El perdón de Dios en tiempos del Covid en Metro Manila Macario Ofilada Mina: "Menos mariolatrías y más mariología caritativa"

Iglesia de Santa Cruz, Manila
Iglesia de Santa Cruz, Manila

Tras seis meses de la cuarentena más dura y larga en el mundo, se reinició el culto público en Metro Manila a principios de este mes de septiembre

El 08.09.2020, el Administrador Apostólico de Manila, Mons. Broderick Pabillo, publicó la instrucción pastoral: 'Ten piedad de mí, Señor, ten piedad' en que da instrucciones para que las parroquias organicen celebraciones del Sacramento de la Reconciliación conforme a los protocolos sanitario

La instrucción está dirigida más bien a los fieles, asegurándoles de la disponibilidad de los sacerdotes, lo cual es algo utópico incluso en tiempos del pre-covid

En estos tiempos de pandemia, los clérigos, ahora con los quebraderos de la cabeza debidos a los problemas económicos de las parroquias y las instituciones religiosas, deberían sentirse no dueños de los sacramentos

En lugar de autopromocionarse y celebrar con saña y orgullo para demostrar en línea que son dueños de los sacramentos, los clérigos deben recordarnos que la generosidad de Dios rebosa los límites mediacionales e inmediatos de los sacramentos celebrados incluso los vistos o seguidos en línea 

Esta pandemia es oportunidad para que los mismos clérigos, que han escandalizado a los más pequeños en una sociedad muy necesitada sobre todo en tiempos recios, pidan perdón a Dios y al pueblo por todo ello

Así se hace la iglesia de los pobres: una iglesia de incesante perdón y de pedir perdón para poder caminar juntos como pobres hacia la venida del Reino

El Evangelio de hoy, el 24 Domingo en Tiempo Ordinario (A), nos recuerda que el único requisito para poder entrar en el Reino de los Cielos es el haber sido perdonado. Nada más, nada menos. El justo no puede entrar, aunque peque siete veces si no es perdonado setenta veces siete. Sin embargo, para ser perdonado es preciso perdonar, aprender a personar, lo cual es nada fácil.

Perdonar no significa olvidar o incluso reconciliarse con la otra persona o devolverle la confianza. Es seguir adelante, deseándole todo el bien bajo el cielo. No anula para nada la necesidad de la justicia. En cambio, el perdón es un grito, aunque muchas veces silencioso, por la justicia en nombre de la Misericordia. El perdón es una gracia libremente dada pero costosa que requiere la lucha por la justicia, por un mundo mejor para todos en la medida de lo posible.

Tras seis meses de la cuarentena más dura y larga en el mundo, se reinició el culto público en Metro Manila a principios de este mes de septiembre. Poco a poco, van reabriéndose los templos, tomando las precauciones necesarias, recordando a los fieles los protocolos sanitarios, limitando el aforo, siguiendo las misas transmitidas en línea o por televisión, si bien algunas parroquias han tenido que suspender dichos programas debido a que uno del personal dio positivo al Covid. El otro día salió la noticia de que el Cardenal filipino, Luis Antonio Tagle, prefecto de Propaganda Fide, dio positivo al virus al llegar a Manila para visitar a sus padres ancianos por lo que tiene que observar las dos semanas de cuarentena obligatoria. Desde entonces, no se han dado a conocer más detalles salvo el que el purpurado se encuentra en Manila y no puede visitar a sus padres que residen en la Ciudad de Imus, Provincia de Cavite.

El 08.09.2020, el Administrador Apostólico de Manila, Mons. Broderick Pabillo, publicó la instrucción pastoral: Have mercy on me, Lord, have mercy (Ten piedad de mí, Señor, ten piedad) en que da instrucciones para que las parroquias organicen celebraciones del Sacramento de la Reconciliación conforme a los protocolos sanitarios, lo cual ya se está haciendo en algunas parroquias (salvo la mía en que todavía nuestro párroco desde incluso antes del cierre no se ha animado a celebrar la misa públicamente) pero by appointment: con concertación de cita previa. Mas en algunas parroquias, los días laborables se hacen siguiendo un horario fijo (unos minutos antes de misa a no ser que al celebrante se le olvide o llegue tarde).

Mon Broderick Pabillo

La instrucción está dirigida más bien a los fieles, asegurándoles de la disponibilidad de los sacerdotes, lo cual es algo utópico incluso en tiempos del pre-covid. Distingue entre la manera ordinaria (el Sacramento) y la extraordinaria (con un Acto de Contrición Perfecta como había señalado el papa Francisco) de recibir el perdón de Dios, citando también el CIC. Asimismo, Pabillo recuerda que no se puede recibir la absolución en línea o por otros medios; las confesiones han de ser presenciales. Y me extraña que, hasta la fecha, los obispos filipinos no hayan afirmado su postura respecto a la bendición de religiosos artículo en línea por algunos sacerdotes con facultades de exorcista, pues en la mentalidad de muchos, al organizar vigilias ante el Santísimo o sesiones de la recitación del Santo Rosario y otras interminables preces, que todo ello ha de entenderse en clave de satanomaquia.

Así se interpretan los fenómenos naturales y sanitarios en Filipinas. Siempre con una hagiografía que borda el irracionalismo. Hay que echarle la culpa al diablo. Y no solo al que habita en el infierno sino también en las esferas del poder político. De hecho, el 15.09.2020, Memoria de la Virgen de los Dolores acabará la campaña, iniciada el 15.08.2020, de diez Ave Marías al mediodía. En vez de proponer, un régimen de oración e incluso penitencia (mediante la caridad intensificada), nuestros pastores nos han propuesto una fórmula mágica, con cifras maravillosas que me recuerdan no el número de los mandamientos y de los sacramentos (según la numerología hebrea y cristiana) sino la numerología de las reliquias de la muerte de J.K. Rowling en las novelas Harry Potter.

En fin, en la diócesis de Cubao se celebraron con fasto, algo rebajado, pero con fasto -y con asistencia del clero y gente selecta o los patrocinadores forrados-, dos coronaciones canónicas de imágenes veneranda de la Virgen, a saber, el 15.09.2020 fue coronada la V. del Carmen, no muy antigua, de los Padres Carmelitas Descalzos en su templo renovado ahora Basílica Menor; una semana después, le tocó a la imagen centenaria de la Virgen de Lourdes de los Padres Capuchinos con tres obispos dramatizando la colocación del rosario (gracias a Mons.Víctor Bendico de Baguio), de la aura (colocada por el señor obispo de Pasig Mons. Mylo Vergara) y finalmente, la corona preciosa y esta a cargo del obispo de Cubao, Mons. Honesto Ongtioco, quien el 28.08.2020, con motivo del 18 aniversario de la fundación de su diócesis expuso la dura realidad de las finanzas de las parroquias pero con la consolación de que las más ricas ayudan a las menos ricas en clave de solidaridad interparroquial pero sin mencionar que los bienhechores de las parroquias, es decir los fieles, están sufriendo las consecuencias de esta quiebra económica más dura desde la década de los ochenta, es decir, durante los años últimos de la dictadura corrupta de Ferdinand Marcos.

Ceremonia

¡Y estas cosas son las que se les ocurre a varios en tiempos como este! Me viene a la mente uno de mis confesores. Como penitencia, no me imponían un sartal de preces con numerología fija, aunque me invitaba a la oración. Siempre me pedía que hiciera un acto de caridad hacia un pobre y que sea caritativo en mi trato con la gente, empezando con los que me irritan de sobremanera. En vez de mariolatrías tan insensibles a estos tiempos de pandemia, hace falta una mariología (que brota de una cristología auténtica) caritativa en clave de reconciliación.

Para ser perdonado hay que empezar con el reconocimiento de nuestra condición de pecadores en orden a pedir perdón. Es cierto que Dios está dispuesto a perdonarnos aunque no se lo pidamos. Esta fue la última oración de Jesús en la cruz, para sus verdugos que no sabían lo que hacían. Para la iglesia la reconciliación es una celebración y siempre desea la plena participación de todos los involucrados, conforme al modelo de la alianza por la que nos constituimos en el Pueblo de Dios, la iglesia de perdonados que saben perdonar, siempre dispuestos a perdonar.

El reino de los cielos pertenece a los pobres, según las Bienaventuranzas. La iglesia es iglesia de los pobres. Los pobres son los que dependen de Dios incluso cuando ya se han esforzado para lograr sus metas, incluso cuando disponen de muchos medios y recursos. Los pobres (y no solo de Espíritu como recalca Lucas) son los que saben valorar las cosas desde la perspectiva de Dios, sabiendo que solo Dios basta, como dijera santa Teresa de Jesús; que los hombres tenemos nuestros logros pero solo Dios puede dar sentido a todo ello, que todo es relativo frente a Dios.

El perdón regalado y dado, dado que somos perdonados, es participar en la vida de Dios Misericordioso que no desea sacrificios ni riquezas como coronas sino la caridad cuya forma de expresión más radical es el perdón. Hemos de ser iglesia de los pobres, iglesia de los que dependen del perdón de Dios y dispuesta a perdonar, sabiendo que siempre tenemos las manos vacías pero con la conciencia de siempre se las llenará por el perdón y al perdonar.

En estos tiempos de pandemia, los clérigos, ahora con los quebraderos de la cabeza debidos a los problemas económicos de las parroquias y las instituciones religiosas, deberían sentirse no dueños de los sacramentos, empezando con la eucaristía y la reconciliación, como se ha venido demostrándose con su actitud de superestrellas en que las homilías y actividades en línea o presenciales no son ocasiones para reflexionar sobre la Palabra de Dios y los retos que esta conlleva sino para lucir y promocionarse. Han seguido cultivando un ambiente de clericalismo elitista, cuando se identifican con los ricos, yendo en contra de los protocolos sanitarios en el entierro de un bienhechor súperrico, con capa pluvial, con concelebraciones, con mucho humo de incienso, con procesiones y ritos largos por todo el pueblo de Baliwag, Diócesis de Malolos, Provincia de Bulacán y ahora se les ha impuesto a estos imprudentes un encerramiento forzado por los brotes tremendos del virus entre ellos cuando existen protocolos que prohíben tales celebraciones y que desgraciadamente han exigido la incineración de los cadáveres y entierros silenciosos y discretos. Y todo por su adicción a la pompa y a los estipendios, por no sentirse pobres, por sentirse dueños de los ritos, en pro de los ricos y muy contrario al sentido evangélico.

Los pobres hacen (hacemos) la iglesia. Los laicos de todos los rangos somos el Pueblo de Dios. Los clérigos están ahí para servirnos para que podamos caminar por la historia como iglesia, siendo iglesia abierta y dispuesta al cumplimiento de los ideales del Reino y de la venida de este.

Clérigo

En lugar de autopromocionarse y celebrar con saña y orgullo para demostrar en línea que son dueños de los sacramentos, incluso con ocurrencias que exigen que los asistentes en línea observen el ayuno sacramental y que estén vestidos, que siguen los gestos y ademanes y que las misas siempre han de ser vistas en directo, los clérigos o los responsables para que caminemos como iglesia debían o deben recordarnos que la generosidad de Dios rebosa los límites mediacionales e inmediatos de los sacramentos celebrados incluso los vistos o seguidos en línea por fieles que siguen teniendo sed por lo Absoluto pero que son defraudados por la mentalidad mercenaria de varios de sus clérigos.

Esta pandemia es oportunidad para que los mismos clérigos, que han escandalizado a los más pequeños en una sociedad muy necesitada sobre todo en tiempos recios, pidan perdón a Dios y al pueblo por todo ello. Así podrán volver al redil de la iglesia verdadera que ellos mismos han reducido a sus propios espectáculos. Así podrán celebrar con los fieles el perdón de Dios quien perdona a los que perdonan de corazón a su hermano. Así se hace la iglesia de los pobres: una iglesia de incesante perdón y de pedir perdón para poder caminar juntos como pobres hacia la venida del Reino.

Perdón

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