Virginia Alfaro: "Invertir en la educación de las niñas, adolescente y mujeres es invertir en el futuro de una nación" Darío Bossi: "El Amazonas vive un sistema implícito de muerte, persecución y amenazas contra los que alzan la voz"

Virginia Alfaro y Darío Bossi
Virginia Alfaro y Darío Bossi

"La Amazonía es uno de los centros del mundo. Demos autoridad al grito de estos territorios, de sus habitantes, a su derecho a la Tierra, el Techo y el Trabajo", clamó el misionero. "Todo esto puede acontecer si logramos constituir nuevas alianzas entre el Sur y el Norte Global"

"Cuando entendemos que la educación infantil es mucho más importante que la universitaria, habremos abierto cambios significativos en el desarrollo humano y por tanto la creación de contextos de igualdad y equidad", clamó Alfaro, quien denunció la "brecha de género" en el ámbito educativo. "La mayoría de las adolescentes terminan abandonando el sistema, y el principal motivo son los embarazos"

"La fuga de la paternidad es un atentado a la familia. Es un elemento de violencia intrafamiliar", denunció la misionera vicenciana 

Darío Bossi es un brasileño nacido en Italia hace 51 años. Misionero comboniano, es uno de los mayores activistas por los derechos de los pobres y la Amazonía del mundo. Y, como tal, amenazado por los responsables del neocolonialismo, las industrias extractivistas y los oligopolios que, durante el último mandato de Bolsonaro, han podido campar a sus anchas destrozando el ecosistema y la vida de muchas poblaciones.

"Mi gente sufre en su piel la polución, el cáncer, la pérdida de amigos, animales por el tren, sufren la humillación y la falta de futuro", relató Bossi durante la rueda de prensa de Manos Unidas, revelando los 'proyectos monstruos' de hidroeléctricas en plena Amazonía, las presas, Mariana y Brumadinho, las minas por un "sistema implícito de muerte, persecución, amenazas", como las que también ha sufrido monseñor Vicente Ferreira, secretario de la Comisión de Ecología Integral y Minería de la Conferencia de Obispos de Brasil.

"Hay una violencia directa contra quienes alzan la voz", señaló Bossi, que relató tres historias de esperanzas, muestras de que "el pueblo puede unirse para luchar contra la indignidad".

Tres proyectos de esperanza y vida

Piquía de Baixo, una comunidad que "ha logrado denunciar a los transgresores, exigir la reparación integral por las violaciones sufridas y está casi terminando la construcción de un barrio entero, lejos de la polución", provocada por la contaminación minera y de las siderúrgicas.

La segunda, Ciranda, proyecto también apoyado por Manos Unidas, luchar contra los nmonocultivos con proyectos de agricultura familiar.

La tercera, el pueblo indígena Ka'apor, que nos recuerda la tragedia de los Yanomami, y que viven "amanzados por el ataque de madereras, industrias mineras y cazadores de oro ilegales". Ellos han formado el grupo de "los guardianes de la selva", un sistema de "autodeterminación indígena" con cuatro grandes ejes: educación, gestión política, salud y protección territorial".

"La Amazonía es uno de los centros del mundo. Demos autoridad al grito de estos territorios, de sus habitantes, a su derecho a la Tierra, el Techo y el Trabajo", clamó el misionero. "Todo esto puede acontecer si logramos constituir nuevas alianzas entre el Sur y el Norte Global".

Abrir los ojos al mundo

Por su parte, Virginia Alfaro, misionera seglar vicentina, nacida en Fuengirola pero enamorada de Honduras, Mozambique y, ahora, Angola (donde, curiosamente, hoy se encuentran los Reyes de España). Y se presentó reivindicando la fuerza de nuestras manos para cambiar las cosas. "Debemos tomar conciencia de nuestra responsabilidad frente a la desigualdad y de nuestro poder para cambiar la realidad", para así "abrir los ojos al mundo y colaborando por reducir el injusto impacto de la desigualdad en la vida de millones de personas".

Virginia, como parte de Misevi, organización con la que colabora Manos Unidas, trazó los problemas de escolarización, un grave problema "para el presente y para el futuro". Una cifra impactante: el 22% de los niños, uno de cada cinco, con nombres y apellidos, están fuera del sistema educativo primario. Pero es que sólo el 11% de los pequeños de cinco años tienen acceso a educación preescolar, "y porque es privada".

"Cuando entendemos que la educación infantil es mucho más importante que la universitaria, habremos abierto cambios significativos en el desarrollo humano y por tanto la creación de contextos de igualdad y equidad", clamó Alfaro, quien denunció la "brecha de género" en el ámbito educativo. "La mayoría de las adolescentes termiann abandonando el sistema, y el principal motivo son los embarazos", incidió.

Frente a esta realidad, la del futuro. "Invertir en la educación de niñas, adolescentes y mujeres es inertir en el futuro de una nación", apuntó la misionera seglar vicenciana. Porque un 60% de los jóvenes están en desempleo, en buena medida por falta de educación.

"Compartimos la apuesta de Manos Unidas por la educación como herramienta de transformación", y también en la salud, en un país donde la malaria es la principal causa de muertes. "A los países en desarrollo no nos afecta, y eso es una buena muestra de desigualdad".

Frente a ello, la comunicación, la incidencia, la sensibilización son vitales. "Trabajamos en contextos de gran exclusión, de vulnerabilidad máxima, de pobreza severa", lamentó. "Hablamos de madres que sienten el hambre de sus hijos, que les duele profundamente la muerte de su bebé, que se cansan todos los días de andar por las calles vendiendo para llevar algo de comer a casa", denunció, aunque, advirtió, todas ellas "han desarrollado una extraordianria capacidad de resiliencia con la que sobrevivir".

Hablamos de madres que sienten el hambre de sus hijos, que les duele profundamente la muerte de su bebé, que se cansan todos los días de andar por las calles vendiendo para llevar algo de comer a casa"

¿Dónde están los hombres?, se preguntó. "La identidad masculina no está asociada a la paternidad. El hombre no tiene conciencia ni responsabilidad frente a su obligación económica, afectiva para la crianza de sus hijos". Es la llamada 'fuga de la paternidad' que la misionera denunció como "un atentado a la familia. Es un elemento de violencia intrafamiliar". 

"Quien come rápido no está pensando en el hambre de los demás", cerró Virginia, con un llamado a la esepranza. "Una vez más, frenar la desigualdad está en nuestras manos".

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