Hermandad de Poblet: un puente vivo entre la comunidad monástica y el mundo laico
Octavi Vilà: "Soy miembro de la Hermandad desde 1980; durante muchos años ha sido para mí un lazo con la comunidad y después un camino hacia mi entrada en el monasterio. Por tanto, como miembro, secretario y abad que he sido, agradezco mucho la invitación"
El monasterio de Poblet se prepara para vivir uno de los momentos más significativos de su historia reciente. El 22 de noviembre, la Hermandad del Monasterio Cisterciense de Santa María de Poblet celebrará el octogésimo aniversario de su fundación, una efeméride que llega en un momento de renovada vitalidad. El acto central, a las 15:45 h, será una conferencia del obispo Octavi Vilà, antiguo abad de Poblet y actual obispo de Girona, bajo el título “Ocho décadas de Hermandad: memoria y futuro compartido”.
Para Enric Vendrell, presidente de la junta de la Hermandad, la celebración simboliza la continuidad de un vínculo vivo entre el monasterio y los laicos que han querido compartir su espíritu. Según él, el obispo Octavi “es una de las voces que mejor puede explicar las ocho décadas de la Hermandad de Poblet”. No lo dice solo por su trayectoria monástica, sino porque Vilà fue miembro y secretario antes de ingresar en el monasterio. “Él representa esa doble dimensión que nos define: la del servicio y la de la espiritualidad compartida”, añade.
El propio obispo lo expresa con gratitud: “Soy miembro de la Hermandad desde 1980; durante muchos años ha sido para mí un lazo con la comunidad y después un camino hacia mi entrada en el monasterio. Por tanto, como miembro, secretario y abad que he sido, agradezco mucho la invitación”, indica en declaraciones recogidas por Flama. Sus palabras evocan la trayectoria de una institución que ha sabido mantenerse fiel a su origen: acompañar, apoyar y proyectar el espíritu de Poblet más allá de los muros monásticos.
Los orígenes y la continuidad del servicio
Cuando nació la Hermandad, la comunidad cisterciense apenas estaba recuperando la vida monástica. Los primeros monjes necesitaban ayuda en muchos ámbitos, y los laicos que se vincularon quisieron colaborar desde el compromiso y la discreción. “Eso no se ha perdido —recuerda Vendrell—. S eguimos ofreciendo apoyo, aunque la comunidad se haya ido reduciendo en número de religiosos”. Hoy, ocho décadas después, la Hermandad mantiene viva aquella vocación inicial y la amplía con nuevas formas de presencia y participación.
Entre estas iniciativas destaca el Encuentro de Reflexión, que este año ha llegado a su décima edición. Celebrado el 25 de octubre, la jornada retomó una tradición interrumpida por la pandemia. “Con este encuentro cerramos el paréntesis”, explica Vendrell. La actividad, que antes se llamaba Encuentro de intelectuales y profesionales católicos, se ha abierto a un público más amplio con un espíritu abierto y dialogante. “Nos costaba etiquetarnos de intelectuales —dice—, y decidimos llamarlo simplemente encuentro de reflexión, porque lo que queremos es reunirnos y pensar juntos”.
La reflexión como espacio abierto
La edición de este año, bajo el lema evangélico “Señor, ¿cuándo te vimos forastero y te acogimos?” (Mt 25,38), puso en el centro la cuestión de la inmigración y la acogida. Desde una mirada social, espiritual y humana, la jornada quiso hacerse eco de una realidad que atraviesa nuestro tiempo. El programa combinó ponencias académicas, testimonios personales y espacios de oración.
El geógrafo Jordi Bayona, de la Universidad de Barcelona, ofreció una panorámica sobre los movimientos migratorios en Cataluña, mientras que Elisabet Ureña, abogada de Cáritas, abordó el reto de una acogida que construya un “nosotros” inclusivo. Uno de los momentos más impactantes fue el testimonio de Alireza Pouryamin, migrante iraní que relató su experiencia vital. “A los 17 años se marchó de su país y, después de más de veinte años, todavía no ha podido obtener los papeles. Lo invitamos para poner rostro a esta realidad”, comenta Vendrell. El relato de Alireza, lejos de un discurso teórico, conectó con la dimensión más humana y concreta del tema central de la jornada.
Por la tarde, el obispo Xabier Gómez, de Sant Feliu de Llobregat, clausuró el encuentro con la ponencia “Comunidades acogedoras y misioneras”. Gómez, responsable de Pastoral Obrera y Migraciones de la Conferencia Episcopal Tarraconense, reflexionó sobre el papel de las comunidades cristianas ante la diversidad cultural y religiosa. Vendrell recuerda que su participación “tenía todo el sentido, porque ha reflexionado durante mucho tiempo en torno a esta temática”.
Poblet como escenario de diálogo
El encuentro finalizó con la oración de vísperas, un gesto que recuerda la raíz espiritual de una actividad que, aunque abierta a creyentes y no creyentes, mantiene su centro en la vida monástica. “El contexto de Poblet le da una profundidad especial —señala Vendrell—. La espiritualidad cristiana tiene un papel protagonista, pero sin cerrar las puertas a nadie”.
Con la publicación de las ponencias y comunicaciones, que se pondrán a disposición en la web del monasterio, la Hermandad quiere dar continuidad a la reflexión más allá de la jornada. Ya se conservan las ediciones anteriores, y la décima seguirá el mismo camino. “Lo primero que hicimos como Junta fue publicar los materiales de la novena edición, que habían quedado pendientes por la pandemia”, explica Vendrell.
Una Hermandad viva y abierta
La Hermandad de Poblet no es una institución encerrada en el pasado. Es, más bien, una comunidad de laicos y laicas que comparten la voluntad de vivir la fe desde la sencillez y el compromiso. Lo expresa bien el presidente de su junta cuando dice que “no queremos hablar solo a los católicos; queremos llegar a quien sea”. Esta apertura, que bebe de la tradición cisterciense y del espíritu de Poblet, define una manera de hacer que une silencio y diálogo, raíz y camino.
Con la mirada puesta en su 80.º aniversario y en la vitalidad recuperada del Encuentro de Reflexión, la Hermandad reafirma su vocación de servicio, comunión y pensamiento. En palabras del obispo Octavi Vilà, que estará presente en la celebración de noviembre: “ La Hermandad ha sido para mí un lazo con la comunidad y un camino hacia el monasterio”. Una trayectoria que, ocho décadas después, sigue siendo testimonio de una fe que no se conforma con quedarse encerrada dentro del claustro, sino que sale a encontrarse con el mundo con espíritu de acogida.