"Jesús habla de libertad, la Iglesia sentencia" Pablo Pedraza: "Soy católico y estoy harto de ver en lo que se ha convertido la Iglesia"

Clericalismo
Clericalismo

"Jesús criticaba a los muchos de los sacerdotes del judaísmo que condenaban a la gente diciendo que había que cumplir las 'leyes' mientras ellos no las cumplían"

"De los que hablo se ponen día sí y día también desde el altar, y no solo desde ahí, a decir cómo hay que vivir, qué hay que prohibir, qué es pecado"

"Queremos una Iglesia sencilla y humilde, no una embadurnada de joyas y soberbia"

<<Destruid este templo, y en tres días lo levantaré>> es lo que dijo Jesús, recogido en Juan 2, 19. Dijo esto al ver que el templo de Jerusalén se había convertido en un mercado, permitido por los sacerdotes. Aunque este versículo tenga una gran transcendencia teológica, no vengo a hablar de eso.

Yo soy cristiano (católico) y estoy harto de ver en lo que se ha convertido la Iglesia Católica. Harto de ver riquezas, jerarquías “celestiales” y luchas por el poder. Casi no hay atisbo de las enseñanzas de Jesús. Jesús habla de libertad, la Iglesia sentencia exigiendo obediencia. Jesús habla de sencillez, la Iglesia vive en la opulencia. Jesús habla de perdonar, la Iglesia de castigar. ¿Cómo hemos permitido los cristianos que ocurra esto?

Lo sé, no toda la Iglesia es así, claro que no, tengo constancia. Aquí hablo de esos no pocos que quieren manejar el cotarro por beneficio propio. Jesús criticaba a los muchos de los sacerdotes del judaísmo que condenaban a la gente diciendo que había que cumplir las “leyes” mientras ellos no las cumplían; pues bien, ese tipo de sacerdotes hay en la Iglesia. Y no, el cristianismo no es cumplir las “leyes”, el cristianismo es libertad, por mucho que nos digan lo contrario.

De los que hablo se ponen día sí y día también desde el altar, y no solo desde ahí, a decir cómo hay que vivir, qué hay que prohibir, qué es pecado, mientras ellos hacen todo lo que dicen que está mal. Y no solo son sacerdotes, también hay laicos y religiosos que actúan de la misma forma. La Iglesia, esa institución con casos de pederastia, llena de sangre, oro, poder y más elementos poco cristianos. Esta Iglesia que antepone la “ley” al ser humano, ¿qué Iglesia es?

"Una Iglesia que no discrimine al colectivo LGTBI y donde personas del mismo sexo se puedan casar porque el amor nunca es pecado"

¿Sabéis qué os digo? Que sí, que esta Iglesia que tenemos se puede destruir (metafóricamente, que nadie se asuste), y no hablo de ‘poder’ como la capacidad de hacer algo, sino que es lo que tiene que ocurrir. Pero se tiene que destruir para poder reconstruirla entre todos aquellos que tenemos una visión diferente de Iglesia.

Aquellos que queremos una Iglesia que acoja, no que expulse; una Iglesia de libertad, no de autoridad; una Iglesia donde quepamos todos y que sea de todos, no una donde se aprovechen unos pocos; una Iglesia sencilla y humilde, no una embadurnada de joyas y soberbia; una Iglesia de grandes puertas abiertas y sin cerraduras, no una de pequeñas puertas cerradas con llave; una Iglesia de liberación, no de sometimiento; una Iglesia que rompa las cadenas, no que ponga grilletes. En definitiva: una Iglesia pobre, hecha por pobres y para pobres.

Nuestra misión es la de reconstruir, y para ello hay que destruir. Destruir no como acto negativo, sino positivo y que sea la predisposición a algo mejor. Porque para destruir negativamente, ya están los que están arriba; y no tan arriba, ya que los lobos duermen con las ovejas. Esto no es para hacer una nueva religión ni una nueva Iglesia, es para volver a los orígenes del cristianismo, a la palabra del Evangelio, al mensaje de Jesús.

Yo creo en una Iglesia donde las mujeres estén en los puestos de responsabilidad y relevantes de las organizaciones y que puedan ordenarse como diaconisas y sacerdotisas. Una Iglesia que no discrimine al colectivo LGTBI y donde personas del mismo sexo se puedan casar porque el amor nunca es pecado. Que esté a favor de derribar fronteras y tender puentes. Donde el poder esté distribuido entre todos de igual forma y que no sea un poder para gobernar sino que sea un poder para servir. Quiero una Iglesia que esté, sobretodo, del lado de los más vulnerables, de los oprimidos, de las familias que pasan por situaciones muy complicadas, una Iglesia que esté rotundamente en contra de las desigualdades e injusticias sociales y que dé ejemplo de ello.

Una mujer sacerdote en el Sínodo de obispos
Una mujer sacerdote en el Sínodo de obispos

¿Qué ha pasado con el Reino de Dios y la misión de instaurarlo en la tierra? Nos dicen que esperemos en este “valle de lágrimas” hasta el día de nuestra muerte, ya después iremos al Reino de Dios que está en los cielos. ¿Este era el mensaje de Jesús? ¿Jesús nos dijo que tendríamos que esperar? No, Jesús nos dijo que nuestra misión es hacer de la tierra el Reino de Dios, un reino donde quienes están arriba son los que están abajo en esta nuestra sociedad del descarte: parados, migrantes, refugiados, mujeres víctimas de violencia de género, excluidos, presos y todos aquellos que sufren, que son discriminados y se encuentran en algún tipo de opresión, que en definitiva, todos sufrimos en diferentes grados.

Con esto no quiero decir que la tierra es un valle de lágrimas, todo lo contrario, la tierra es donde tenemos que construir este nuevo Reino, un reino de justicia, felicidad, paz e igualdad, en definitiva, un reino donde reine el Amor. Las semillas de ese reino están ya plantadas, solo falta hacer que crezcan.

En la Iglesia actual veo pequeñas ramas de eso. No todos los sacerdotes tienen el corazón negro, hay muchos que viven y llevan el mensaje de Cristo (que también es nuestro mensaje), que se levantan todos los días para construir un nuevo mundo. Y al igual que hay sacerdotes que son así, también hay religiosos y laicos que generan una onda luz en esta institución, gente que vive el Evangelio, que lo aplica en todos los ámbitos de su vida y que quieren mejorar este mundo, que se ponen al servicio de los demás.

Francisco saluda a una mujer en Mozambique
Francisco saluda a una mujer en Mozambique

Gente alegre, activa y de gran corazón, esta gente es la que tenemos que reconstruir la Iglesia. El Papa Francisco es un ejemplo de ello, aunque haya aspectos en lo que no se esté de acuerdo con él, intenta ir cambiando poco a poco (mejorando, mejor dicho) esta institución para que se acerque al mensaje de Jesús.

Además, hay muchos movimientos con este mismo espíritu: HOAC, Cáritas, ICHTHYS-comunidades de vida cristiana LGTB de Sevilla, Voices of Faith-movimiento feminista católico, Revuelta de Mujeres en la Iglesia, Fe y Alegría, Alboan, Entreculturas, la REPAM de la Amazonía; el Servicio Jesuita a Refugiados/Migrantes, la revista Mundo Negro, Cristianisme i Justícia, Justicia y Paz, Movimiento Católico Mundial por el Clima, Teólogas Españolas, EnlázatexlaJusticia… Desde la teología también se puede conseguir este cambio, ejemplos de ello son la Teología de la Liberación, la Teología Feminista y la Teología del pluralismo religioso. Estas cosas se vieron un poco con el Concilio Vaticano II pero fue silenciado en poco tiempo llevando de vuelta a la Iglesia al oscurantismo. A lo mejor es momento de un Concilio Vaticano III.

Sé que no soy el único, sé que somos muchos más los que pensamos así pero por temor a que nos vean diferentes o como los malos, nos callamos. Pues yo estoy harto de quedarme callado y de quejarme solo entre mis cercanos. Si hay algún cristiana/o (que sea laica/o, religiosa/o u sacerdote, es que da igual) que piense así, que alce su voz. Debemos producir un cambio de forma radical, sí, pero también pacífica y democrática. Esta Iglesia ya se puede destruir, que entre todos la podremos reconstruir.

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