Yo también estoy acá para lo mismo, para que la Iglesia sea como tiene que ser: amazónica. Y concretamente sinodal, misionera, inclusiva, en salida, abierta, laical, samaritana, ministerial, inculturada, intercultural, profética, sencilla…
La inculturación es un camino de no retorno, una quema de las naves. Para que sea auténticamente evangélico ha de recorrerse con todas las consecuencias, rompiendo los puentes a la espalda y aceptando que no se puede controlar el punto de llegada.
Supone amar inmensa y entrañablemente a estas gentes, identificarnos con estas culturas, estos ríos, estas lenguas, estas cosmovisiones, sin otra pretensión que estar juntos, luchar por los derechos, buscar el buen vivir, mirar en la dirección del mismo Dios, lo llamen como lo llamen.