¿Alianza de religiones?

Festival sintoísta en el santuario de Ise (Japón): religiosidad folclórica y sensibilidad ecológica. Cada veinte años se reconstruye el oratorio con madera nueva. Dos mil participantes tiran de las kilométricas maromas para arrastrar la carroza con el tronco de cedro gigante. Este 25 de mayo los sintoístas no iban solos en procesión. Dos centenas del “Movimiento por otra sociedad mejor”, formado por budistas y cristianos, tiramos de las cuerdas jaleando al unísono tonadillas rituales.

Todos de blanco, color de peregrinación y fiesta, pero uniformados con el traje de faena de los madereros. La lluvia no impidió el cortejo. La organización japonesa regaló impermeables de plástico. En el pórtico nos exhortan: “Gracias por la lluvia, purificación y vida. Regresemos a lo cotidiano, construyamos un mundo más limpio”. Tras el ruido del desfile, el silencio por la alameda hasta el recinto sagrado donde se inclinan cabezas y juntan manos reverentemente.

A la salida, de nuevo fiesta: torta de arroz y vino del país. Pienso para mis adentros: ¡Cuántas Galileas diversas desde Japón a Brasil, pasando por Taizé o Entrevías! ¡Cuántas Epifanías, desde religiosidades precristianas hasta nuevas espiritualidades!...

Y, tras los puntos suspensivos... la crítica. Las religiones son ambiguas; orientan hacia lo sagrado, pero lo desfiguran. No monopolizan la verdad. Hay que relativizarlas.

En el sintoismo, cuatro caras admirables y una denunciable. Las positivas son: 1) religiosidad popular, 2) sentido ecológico e identificación con la naturaleza, 3) espiritualidad cotidiana, 4) tradición estética.

La negativa es: el sintoísmo convertido en ideología al servicio del pseudopatriotismo militarista de ultraderecha.

Los obispos japoneses fueron pioneros en sanar la memoria histórica pidiendo perdón por la connivencia con el nacionalsintoísmo justificante de la guerra del Pacífico. Ahora denuncian el apoyo del partido conservador al uso del sintoísmo como ideología de unidad nacional. (Aplíquese el cuento el nacionalcatolicismo castellano).

¿Inculturación y alianza de religiones? Sí, para la paz; pero sin que la religión se deje manipular por ultraderechas políticas pseuderreligiosas.

(Me remito a mi blog del 15 de marzo sobre “nacionalsintoísmo” y a los libros Aprender de oriente, Desclee, 1998, y El otro Oriente, Sal Terrae, 2006)
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