Han ocurrido tantas cosas, tantísimas… Sin embargo, casi nada se ha realizado de la manera en que lo imaginé. Fui enviado a la diócesis de Chachapoyas pero pronto conocí la Amazonía y, en un seísmo interior de sorpresa y convicción, supe que este era mi destino, lo que Dios realmente quería para mí.
Vine “a ofrecer mi corazón”. No a trabajar, no a estar, no a pasar de refilón; sino a entregarlo todo, sin guardarme ninguna carta, “sin diseños ni intentos”, toditos los nombres escritos en la frente, y esta realidad completa, transida de injusticia, miseria, lucha y esperanza dentro de mis ojos. Una navegación a puro remo.