"Se mire por donde se mire- son mayoría numérica en casi todas las instancias eclesiales" La mujer en la Iglesia, asignatura pendiente

Revuelta de mujeres en la Iglesia
Revuelta de mujeres en la Iglesia

Mucho se va a hablar y mucho vamos a escuchar estos días sobre "el lugar de la mujer en la familia y en la sociedad"

"Mucho se va a discutir sobre si ella, la mujer, está ocupando el rol que la corresponde como “igual al varón” en muchos y fundamentales aspectos"

Yo me voy a limitar a unas cuantas preguntas sobre el rol o el lugar que ocupan y deberían ocupar las mujeres en nuestra Iglesia Católica, donde -se mire por donde se mire- son mayoría numérica en casi todas las instancias eclesiales

“8 de marzo, Día internacional de la Mujer”. Así reza en todos los calendarios. Y bien sabemos que tiene su origen inmediato en las más altas esferas de nuestra sociedad, al hacerlo así, universal, una asamblea general de la ONU en 1977, aunque dos años antes ya lo había empezado a conmemorar la propia ONU. El origen mediato se remonta a Copenhague 1910, haciendo un homenaje a los movimientos en favor de los derechos de la mujer, por lo que se decide celebrar el Día Internacional de la mujer.

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Mucho se va a hablar y mucho vamos a escuchar estos días sobre “el lugar de la mujer en la familia y en la sociedad”. Mucho se va a discutir sobre si ella, la mujer, está ocupando el rol que la corresponde como “igual al varón” en muchos y fundamentales aspectos. Por eso no voy a entrar a ello y voy a limitarme a unas cuantas preguntas sobre el rol o el lugar que ocupan y deberían ocupar las mujeres en nuestra Iglesia Católica, donde -se mire por donde se mire- son mayoría numérica en casi todas las instancias eclesiales.

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Y lo digo al comienzo: me gustaría que, en estos días, las notas, los artículos, las reflexiones…, escritos y firmados por mujeres, nos opacaran totalmente. Que fueran muchas las voces de mujeres que se escucharan en nuestra Iglesia reclamando el rol y el lugar que a ellas les corresponde. Y es que, digámoslo de entrada, en nuestra Iglesia estamos muchos kilómetros más atrás que en las otras esferas de la sociedad (en el llamado “mundo occidental”; peor, creo, en otras geografías).

Y si se trata de derechos -como creo que se trata- recordemos que éstos “no se mendigan, se conquistan”. Digámoslo desde el inicio: no esperen que varones y clérIgos les regalemos sus derechos a las mujeres en la Iglesia (¡ni ha sucedido ni, pienso, va a suceder!). Afortunadamente, son muchas las mujeres que lo viven y sienten así desde hace tiempo. Y ello ha hecho que en las más altas esferas (el papa Francisco es el mejor ejemplo) se haya, por fin, recogido el guante lanzado por esas mujeres. Hace muy poco que hemos escuchado -muchos casi atónitos- al propio papa Francisco destacar la "dimensión femenina de la Iglesia", que "la Iglesia es mujer" y que "uno de los grandes pecados que hemos cometido es 'masculinizar' a la Iglesia". Que es necesario, pues, "desmasculinizarla", que “si no sabemos comprender qué es la teología de una mujer, nunca entenderemos qué es la Iglesia". Así de simple.

Pero una cosa es que lo diga el Papa y otra que se viva y practique en las distintas instancias de nuestra Iglesia. Una cosa es decirlo y otra sacarle las consecuencias en la práctica. Es lo mismo que acabo de leer de la teóloga colombiana, de la institución teresiana y profesora en la U. Javeriana de Bogotá, Consuelo Vélez, sobre la Sinodalidad: hay que “Pasar del "tema" de la sinodalidad a la práctica de la misma”. Y ahí está la madre del cordero, en la práctica. Por eso es bueno comenzar por el VER haciéndonos preguntas:

¿Cuántas mujeres son profesoras de Filosofía y Teología en los seminarios? (cierto que no son muchas las preparadas ¡pero las hay! Y debemos preguntarnos por qué hay pocas preparadas) ¿Cuántos seminaristas y aspirantes a la vida religiosa se dirigen espiritualmente con mujeres? ¿Cuántas mujeres dan retiros y/o ejercicios espirituales a sacerdotes y obispos? (Sería una gran noticia: “mujer laica da retiro espiritual a los obispos de…reunidos en Conferencia”) ¿Cuántas mujeres en su parroquia están en instancias de real responsabilidad y decisión? ¿Cuántas conocen en sus diócesis trabajando en roles superiores a secretarias?¿Por qué ha sido siempre noticia cuando las mujeres han participado en Sínodos o Asambleas Eclesiales con voz y voto? ¿Cuántas trabajan en el Vaticano en cargos de real responsabilidad? Podíamos seguir con decenas de preguntas parecidas…

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Si somos sinceros y honestos esas y otras preguntas nos llevarán a respuestas que dejan a las claras que sí, en la mayoría de encuentros, reuniones, celebraciones eclesiales… son muchas más las mujeres que los hombres, pero si se trata de instancias de decisión y responsabilidad las mujeres son poquísimas. Afortunadamente, vamos cambiando, pero aceptemos: vamos demasiado lentos ¿Tenemos el derecho a pedirles a ellas que tengan paciencia, que todo va a llegar?

Miremos a otras realidades de nuestra Iglesia. Me fijaré solo en una, el “santoral” (ustedes fíjense en otras): ¿Acaso no es verdad que a lo largo de la historia de la Iglesia son muy pocas las santas que no lo sean por haber sido “vírgenes” o religiosas? Contemos las reconocidas santas por su “vida de madres, esposas o hermanas”, pura y simplemente, por haber sido simples y fieles seguidoras del Señor Jesús. Menos aún mujeres campesinas, como ha sido más de la mitad de la Iglesia durante la mayor parte de su historia. Miremos a los últimos 75 años y exceptuemos a todas las fundadoras de órdenes religiosas (¡qué casualidad, muchísimas han sido declaradas santas! ¿no lo habrán sido tanto y más que ellas muchas de sus correligionarias?) Hasta donde conozco pienso que siguen siendo muy pocas las mujeres canonizadas por haber sido buenas y santas madres, esposas, hijas y hermanas. Ni soñar que una mujer se haya santificado en la cocina o en la cama…

Todo esto debe llevarnos a plantearnos en serio si la mujer ¡y como mujer! en nuestra Iglesia está ocupando el lugar que le corresponde o si tenemos que esperar años, décadas o siglos para ello. Y no hablamos -que deberíamos hablar- de diaconisas y sacerdotisas, pero ¡en una Iglesia otra! no en la piramidal y clerical en la que muchos de nosotros aún nos movemos.

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