ¿A quién dejaré la herencia de mi vida,  dejándoles en amor mi vida, en esperanza de resurrección, no unas puras riquezas por las que seguirán luchando mis herederos… como sucedía al comienzo de esta lectura del domingo? Ese dinero se ha cerrado en sí mismo, y ha encerrado al rico en su angustia, sin la riqueza suprema de la solidaridad, de la gratuidad, del amor a los demás.

 Esa riqueza sitúa al rico ante su muerte. Todas las riquezas del mundo no pueden liberar al hombre rico de la muerte, es decir, de su fragilidad vital, de manera que su llamada al gozo, sin más responsabilidad o cuidado (goza, come, bebe), acaba siendo una locura, no sólo en sentido personal (¡cómo puedes disfrutar si vas a morir!), sino también social: ¿De quién serán las riquezas que has logrado amasar locamente? Por más rico que sea, un hombre no puede conservar por siempre sus bienes, ni salvarse por ellos. Por eso, la misma gran riqueza se termina convirtiendo en angustia en la noche: ¿Qué es lo que tienes? ¿Qué es lo que puedes dar? 

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