"Hay obispos convencidos por fe de tener que genuflectarse permanentemente" Antonio Aradillas: "Los miembros de la Conferencia Episcopal polaca 'se han pasado' pidiendo declarar a Juan Pablo II Doctor de la Iglesia Universal"

Bergoglio besa la mano de Juan Pablo II
Bergoglio besa la mano de Juan Pablo II

"El bautismo nos iguala a todos, aún por encima de las órdenes, votos y ministerios"

"Al ser declarada dogma de fe la infalibilidad pontificia, las puertas del infierno, con la fulgurante eternidad de sus llamas, habrían de estar abiertas a quienes pensaron lo contrario a lo pontificalmente establecido"

El término “papa” – “Sumo Pontífice o autoridad máxima de la Iglesia católica”-, y “papalatría” o “adoración al mismo”, son referencias-ejes en los leves comentarios siguientes. La noticia más reciente es la petición colectiva efectuada por el episcopado polaco de que, con ocasión de la próxima beatificación del cardenal arzobispo de Varsovia, Mons. Wyszynske, sea declarado “Doctor de la Iglesia Universal y co-patrono de Europa” el ya canonizado –¡“santo súbito, es decir, santo ya!”, Juan Pablo II, cardenal Wojtyla, también polaco y ex arzobispo de Cracovia.

(Me limito a hacerme eco reverencial de algunos de los comentarios que ha suscitado tan unánime petición y subrayo con intencionalidad piadosa, y un tanto castiza, que los miembros de la Conferencia Episcopal polaca “se han pasado”. El mismo derecho a destacar tal deseo, les asiste a estos, que a aquellos otros cristianos, y obispos, convencidos por teología y por fe, de tener que genuflectarse permanentemente, solicitando para Juan Pablo II aún más, y con exagerada magnificencia y prisas, títulos en esta vida y en la otra, sin demasiado respeto a los requisitos establecidos canónicamente en relación con el tiempo y con los “milagros”).

Los papas, por papas, y en el orden estrictamente cristiano y aún eclesiástico, no tienen porqué ser “obsequiados” en esta vida y menos en la otra, con títulos honoríficos superiores a los del resto del pueblo de Dios. Estos privilegios no son cristianos. Escalas y órdenes tampoco lo son. Literalmente son “cosas nuestras” y “de andar por casa”. El bautismo nos iguala a todos, aún por encima de las órdenes, votos, ministerios y ritos, votos y promesas sacramentales o para- sacramentales.

"El clericalismo es una de las más graves formas de la “papalatría”"

Precisamente por eso es explicable la sorpresa “religiosa” que han de asumir los cristianos en la actualidad, por ejemplo, al comprobar que desde mediados del siglo XIX  hasta el presente, la mayoría de los papas han sido beatificados y canonizados, o están en proceso de serlo, todavía en vida…

La inclinación a concluir que algo raro -muy raro- está aconteciendo en la valoración del Santoral, necesita explicación y buenas dosis de catequesis. Leías y releídas, con la mejor intención posible, las historias de la Iglesia, con especial atención para las figuras de sus papas-batalladores, guerreros, señores feudales y semi-emperadores,  la declaración y reconocimiento de “santos-santos” no puede ser, -ni es- equivalente a las que vivieron y “pontificaron” en los últimos tiempos, habiendo actuado unos papas al igual que lo  hicieron los otros. Recurrir al pretexto o excusa de la endogamia, además de bochornoso, resultaría blasfemo.

A quienes todavía alienten el convencimiento inhóspito de que los hechos, referidos unos, e insinuados los más, son negros capítulos de historias pasadas o leyendas apocalípticas, al dictado de miedos paganos, con el fin de poder ser manejados por la respectiva jerarquía, basta y sobra con aconsejarles que lean el siguiente párrafo, de reciente y autorizada redacción eclesiástica.

Wojtyla reprende a Ernesto Cardenal
Wojtyla reprende a Ernesto Cardenal



Los “ultramontanos” otorgaban al papa títulos tales como “Rey, Papa-Rey, Soberano, César, Rey Altísimo, Su Santidad,  “El más amado de los reyes”, Príncipe mayestático,  Regente Supremo, Santo Padre, Máximo soberano del mundo universo, Vice-Dios de la humanidad, Vicario de Cristo, Santa Sede… En definitiva, un verdadero culto a la personalidad, con atisbos de misticismo y fetichismo y con la inminente e inmanente amenaza anatematizadora de que, al ser declarado dogma de fe la infalibilidad pontificia, las puertas del infierno, con la fulgurante eternidad de sus llamas, habrían de estar abiertas a quienes pensaron lo contrario a lo pontificalmente establecido.

La “papalatría” es grave pecado. Del mismo habrán de confesarse y pedirle perdón a Dios, con los requisitos inherentes  al sacramento de la penitencia, seglares, “seglaras”, monjes y monjas, religiosos y religiosas, curas y obispos en su variedad de hábitos, misiones y actividades. Se da por supuesto que los primeros que sentirán, y consentirán, las tentaciones más graves referidas a la “papalatría”, serán los propios papas y quienes aspiran a serlo… El de la “papalatría, “episcopalatría” y otras “latrías” son pecados en Nuestra Santa Madre la Iglesia, aunque a ellos no hagan referencia los catecismos al uso… El clericalismo es una de las más graves formas de la “papalatría”.

Insisto en que no les faltan razones a quienes lo del “¡santo súbito!”, o canonización “exprés”, doctor de la Iglesia Universal  y co-patrono de Europa, les parezca una divinizadora exageración, impropia  del obispo de Roma y del “Siervo de los siervos de Dios”, con derecho a la “silla gestatoria” de los sátrapas, y a su versión más modernizada del “papamóvil”.

Juan Pablo II y el cardenal Ratzinger
Juan Pablo II y el cardenal Ratzinger

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