"El miedo es un terreno fértil para la manipulación. Vox lo sabe y lo explota" Del miedo al odio: el pecado de criminalizar al inmigrante

"Que 300.000 cristianos estén afiliados a Vox no significa que el Evangelio esté de su lado. Muchos viven una fe de cumplimiento: ritos sin compromiso, rezos sin misericordia"
"Han hecho del Evangelio una bandera ideológica, olvidando que no es un manual de exclusión, sino una fuente inagotable de espiritualidad y humanidad"
Cuando el discurso político convierte al hermano en enemigo
El miedo es un terreno fértil para la manipulación. Vox lo sabe y lo explota. Su discurso vociferante ha conseguido que muchos ciudadanos pasen del temor a la hostilidad abierta hacia el inmigrante, señalándolo como amenaza en lugar de reconocerlo como hermano.
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Ser cristiano y ser xenófobo: una contradicción en los términos
El Evangelio no deja espacio para la discriminación. “No hagáis acepción de personas” (St 2,9) es un mandato directo. Jesús acogía a todo aquel que se le acercaba, sin preguntar pasaporte, nacionalidad o condición social. Decirse cristiano y rechazar al extranjero es como encender una vela para apagar la luz.

La religión del cumplimiento: el gran espejismo
Que 300.000 cristianos estén afiliados a Vox no significa que el Evangelio esté de su lado. Muchos viven una fe de cumplimiento: ritos sin compromiso, rezos sin misericordia. Han hecho del Evangelio una bandera ideológica, olvidando que no es un manual de exclusión, sino una fuente inagotable de espiritualidad y humanidad.
El Evangelio no avala muros
Jesús no construyó fronteras: las derribó. Tocó al leproso, habló con la samaritana, defendió a la adúltera, sanó al siervo del centurión romano. Quien alza muros contra el extranjero no sigue a Cristo, sino sus propios miedos disfrazados de fe.

La incoherencia que mata el testimonio
La fe sin obras está muerta (St 2,26). Y toda obra contraria al amor del Evangelio es puro ruido. Creer y no amar es como rezar y no escuchar: una incoherencia que vacía de sentido cualquier credo.
Un cristiano que no acoge se aleja de Cristo
No hay compatibilidad entre la xenofobia y el seguimiento de Jesús. El cristiano que mira con recelo al inmigrante, que aplaude políticas de exclusión o que legitima discursos de odio, se aparta de la esencia misma del Evangelio.
El Evangelio se vive, no se vocifera
El Evangelio no se grita desde un mitin; se vive en las manos que acogen, en la mesa que se comparte, en la puerta que se abre. Todo lo demás es ideología vacía.
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