La intervención del papa Francisco a la Tribuna de  las Naciones unidas, en septiembre 2015, pone claramente de relieve el carácter predominante de  las Naciones Unidas en cuanto a la interpretación y aplicación de la Carta magna aprobada por la mayoría de los miembros de la Institución internacional.  A los diez minutos de su intervención declara que ningún grupo o instituciones pueden considerarse por encima de la Ley internacional y actuar como si tuvieran el poder supremo. 

En otras palabras no hay Estados, por potentes que sean, que pueden substituirse a la ONU. Los que actúan así se convierten en “imperio” y se declaran por encima de las leyes internacionales. 

En los últimos cinco anos hemos visto la potencia imperial de los E.U. pasar por encima de las decisiones del Consejo de seguridad de las N.U.  para mantener sus políticas intervencionistas en países soberanos e independientes. Basta mencionar Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Cuba, países victimas de las sanciones y amenazas de golpe de Estado. 

En Venezuela, l’ONU reconoce como presidente legitimo a Nicolás Maduro, elegido, en mayo 2018, por la mayoría de los votantes. Por el otro lado,, el Vaticano y el episcopado venezolano no lo reconocen y optaron para apoyar el auto-proclamado  presidente por ínterin, Juan Guaido, el hombre de Washington. 

La interrogación que me hago y que muchos  se hacen es entender la política del Estado Vaticano en relación con lo que había declarado el papa en su intervención en la ONU:  actuar en conformidad con la Carta magna y  con el apoyo del Consejo de seguridad de las N.U.. 

Que el Vaticano no denuncie las sanciones y las amenazas de golpe de Estado de parte de E.U. es algo que no cuadra con las declaraciones del papa en su discurso de septiembre 2015.  

El papa y sus Secretario general del Estado del Vaticano saben que las Naciones Unidas no están de acuerdo con los bloqueos económicos y las sanciones, tampoco con los proyectos de intervención militar para un cambio de régimen. En este contexto Estado Unidos se considera por encima de las leyes internacionales y no toma en cuenta las decisiones de las N.U. 

Como cristina, involucrado en la geopolítica internacional, me mantengo a lo tanto de mi Iglesia y del Estado del Vaticano en sus acciones en el campo internacional. Siempre considero los Evangelios y el testimonio del Nazareno como los fundamentos de nuestra fe y de nuestro actuar. 

Oscar Fortín

20 de agosto