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El cardenal Cobo en la jornada de Asís a los jóvenes peregrinos: "convertirse en instrumentos de paz"

Peregrinación al Jubileo de Roma, una travesía de fe, amistad y hondas experiencias

Ayer martes, 29 de julio, los jóvenes peregrinos de la diócesis de Madrid hicieron una parada en la ciudad de Asís. Allí, siguiendo los pasos de Francisco y Clara, vivieron una jornada marcada por el silencio, la acogida y la esperanza

El cardenal Cobo visitó también el 'centro de operaciones' de los voluntarios que están prestando servicio a lo largo de la peregrinación. En un encuentro informal y cercano, les agradeció su entrega

Por la noche, Perugia se llenó de alegría. Junto con los peregrinos de la diócesis de Valencia, los jóvenes vivieron una fiesta internacional llena de arte, música y buen ambiente

El cardenal Cobo en la jornada de Asís

(Archimadrid).- La peregrinación al Jubileo de Roma está siendo una travesía de fe, amistad y hondas experiencias. Este martes, 29 de julio, los jóvenes de la diócesis de Madrid hicieron una parada significativa: la ciudad de Asís. Allí, siguiendo los pasos de Francisco y Clara, vivieron una jornada marcada por el silencio, la acogida y la esperanza. Pero, sobre todo, por el reencuentro con su arzobispo, el cardenal José Cobo, quien presidió la Eucaristía en la iglesia de Santa María degli Angeli.

En su homilía, el arzobispo les habló con el corazón en la mano. «Vivimos borrachos de quejas y de violencias que empiezan en la mirada que ignora al otro, en las palabras que hieren», les dijo. Frente a esa realidad, propuso a los jóvenes abrazar el mismo camino que san Francisco: «Desnudarse del ego y vestirse con la paz que viene de Dios». No fue un mensaje abstracto, sino profundamente concreto. Les pidió convertirse en instrumentos de paz, comenzando por sus entornos más cercanos: la familia, la parroquia, los amigos, incluso los que piensan distinto. «La paz no es un eslogan, es un camino que solo los valientes se atreven a recorrer», remarcó.

Durante la jornada, el cardenal Cobo visitó también el «centro de operaciones» de los voluntarios que están prestando servicio a lo largo de la peregrinación. En un encuentro informal y cercano, les agradeció su entrega. «Ayudáis mucho y la gente lo nota», les dijo. Tanto es así que —según relató— algunos peregrinos se han acercado a preguntar cómo pueden ser voluntarios ellos también. Un gesto que confirma cómo el servicio discreto, cuando nace del amor, siembra deseo de más.

Y por la noche, Perugia se llenó de alegría. Junto con los peregrinos de la diócesis de Valencia, los jóvenes vivieron una fiesta internacional llena de arte, música y buen ambiente. Actuaciones espontáneas, guitarras al aire y mucho talento dieron forma a un encuentro festivo que mostró otra cara de la comunión eclesial: la que se canta y se ríe.

Ahora, tras esta etapa intensa en Asís y Perugia, nuestros peregrinos están ya en la recta final de su camino. Roma les espera. Y ellos avanzan con el corazón encendido, sabiendo que —como dijo el cardenal— la paz no es solo un destino: es el modo en que se camina.

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