No creo en el Estado del Vaticano




No creo en el Estado del Vaticano tampoco en todas sus dependencias. La Iglesia en la cual yo creo no esta presente en este Estado, pantalla oscura que tapa a la Iglesia que vive del Espíritu y da testimonio de Jesús en el mundo. El Estado del Vaticano es mas bien la casa de Mammon o si se quiere del Imperio, que la casa de Dios o si se quiere de Jesús, el Resucitado. Me lastima decirlo así, pero es lo que resalta de su actuar.

En las últimas décadas vimos con mas claridad la utilización por el Estado del Vaticano de la Iglesia para servir mejor los intereses del Imperio que lo domina de completo. Basta ver la acogida que supo reservar, recientemente, al personaje que lo simboliza políticamente. Ningún otro presidente ha sido recibido con tontos honores, ni Putin, ni los presidentes de América latina que pasaron por la oficina del Papa. El Vaticano recibía su verdadero Jefe.


El Vaticano es la antecámara de Washington que sabe utilizar la popularidad, la voz y también los silencios del papa de manera a apoyar sus intervenciones y intereses en el mundo.

Me permito darles unos ejemplos.

Por ejemplo en el conflicto en Siria, todos sabemos de las intervenciones directas y indirectas de Estados Unidos a través mercenarios, armamentos y dinero. ¿Qué hace el Vaticano? Ante todo, se guarda bien de condenar estas acciones directas y indirectas del gobierno de Estados Unidos en un país dirigido por un gobierno legitimo y reconocido por las Naciones Unidas. Un gobierno que tiene la responsabilidad de asegurar la paz de su pueblo. El Papa, al intervenir, llama a un cese de fuego y al dialogo sin decir nada de las intervenciones de Estados Unidos y de sus aliados en el conflicto. En su llamado no hace diferencia entre un gobierno que tiene la responsabilidad de asegurar la paz y la tranquilidad de su pueblo y la violencia utilizada por una oposición armada y los mercenarios. Al confundir los unos con los otros se evita dar demasiados detalles relacionados a las cosas de esta violencia. En cuanto al dialogo sugerido por el Papa, el Vaticano se compromete a unirse con la estrategia de Washington. Parece que la carta del presidente Al Assad al papa no tuvo mucha influencia sobre las decisiones del Vaticano.

Los silencios del Vaticano son aun mas numerosos que los dichos. El Vaticano no hablara nunca del apoyo mayoritario del pueblo sirio al presidente Al Assad, no recordara el referéndum realizado en febrero 2012 para el cambio de la constitución, tampoco no hablara de las elecciones a la presidencia previstas por el 3 de junio de este ano. No hablara tampoco de las voces católicas que denuncian las intervenciones extranjeras y las mentiras que atribuyen al gobierno todos los masacres. Silencios que sirven bien los intereses de Washington y la estrategia fijada para tomar el control del poder del Estado.

En el caso de Ucrania, encontramos la misma solidaridad con las políticas de Washington. A ningún momento, el Vaticano condeno las intervenciones exteriores en Ucrania para deshacerse del presidente legitimo que se oponía a la integración de Ucrania a la CEE. Este ultimo, al actuar así, contaba con el apoyo importante de su pueblo.

Cuando se refugio a Rusia para salvar su vida, Washington impuso su candidato para reemplazarlo sin tomar en cuenta la voluntad del pueblo ucranio. Una parte importante de este pueblo no reconoció la legitimidad de este nuevo presidente. Igual fue el caso de Rusia y de varios otros países. El Estado del Vaticano, lejos de no reconocerlo, le arreglo una audiencia privada con el papa Francisco, el jefe del mismo Estado del Vaticano. Al regreso a Ucrania paso al acción, masacrando centenares de ucranios opositores. El Vaticano se mantuvo silencioso sobre esos masacres y sus autores.

En cuanto a Columbia donde predomina la corrupción, los paramilitares y los falsos positivos, nos encontramos con un episcopado silencioso y un Vaticano discreto. Las negociaciones de paz que debiera normalmente movilizarlos para que las partes hagan todo lo posible para lograr un acuerdo de paz, les deja mas bien indiferentes. Mas de una vez las FARC-EP ofrecieron un cese de fuego completo entre las partes en conflicto sin tener respuesta positiva de parte del Gobierno. No vimos a la cúpula episcopal, ni oímos la vox del Vaticano para presionar al gobierno a aceptar el cese de fuego. Una presencia y un silencio mas bien de complicidad. Yo había escrito una carta abierta al Secretario general del Estado del Vaticano.

En Venezuela, la cosa es otra. Allí si que vemos la cúpula episcopal y que entendemos la voz del Vaticano. ?De donde viene este cambio de tono por un país que es el mas democrático de toda América latina, que tiene todas las puertas abiertas para que el pueblo y sus organizaciones participen en la construcción de una sociedad mas justa, mas participativa, mas independiente y autónoma? Su régimen es socialista, del socialismo del siglo XXI, es decir que se construye a base de los imperativos del bien común en que el Estado tiene la primera responsabilidad para que se cumplen. En él, se reconoce la expresión ya utilizada por Juan XXIII y Hugo Chávez: el Estado tanto que necesario, el privado tanto que posible. Es anticapitalista como lo pide el papa Francisco.

A base de la realidad de este nuevo regimen y, al no olvidar, una riqueza petrolera que hace el envío del imperio, no hay que sorprenderse que Washington quiera volver a tener el control de este Estado y de su riqueza. Mas sorprendente es la tenacidad de la cúpula episcopal y del Vaticano a sostener todas las acciones que pueden conducir al desalojo del actual gobierno para entregarlo a las oligarquías nacionales sometidas a Washington. Lo que sucedió con el golpe de Estado en abril 2002, se reproduce en febrero 2014.

Se ve, en la caso de Venezuela, toda esa dependencia del Vaticano y de los episcopados de las políticas y voluntades de Washington. Basta que Washington dé un orden a un episcopado o a otro para que salgan con una declaración episcopal poniendo el acento sobre el tema que mas le conviene. Es lo que recién sucedió en Argentina con la deceleración episcopal poniendo de relieve la inseguridad y las fallas de un sistema de justicia politizado. No suceden declaraciones así en Honduras, en Guatemala, en Panamá o Costa rica. De Paraguay no entendemos hablar mas de los problemas de los trabajadores et de los campesinos. En México hay, de vez en cuando, unas declaraciones sobre la violencia de las mafias pero nada de substancial en contra las políticas del Gobierno. Se trata como de un terreno protegido.

Dejo a cada uno proseguir este análisis sobre las orientaciones políticas y ideológicas del Vaticano y de los Episcopados latino-americanos. No basta condenar oficialmente el capitalismo y el neoliberalismo como lo hizo el papa Francisco en su Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, es preciso ajustar sus acciones y sus alianzas con los que luchan contra estos sistemas que generan pobreza y miseria. Va igual con la pobreza y los pobres. No basta decir que andamos con los pobres sino estar de verdad con ellos.

En el caso presente, el Vaticano y la mayoría de los episcopados siguen obrando mano en la mano con los que aseguran este capitalismo, rechazado por el papa y muchos gobiernos en el mundo. Si saben hablar de la pobreza y de los pobres no saben meterse de verdad con ellos. El papa Francisco se da por este camino con los pobres, pero su alojamiento en el Estado del Vaticano, el cual no tiene nada de pobre, no lo ayuda en su testimonio. Yo admiro sinceramente al papa Francisco y creo en su sinceridad mas profunda. En una carta abierta que recién le mandé le exprimo mi solidaridad y en el mismo tiempo mi dolor de verlo utilizado y manipulado por sus mas cercanos colaboradores.

No creo en el Estado Vaticano, cara religiosa del Imperio que trata de imponerse al mundo como un salvador. En este juego, la Iglesia, comunidad reunida por Jesus y los evangelios, no puede estar de este juego.

Ojala que mas pronto que tarde, el sucesor de Pedro, el papa Francisco, se aleje de completo de este Estado que no tiene nada que ver con el Reino de Dios inaugurado en Jesús.

La catolicidad de la Iglesia no es lo mismo que la globalización de las economias y del poder del imperio.

Oscar Fortin
16 de mayo 2014
Un pensamiento especial por la Virgen de Fatima
Volver arriba