No se debe legislar, como se ha hecho, desde el dogmatismo más radical, ni desde el sectarismo o el enfrentamiento. Sólo ayuda a viciar las soluciones.
La deseada igualdad real sólo avanzará desde la racionalidad, desde un cierto sentido común, desde la escucha y colaboración mutuas
No se puede compartir ‘el señalamiento del discrepante’. Son posibles y respetables valoraciones, convicciones, visiones y sensibilidades diferentes.
Espectáculos como los protagonizados, a propósito de la Ley del sí es sí y la Ley trans, son ejemplos claros de la impericia del Legislador, de lo que son leyes ideológicas y de la verdadera irresponsabilidad de quienes impulsaron su promulgación, incluso al más alto nivel.
La solución, me parece, no reside en la simplificación del problema, en la reducción del mismo ‘a un machismo congénito y universal’. Así no deberíamos seguir.
Todo ese mundo pletórico de contradicciones, de preguntas, de huidas en falso, de claudicaciones, de condicionamientos de la propia libertad individual, de sufrimientos personales y familiares gira en torno a una gran cuestión, la ideología de género
Se ha sembrado la confusión. Aceptamos correr el riesgo de dar pasos hacia atrás. “La remoción de la diferencia, en efecto, es el problema, no la solución” (Ibidem)