"Recuperar una tradición viva y abrir caminos de igualdad en la Iglesia"
Mujeres cristianas, teólogas y comunidades de base, reclaman el reconocimiento oficial del ministerio diaconal para las mujeres
"La arquidiócesis de Mérida-Badajoz acaba de instaurar el diaconado permanente únicamente para hombres célibes, casados, o viudos, de hasta 60 años. Esta decisión excluye a las mujeres de un ministerio históricamente reconocido y que ha dejado su huella en la Escritura"
"El reconocimiento del diaconado femenino se ha convertido en una urgencia pastoral, un acto de justicia y una coherencia evangélica"
"El reconocimiento del diaconado femenino no es una reivindicación ideológica, sino un paso necesario hacia una Iglesia fiel al Evangelio"
La arquidiócesis de Mérida-Badajoz acaba de instaurar el diaconado permanente únicamente para hombres célibes, casados, o viudos, de hasta 60 años. Esta decisión excluye a las mujeres de un ministerio históricamente reconocido y que ha dejado su huella en la Escritura, privando a la Iglesia de su riqueza espiritual y ministerial. Desde los primeros siglos del cristianismo existen testimonios claros de mujeres diáconas, que ejercieron ministerios de servicio, anuncio de la Palabra, acompañamiento litúrgico y ayuda a las comunidades.
Por tanto, el diaconado femenino no es una novedad ni una ruptura con la tradición de la Iglesia.
El Concilio Vaticano II recuperó la vocación de la Iglesia al servicio, reintroduciendo el diaconado permanente. Sin embargo, fue restringido solo a los varones. Hoy, frente a los actuales desafíos pastorales, el sínodo universal en marcha y la demanda de igualdad y corresponsabilidad en la Iglesia, el reconocimiento del diaconado femenino se ha convertido en una urgencia pastoral, un acto de justicia y una coherencia evangélica.
El diaconado femenino sería así un testimonio efectivo de y para el Pueblo de Dios, enraizado en el meollo del mensaje cristiano de que estamos creados y creadas a imagen y semejanza de Dios.
La Revuelta de Mujeres en la Iglesia de Mérida-Badajoz, denuncia esta discriminación y solicita la apertura inmediata de un diálogo sinodal que permita revisar esa exclusión y reconocer la vocación de las mujeres al servicio de la Iglesia.
En cuanto a los requisitos impuestos a los aspirantes a diácono, (y diaconisas, si fuera reconocida esta vocación) llama la atención el límite de edad, puesto que, con 60 años, en la actualidad se tiene una capacidad física, psíquica y de madurez en la fe, que no se debe desaprovechar. El edadismo es un prejuicio discriminatorio que ignora una etapa fecunda del curso de la vida humana, tanto en mujeres como en hombres.
El reconocimiento del diaconado femenino no es una reivindicación ideológica, sino un paso necesario hacia una Iglesia fiel al Evangelio, participativa y servidora, donde los dones de todas las personas sean reconocidos.
Porque la Iglesia será toda ministerial o no será.
APUNTES SOBRE EL DIACONADO FEMENINO
En los primeros siglos, la palabra “diaconía” designaba un modelo de servicio integral que comprendía tanto la proclamación del Evangelio como el quehacer en la comunidad y el servicio a los más necesitados.
Desde entonces existen testimonios claros de mujeres diáconas que ejercieron ministerios de servicio, anuncio de la Palabra, acompañamiento litúrgico y ayuda a las incipientes comunidades. Esta realidad, bordada de nombres, prueba que el diaconado femenino no es una novedad ni una ruptura con la tradición de la Iglesia
1. FUNDAMENTOS BÍBLICOS Y TEOLÓGICOS
- Figuras como Febe (Rm 16,1), la diaconisa Teodora (siglo IX) o las diaconisas de Constantinopla son prueba histórica. San Pablo menciona a Febe como de diákona de Cencreas (Rm 16,1)
- Priscila, que instruyó a Apolo, demostrando autoridad teológica (Hechos 18,26) - Junia, “insigne entre los apóstoles” (Rm 16,7) Tecla y muchas otras. En la Iglesia primitiva existieron diaconisas reconocidas por el Concilio de Calcedonia (451 d.C)
La epigrafía antigua y cartas patrísticas confirman la existencia de diaconisas con funciones litúrgicas y pastorales.
- En Pentecostés, el Espíritu se derramó sobre hombres y mujeres por igual (Hch 2,17- 18)
- "Ya no hay judío ni griego; esclavo ni libre; varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gál 3,28).
o Evangelio: Con JESÚS, las mujeres fueron discípulas, misioneras y testigos de la Resurrección, con especial mención de María Magdalena, Apóstola de Apóstoles y María de Nazareth. Un buen elenco de mujeres le acompañaron y asistieron: Juana, Susana, María de Cleofás, María (madre de Jacobo) Salomé
o Tradición: La tradición eclesial cuenta con mujeres místicas y líderes espirituales, como Hildegarda de Bingen, Teresa de Jesús, Catalina de Siena, Hadewijch de Amberes, las Beguinas, y otras muchas que ejercieron liderazgo, autoridad y servicio efectivo en la Iglesia.
o Actualidad: Estudios contemporáneos sobre diaconado femenino y ministerios históricos de las mujeres:
- Phyllis Zagano – Con su investigación sobre la viabilidad canónica del diaconado femenino. Doctora miembro de la Comisión Papal para el Estudio de la Mujer en el Diaconado.
- John Wijngaards – The Ordination of Women in the Catholic Church. - Ute E. Eisen – Mujeres y ministerios en el cristianismo primitivo.
o Magisterio
El Papa Francisco ha creado dos comisiones (2016 y 2020) para estudiar el diaconado femenino.
El Concilio Vaticano II recuperó la vocación de la Iglesia al servicio, reintroduciendo el diaconado permanente. Sin embargo, fue restringido solo a varones. Hoy, frente a los desafíos pastorales, el sínodo universal en marcha y la demanda de igualdad y corresponsabilidad en la Iglesia, el reconocimiento del diaconado femenino se ha convertido en una urgencia pastoral, un acto de justicia y una coherencia evangélica.
2. ¿QUÉ ES EL DIACONADO?
El diaconado es un ministerio ordenado al servicio, no al poder. El diácono o diácona está llamado/a a:
- Anunciar el Evangelio
- Servir a los más pobres
- Animar la vida comunitaria
- Acompañar celebraciones litúrgicas
- Bautizar
- Acompañar matrimonios
- Presidir exequias
- El diaconado es un ministerio de puente entre la Iglesia y el mundo, entre la fe y la justicia social.
3. QUÉ PEDIMOS A LA IGLESIA
1. El reconocimiento oficial del diaconado femenino en la Iglesia Católica. 2. Acceso igualitario a procesos de formación teológica y ministerial. 3. La Incorporación de mujeres en responsabilidades de liderazgo comunitario. 4. Apertura de un diálogo real y efectivo con comunidades de base, teólogas y movimientos eclesiales.
4. ¿POR QUÉ AHORA?
- Es evidente la necesidad pastoral que urge en zonas rurales y comunidades sin sacerdotes, aunque el reconocimiento de las mujeres, aptas para este servicio eclesial, no nace ni tiene su raíz en las necesidades prácticas ni en la falta de personal, si bien es un motivo más que pide a voces un replanteamiento. - Reconocer la realidad de que muchas mujeres ya están realizando funciones diaconales sin reconocimiento.
- Es menester coherencia con el Evangelio: no hay vocación sin misión reconocida. - En el camino sinodal, la Iglesia escucha al Pueblo de Dios.
5. APOYOS INTERNACIONALES
Redes de teología feminista (ESWTR, ATE, CWC).
Conferencia de religiosos y religiosas.
Comunidades de base en América Latina y Europa.
Mujeres de Amazonía, África y Asia en territorios de misión.
6. TESTIMONIOS
"No pedimos privilegios, pedimos justicia evangélica" – Mujer catequista ruraL
“Abrir el diaconado permanente a las mujeres tiene buenos argumentos teológicos a su favor y sería un paso sensato desde el punto de vista pastoral" Cardenal Walter Kasper
7. CONCLUSIÓN
La diaconía es servicio encarnado, palabra profética y comunión eclesial.
El reconocimiento del diaconado femenino no es una reivindicación ideológica, sino un paso necesario hacia una Iglesia fiel al Evangelio, participativa y servidora, donde los dones de todas las personas sean reconocidos.
Porque la Iglesia será toda ministerial o no será.