"¿Cómo superar la división esterilizadora entre clero y laicos?" ¿Faltan curas o faltan comunidades?

¿Faltan curas o faltan comunidades?
¿Faltan curas o faltan comunidades?

"Cada comienzo de curso se movilizan y organizan las diversas diócesis para poder atender a las numerosas parroquias que se van quedando sin sacerdotes"

Pero, ¿faltan curas o faltan comunidades que se organizan para alimentar el seguimiento de Jesús, el Cristo, y ponen a disposición todos los dones y carismas recibidos?

"Son posibles unas comunidades cristianas que desarrollen el seguimiento de Jesús y celebren su fe, aunque haya pocos sacerdotes. Esto no es una mera hipótesis, hay hechos que lo confirman"

"Tendrá que ir surgiendo una nueva forma de ser cura que supere el clericalismo… El peso de una larga historia ha petrificado muchas estructuras eclesiales"

Cada comienzo de curso se movilizan y organizan las diversas diócesis para poder atender a las numerosas parroquias que se van quedando sin sacerdotes. La verdad es que los obispos y sus equipos de gobierno lo tienen complicado. Así vemos que se les añade parroquias a los curas que ya regentan muchas (algunos pasan de la veintena), se echa mano de sacerdotes extranjeros que han venido para estudiar o con la intención de quedarse, se acude a la ayuda, fundamentalmente para el culto, de diáconos permanentes o en ocasiones, cada vez con más frecuencia, se encomiendan algunos servicios a laicos o laicas para que realicen algunas funciones en ausencia del sacerdote.

¿Todos los esfuerzos que se hacen van bien encaminados? Creo que todos son bien intencionados, pero dudo que sean acertados.

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¿Faltan curas o faltan comunidades que se organizan para alimentar el seguimiento de Jesús, el Cristo, y ponen a disposición todos los dones y carismas recibidos?

Irlanda: Disminuye el número de sacerdotes por muertes y pocas vocaciones |  ACI Prensa

Vemos como una necesidad que haya más vocaciones al sacerdocio, pero no nos preocupa tanto que surjan comunidades cristianas que faciliten la vivencia de la fe y lleven a cabo el anuncio del evangelio.

"No nos damos cuenta de que hay un tiempo nuevo y estamos llamados a celebrar nuestra fe en comunidad y ser misioneros por nuestra forma de vivir"

Hablamos mucho de una sociedad que se ha secularizado y se va haciendo descreída, pero seguimos actuando como si estuviéramos en un estado de cristiandad quejándonos del secularismo. No nos damos cuenta de que hay un tiempo nuevo y estamos llamados a celebrar nuestra fe en comunidad y ser misioneros por nuestra forma de vivir.

Son posibles unas comunidades cristianas que desarrollen el seguimiento de Jesús y celebren su fe, aunque haya pocos sacerdotes. Esto no es una mera hipótesis, hay hechos que lo confirman.

Hace treinta años conviví un tiempo con un grupo de tres sacerdotes jesuitas en la India, en el estado del Guyarat. Atendían una amplia zona de unos 2500 kilómetros cuadrados y más de 100 poblados. Allí descubríque no son las comunidades cristianas más boyantes las que tienen más curas y que es posible vivir la fe comunitariamente, aunque el sacerdote sólo los visite cada dos meses. Las personas, a las se habían elegido en la comunidad para los diversos ministerios como laicos, llevaban adelante la formación, la organización de las diferentes tareas de la comunidad y la celebración comunitaria de la fe. ¡Qué festivo era el día en el que recibían la visita del sacerdote! No me extraña que Javier Cercas en su libro “El loco de Dios”, recogiendo las vivencias que tuvo en el acompañamiento al Papa Francisco en su viaje a Mongolia, haya dicho que si la Iglesia quiere reformarse lo tiene fácil: que siga el ejemplo de los misioneros.

"No me extraña que Javier Cercas en su libro “El loco de Dios”, recogiendo las vivencias que tuvo en el acompañamiento al Papa Francisco en su viaje a Mongolia, haya dicho que si la Iglesia quiere reformarse lo tiene fácil: que siga el ejemplo de los misioneros"

Una Iglesia misionera - Alfa y Omega

No es lo mismo buscar a los laicos para que ayuden y cooperen en las tareas a las que tu no puedes llegar que hacerlos corresponsables y que la comunidad les confíe una tarea. No es lo mismo encargarte un servicio que otorgarte un ministerio. No es lo mismo que surja desde la comunidad o que sea enviado desde fuera como una prolongación de la mano del cura o el obispo. En el acertar o no con el camino adecuado nos jugamos mucho en relación al futuro de la iglesia. Es muy importante discernir antes de cubrir huecos.

¿Qué entendemos por ministerios encomendados a laicos?

Grupo de personas laicas que, insertas en la comunidad parroquial, reciben la misión, “in solidum” con el sacerdote, de animar, hacer avanzar y cuidar de la comunidad que se les ha encomendado; no como ayudantes o simples colaboradores, sino como corresponsables de llevar a cabo la misión.

Características de estas personas

Personas insertas en la comunidad y elegidas por la misma para un tiempo determinado. Esta misión o envío la deben vivir comovocación, por lo tanto no serán liberados, sino que vivirán de su trabajo o jubilación y como respuesta a su compromiso bautismal en favor de la comunidad.

Relación con el ministerio ordenado

Trabajarán en equipo y corresponsablemente con el ministerio ordenado. Tendrá que ir surgiendo una nueva forma de ser cura que supere el clericalismo. El sacerdote, a veces itinerante, será el acompañante y animador de las diversas comunidades en una misión conjunta con el equipo ministerial.

"Tendrá que ir surgiendo una nueva forma de ser cura que supere el clericalismo"

Fundamentación teológica

El Concilio Vaticano II supone un vuelco en la concepción de la Iglesia; pone en el Capítulo II de la Lumen Gentium las bases para un giro copernicano con respecto a la eclesiología anterior de distinción y desigualdad entre clérigos y laicos: No hay que comprender al laico desde el clero, El prototipo de cristiano es el bautizado: clérigo o laico. Hay que replantearse el ser de la Iglesia desde la condición del ser bautizado, desde ahí se derivan y desarrollan los ministerios y carismas. Este planteamiento conciliar sustituye al viejo esquema, que se va generando a partir del siglo IV, de clero, por una parte, y laicos por la otra.

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El Concilio quiso dar el paso de una concepción piramidal a otra horizontal, de descentralizar el poder, de caminar juntos; en esto consiste la sinodalidad: una comunidad cristiana en la que cada uno aporta sus dones y carismas para el bien común. Pero dar este paso no está siendo fácil.

"El peso de una larga historia ha petrificado muchas estructuras eclesiales"

El peso de una larga historia ha petrificado muchas estructuras eclesiales. La visión de la Iglesia, dividida en dos categorías o ámbitos: clérigos y pueblo sencillo plebeyo e iletrado, fue consagrada `por la reforma gregoriana en el siglo XI y, todavía, a comienzos del siglo XX, la mantiene Pío X en su encíclica “Vehementer Nos” (1906). En ella se nos habla de la Iglesia como una sociedad desigual, con dos categorías de personas: los pastores y el rebaño, éste no tiene “otro deber que dejarse conducir y, rebaño dócil, seguir a sus pastores” (nº 17). Se pasa de la diversidad de ministerios y carismas de las iglesias en los primeros siglos a la sacerdotalización de los ministerios y el exclusivismo clerical en detrimento de los laicos.

¿Cómo superar la división esterilizadora entre clero y laicos? En primer lugar, hay que ir construyendo una iglesia desde la base. Para esto hay que vencer tres dificultades: 1) La inercia de los cristianos propensos a dejarse llevar pasivamente, 2) La desconfianza desde el clero de todo lo que venga desde abajo por miedo a que haya descontrol y 3) la necesaria actualización de un derecho canónico que está hecho con una mentalidad no de pueblo de Dios que se organiza, sino haciendo depender todas las decisiones de la jerarquía, en una parroquia: el sacerdote.

En el diagnóstico de la situación y en el camino a seguir acudimos al gran teólogo conciliar Karl Rahner. Él escribe, como ayuda para el Sínodo de los obispos alemanes del año 1971, unas extensas reflexiones que dan lugar a la publicación del libro: Cambio estructural de la Iglesia. He aquí un párrafo ilustrativo:

"“La Iglesia del futuro será una Iglesia que se construirá desde abajo por medio de comunidades de base de libre iniciativa y asociación. Hemos de hacer todo lo posible para no impedir este desarrollo, sino más bien promoverlo y encauzarlo correctamente… La Iglesia sólo se hará presente al irse haciendo de modo continuo mediante la decisión libre de fe y la libre formación de comunidades por parte de los individuos, inmersos en una sociedad profana que no estará ya de entrada marcada cristianamente (K. Rahner 1974, 132)"

Es necesario ir dando pasos para crear estructuras que respondan a esta visión de Iglesia como Pueblo de Dios. No podemos dejar en manos de la buena voluntad, o no, del cura, la labor de los laicos, que no son simples ayudantes. Por eso nuestro interés en que tengan un reconocimiento oficial “in solidum” por parte de la diócesis. La comunidad los elige y el obispo de la diócesis los nombra. Una estructuración de la diócesis y parroquias con estos nuevos criterios es de absoluta necesidad para que la labor no quede difuminada y sin consistencia. Yves Congar, gran teólogo del Concilio, lo expresa así en su libro Ministerios y Comunión Eclesial:

"Lo que entonces estructura a la Iglesia son todos esos servicios y ministerios que Dios suscita para que ella colme en determinado lugar o en todo el mundo la obra del Enviado y del Siervo: Anunciar la Buena Nueva y procurar la libe ración de los pobres; ser la Diaconía de Dios que ama a los humanos. Estos servicios y ministerios piden por sí mismos el ser estructurados. (pág. 50)"

Es importante la buena voluntad, pero no es suficiente. Hay que ir dando forma a una nueva organización de la Iglesia para encauzar y dar continuidad a la voluntad de las personas. Tenemos que evitar el peligro de creer que algo ya existe porque se le pone nombre. Sinodalidad, trabajo en común, importancia de los laicos… puede quedarse en palabras vacías sino se crean las estructuras adecuadas para que se hagan realidad.

La pregunta que plantea el título queda respondida, al menos para mí. No conviene simplificar, sabemos que hay que dar muchos pasos y que el camino a recorrer exige tiempo; pero nos equivocamos si creemos que el gran problema de la iglesia es la falta de sacerdotes.

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