Prevost pide un aplauso para Francisco al comenzar el almuerzo con los pobres en el aula Pablo VI León XIV con 1.300 pobres en el corazón de la Iglesia
“Los pobres son el corazón de la Iglesia”. Con esa sencilla y poderosa declaración, el pontífice reafirmó su compromiso y el de toda la comunidad cristiana con los excluidos, en línea con el mensaje de su predecesor Francisco y las enseñanzas del Evangelio"
“Es un honor poder seguir sirviendo a los pobres”, confesó el Papa, que añadió: “son los que más cerca están de Dios y tocarlos es tocar la carne de Cristo”
"La opción preferencial por los pobres no es solo un lema, sino una realidad tangible y urgente en la Iglesia del Papa Prevost"
"La opción preferencial por los pobres no es solo un lema, sino una realidad tangible y urgente en la Iglesia del Papa Prevost"
El Papa León XIV celebró en el Vaticano un almuerzo con 1.300 pobres, una demostración concreta de que los “descartados” siguen siendo el corazón de la Iglesia, como él mismo recordó en su homilía. Antes de la comida, el Papa dirigió unas palabras que resonaron en cada rincón: “Los pobres son el corazón de la Iglesia”. Con esa sencilla y poderosa declaración, el pontífice reafirmó su compromiso y el de toda la comunidad cristiana con los excluidos, en línea con el mensaje de su predecesor Francisco y las enseñanzas del Evangelio.
Esta iniciativa, promovida por la comunidad de San Vicente y abrazada por miles de voluntarios que trabajan a diario entre los más desfavorecidos, ha dado una vuelta de tuerca a la acción social de la Iglesia en Roma. Antes, en la Basílica de San Pedro, el Papa oficiaba una misa solemne a la que asistieron unos 10.000 pobres, un acto que en tiempo de crisis y oscuridad se convierte en faro de esperanza.
“Es un honor poder seguir sirviendo a los pobres”, confesó el Papa, que añadió: “son los que más cerca están de Dios y tocarlos es tocar la carne de Cristo”.
El Papa no solo hizo un gesto visible en Roma, sino que envió un mensaje claro y rotundo: la verdadera Iglesia no puede prescindir de su misión con los pobres, y menos en un momento donde la desigualdad, la violencia y la soledad golpean de lleno a millones de personas en todo el mundo. La opción preferencial por los pobres no es solo un lema, sino una realidad tangible y urgente en la Iglesia del Papa Prevost.
La presencia del Papa en ese almuerzo y la alegría compartida con los sintecho, refugiados y pobres confirman que nunca la Iglesia debe dejar de ser hospital de campaña, corazón abierto y mano amiga.
Este acto, que bordea la sencillez del Evangelio profundo, recuerda que la verdadera riqueza de la Iglesia no está en sus templos o en sus discursos, sino en su capacidad de tocar carne y vidas, en el valor infinito de servir con amor a los más olvidados.
Texto íntegro del saludo papal
Buenos días a todos. ¡Buenos días!
Con gran alegría nos reunimos esta tarde para almorzar, en el Día [de los Pobres] que tanto deseaba nuestro querido predecesor, el Papa Francisco. Un fuerte aplauso para el Papa Francisco.
Este almuerzo que ahora recibimos nos lo ofrece la Providencia y la gran generosidad de la Comunidad de San Vicente, a los vicentinos a quienes queremos dar las gracias. Además, hoy es un aniversario: se cumplen 400 años del nacimiento de su fundador. Ellos nos acompañarán sirviendo en la mesa. Felicidades a todos vosotros, sacerdotes, religiosas, laicos voluntarios que trabajáis en todo el mundo ayudando a tantas personas pobres y a personas que viven diferentes necesidades. Estamos realmente llenos de este espíritu de agradecimiento, de gratitud en este día.
Ahora, pues, pedimos al Señor que bendiga los dones que vamos a recibir, que bendiga la vida de cada uno de los aquí presentes, de nuestros seres queridos, de nuestros familiares, de las personas que tanto han hecho por acompañarnos. Demos también la bendición del Señor a tantas personas que sufren a causa de la violencia y la guerra, del hambre; y que hoy podamos celebrar esta fiesta en espíritu de fraternidad.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Bendícenos, Señor, y bendice estos dones que recibimos de tu providencia. Bendice nuestra vida, nuestra fraternidad. Ayúdanos a todos a caminar siempre unidos en tu amor. Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo, nuestro Señor. Amén
¡Feliz cumpleaños y buen provecho!
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