Lo que motiva a una empresa a elegir el lugar donde invertir su capital es un cálculo de maximización de su lucro, sin interesarle las posibles consecuencias. El mundo se divide en zonas de aprovechamiento, en zonas de sacrificio.
Regulaciones internacionales como la Diligencia Debida son esenciales y hay que mantener el protagonismo de los afectados.
Ya no debería ser necesario que las víctimas tengan que demostrar que son impactadas, sino que las empresas demuestren que no están impactando.
Las grandes empresas multinacionales tienen patrones muy diferentes dependiendo de si operan en Europa o en el norte global o en las periferias del mundo. Esto es increíble, pero es la verdad y nuestras redes lo denuncian
A España en su presidencia de la UE le pedimos el coraje de boicotear los productos que vengan de la sangre y de las guerras, como ha denunciado el Papa Francisco. Productos que derivan de las cenizas de la Amazonia no deberían de poder ser comercializados en Europa.
Que los pueblos sean respetados y que la licencia ambiental y social sea más fuerte que la del lucro. Es inadmisible esta hipocresía climática de los países. A la Unión Europea pedimos desde el sur global que los países del norte global asuman su responsabilidad frente a la urgencia climática.
Esta minería mata. Nosotros creemos que es posible controlar y llegar a un nivel de extracción minera esencial. La red de “Iglesias y Minería” propone la campaña de desinversión en la minería. Puede parecer algo loco, algo utópico, pero es exactamente parte del llamado del Papa Francisco a repensar la economía