La Resurrección ha comenzado Pascua, un proceso colectivo de Misericordia

Pascua, un proceso colectivo
Pascua, un proceso colectivo

La lógica de la Resurrección de Cristo es expansiva, no la frenan las ideologías ni las instituciones, que siempre se quedan cortas con sus límites excluyentes. Las primeras en comprenderlo y anunciarlo eran esas mujeres que fueron muy temprano al sepulcro...a dar su homenaje a Aquel que las había reconocido como nadie.

El Amor de Dios todo lo incluye, asume lo bueno que pueda haber en la izquierda y la derecha, la mística del cielo y el compromiso terreno, la soledad y el Pueblo, la tinta de los intelectuales y la sangre de los mártires… todos los fluidos se complementan y convergen en el río de la Vida Nueva.

Hoy las iglesias vacías gritan que hay una forma de hacer las cosas que ya no funciona. Se les ha ido la gente y detrás de ella se está yendo de puntillas, su Buen Pastor...Que en un mundo que ha cambiado tanto, hace falta otra perspectiva, no una mera repetición de fórmulas de hace quinientos años… en esa mínima expresión del mundo que era occidente.

Hace falta reelaborar conceptos. Aclarar nuevamente de qué hablamos cuando hablamos de pecado, enfermedad, salud mental, progreso, religión, Dios…Las definiciones de todo lo conocido se han ampliado... Hace falta incorporar más lados a nuestros razonamientos y esto no es relativismo sino honestidad con la realidad ampliada en la que Dios nos habla como la primera vez.

Hace falta ese tipo de fe que ilumine un pensamiento complejo para comprender y curar, no un fundamentalismo tuerto que condena porque se quedó anclado en una parte del pasado y con un grupo de privilegiados histéricos.

Pascua es un proyecto colectivo

Jesús demostró su interés por nuestras vidas, para que vivamos mejor y para siempre. Su Resurrección es la garantía de los bienaventurados, no una utopía fantasiosa para empastillar el deseo más profundo del corazón humano. 

Su cruz no ha sido el rito pagano del sacrificio ni el masoquismo estoico del deber. El valor del sufrimiento es el amor por los demás, el olvido de sí, para dar la vida que a otros le falta. A partir de Jesús, sacrificio es hacer de la misericordia hacia el que sufre, el acto más sagrado. Porque "la Gloria de Dios es que el hombre viva" (S.Ireneo)

Su Resurrección es una gesta colectiva porque el que murió por todos, nos integra en una empresa común: el Pueblo de Dios:"...ser una comunidad fraterna en la que nadie queda solo, “Vosotros, que en el tiempo pasado no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en el tiempo pasado no habíais alcanzado misericordia, pero ahora sí” (1 Pedro 2, 10). La Misericordia de la Cruz, vence el mal de la división y nos convierte en “nosotros”. Estábamos en guerra, pero con Él ha estallado la Paz. Aunque no nos conozcamos, nos reconocemos en Él cuando damos de comer al hambriento, vestir al desnudo...(Mt 25).

resucitado para todos
resucitado para todos GUILLERMO J

Recordamos quenadie se salva solo, que únicamente es posible salvarse juntos..." (Fratelli Tutti 31). La salvación es un proceso común, nadie se salva solo, ni a costa de los demás ni descartando gente por el motivo que sea. El "salva tu alma" solo puede ser interpretado como la implicación personal en este proceso colectivo.

La Pascua es poliédrica, incluye todos los lados del ser humano, una perspectiva que excede nuestra comprensión pero que nos invita a estar abierta a ella. Hace falta resucitar todos esos lados tocados por el mal, ya que estamos dañados y “funcionando a media humanidad”. Esta transformación requiere que seamos activos: "ayudo a completar lo que falta de los sufrimientos de Cristo por ese cuerpo suyo que es la iglesia".(Col 1,24). 

Por eso, la redención no es una artificial amnistía legalista, un “sobreseimiento” judicial, un “hacer la vista gorda” porque hubo un poderoso que “pagó la fianza” o "hizo magia".

Es la reconstrucción de la persona y el mundo dañados por el mal. Es la reparación de un proceso colectivo que estaba irremediablemente destinado a la destrucción total. La Misericordia comienza en las periferias, con las víctimas y vulnerables de la historia. Asociándose por amor a cada ser humano sufriente, Jesús realiza la reconstrucción de una nueva Humanidad.

El mal, un estado de naturaleza hostil, desigualdades, injusticias, etc., no lo resolverá el mercado, ni la tecnocracia ni las ideologías del odio. El desafío es que los cristianos hagamos que la Pascua sea el proceso de misericordia que convierta el corazón de las sociedades hacia el bien común y la inclusión de los descartados de todos los sistemas. 

El mal es colectivo, es “el pecado del mundo”.

El malestar individual se retroalimenta en plural. Estamos mal por nuestras malas elecciones que se reproducen con las estructurales sociales, políticas y religiosas de pecado. Sobre ellas influimos con nuestras complicidades y ellas influyen en nuestras biografías más de lo que nos damos cuenta. Por eso, lo que me pasa, les pasa a todos, el contexto forma parte no solo de las causas sino del problema en sí mismo. Este mal produce incapacidad para un futuro realizable entre todos y para todos. “Todos hemos pecado y estamos lejos de la gloria de Dios”. (Rom 3,23). 

Con su Pasión, Jesús nos muestra que estar mal es un problema colectivo, un drama de la humanidad. Que mientras haya tanto dolor e injusticia en el mundo, yo no estaré bien, por más sobremedicado que esté, me aturda con caros entretenimientos, huya tras el consumismo, adhiera a ideologías de odio o me encierre en místicas cobardes.

Para que la crucifixión de Jesús no se vuelva una teoría religiosa, una pantomima turística, o un delirio piadoso, hay que tener presente a los crucificados en quienes Él todavía está clavado. Pascua es el proyecto colectivo de descender con Él a los infiernos a rescatar a los que aún siguen en las garras del sufrimiento y la injusticia. 

Resurrección es ampliar, evolucionar

Prefiero pensar que estas crisis eclesiales que vivimos pueden ser una Cruz para la ampliación de la casa común. Como cuando hay reformas en la casa, que todo está lleno de polvo y escombros. El cristianismo se está expandiendo con dolores de parto. La iglesia, a fuerza de grandes errores y el amor heroico de sus adelantados, está comprendiendo lentamente, asimilando la amplitud de la resurrección para un mundo que se ha amplificado velozmente. Lamentablemente va muy despacio, como iban los apóstoles en su comprensión de lo que Jesús hacía.

resucitar es un proceso colectivo
resucitar es un proceso colectivo

Es necesario que, en vez de cerrarnos en la apologética de una corporación religiosa atrasada, miremos más a los seres humanos y su historia como hacía Jesús. La FE no es para ganarle a los demás, para "tener razón" ni para demostrar superioridades. No estamos para la reverencia, sino para lavar los pies.

Hace falta reelaborar conceptos. Aclarar nuevamente de qué hablamos cuando hablamos de pecado, enfermedad, sesgos cognitivos, fake news, salud mental, progreso, religión, Dios…Las definiciones de todo lo conocido se han ampliado y la relación entre ellas, muchísimo más. Hace falta incorporar más lados a nuestros razonamientos y esto no es relativismo sino honestidad con la realidad que se amplía y en la que Dios nos sigue hablando con sus signos.

Si Santo Tomás de Aquino estuviera, reformularía muchísimo su síntesis teológica con todos los datos que actualmente disponemos sobre tantos campos del conocimiento y experiencias de la historia. De su maestro, San Alberto, se decía que era el hombre más culto e informado de la época. La fe era para aquellos pensadores, un aliciente imparable para el diálogo y la comprensión del mundo y los hombres.

Hace falta ese tipo de fe que ilumine un pensamiento complejo para comprender y curar, no un fundamentalismo tuerto que condena porque se quedó anclado en una parte del pasado y con un grupo de privilegiados histéricos.

Hay un solo Cristo pero no hay dos cristianismos iguales. Cada uno es llamado en su situación para ser alter christus, otro cristo imprescindible para completar el poliedro del Reino de Dios, rescatando a los crucificados del mundo para formar un Pueblo de Bienaventurados.

“Creemos” para adecuar nuestra lógica dañada, a la de Dios, y lo pedimos insistentemente: “hágase tu Voluntad”, hágase tu Lógica, expresada de tantas maneras, pero especialmente en tu Hijo hecho uno de nosotros, un vulgar carpintero de pueblo, crucificado y resucitado para los demás.

Por ahí va el primer dato de la Fe cristiana: que te hiciste uno de los últimos por amor, para rescatarnos a todos desde las periferias. Sabías que te costaría la vida, porque el poder del mal es muy grande, mucho más de lo que nos imaginamos. Y eso nos conmueve, más que el cielo prometido y el infierno tan temido…” lugares” tan manipulados por quienes se creen tus dueños, pero son lobos.

La lógica del amor de Dios es expansiva, no la frenan las ideologías ni las instituciones, que siempre se quedan cortas. Pero el Amor de Dios todo lo incluye, su catolicidad asume lo bueno que puedan tener la izquierda y la derecha, la mística del cielo y el compromiso terreno, la soledad y el Pueblo, la tinta de los intelectuales y la sangre de los mártires… todos los fluidos convergen en el río de la Vida Nueva, reminiscencia del "Élan vital" de Bergson.

Difícil encontrar a Jesús fanatizado por uno de los bandos, está en todos ellos, para evitar las guerras. El mal es su ausencia, que nos conduce a la violencia, impide el consenso y que seamos hermanos. Nada más demoníaco que la lógica amigo-enemigo de Carl Schmitt, que rige las relaciones políticas de odio actuales.

Las iglesias vacías gritan que hay una forma de hacer las cosas que ya no funciona. Que no insistan con lo mismo, que no va. Que en un mundo que ha cambiado tanto, hace falta otra cosa, otra perspectiva, no una mera repetición de dogmas, morales, liturgias y disciplinas sadomasoquistas como el celibato obligatorio de hace quinientos años… en esa mínima expresión del mundo que era occidente.

Que ya no se puede quemar herejes en las plazas, someter indios a granel, ni expulsar moros y judíos o hundir pateras, o fusilar curas casados como Ladislao y Camila, para imponer "la santa religión". Que así no funciona más, a ver si nos enteramos. Pascua es liberarnos de esta mentalidad que arregla todo sometiendo al otro y haciendo destructivas cruzadas por el poder terrenal.

La Pascua es un punto de partida de un nuevo caminar para la humanidad. Es la experiencia personal y social que cambia la historia, herida de mal. Una experiencia que cada día nos alienta, nos corrige, nos ubica. Un trabajo para disfrutar con los demás, con el fin de seguir cambiando el mundo desde Jesús. 

Es una lógica cuya perspectiva es “pensar globalmente” en el Reino y “actuar localmente” en el pan nuestro de cada día. Salvar a la humanidad comenzando por estar atento a mi vecino o dando marcha atrás para socorrer aquel herido abandonado del camino.

A lo largo de la historia, la Iglesia fue ampliando su perspectiva a partir del Pueblo de Israel. De eso se trató el primer Concilio de Jerusalén de los Apóstoles. Pero no siempre esta ampliación fue al ritmo requerido.

La Iglesia de Francisco y su apuesta por la Sinodalidad, están buscando incorporar a los miles de millones que están afuera de nuestra compasión. Esto implica también reparar las hirientes exclusiones de la historia, todas las veces que quemamos herejes en su nombre o que nos cerramos a otras culturas por creer que evangelizar era occidentalizar y colonizar con las potencias de turno. La Resurrección que celebramos, ha comenzado hace dos mil años como un expansivo proyecto de misericordia colectivo y no se detendrá hasta su plenitud al final de los tiempos.

poliedroyperiferia@gmail.com

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