(Desde la Fe).- El Jubileo Penitencial 2025 se celebró con una Misa en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, coincidiendo con la fiesta de Nuestra Señora de la Merced, patrona de la orden mercedaria y protectora de los cautivos. La celebración fue presidida por Mons. Javier Acero, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de México, y reunió a sacerdotes, religiosas, voluntarios y movimientos laicales que acompañan a personas privadas de la libertad en la capital, organizado por la Pastoral Penitenciaria.
Jubileo penitenciario es una oportunidad de reconciliación
Durante la homilía, Mons. Acero invitó a los fieles a acudir a la Virgen de la Merced como refugio y guía, recordando que cada vez que se sientan tristes o desolados, pueden mirar hacia ella para recibir consuelo y vida. Señaló que este Jubileo Penitencial es una oportunidad para la reconciliación de los corazones y de las comunidades, y agradeció a los padres mercedarios por su labor en los centros penitenciarios, donde acompañan a jóvenes y adultos privados de la libertad, así como a sus familias, ofreciendo consuelo, escucha y apoyo espiritual.
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Mons. Acero destacó que la labor de los mercedarios y de todos los voluntarios es un ejemplo de la Iglesia en acción, recordando que la misión no se limita a los muros de los reclusorios, sino que se extiende a las parroquias y a la vida cotidiana, llevando el evangelio de la alegría, la paz y la esperanza a quienes más lo necesitan. Asimismo, exhortó a los presentes a ser faros de reconciliación, construyendo puentes, derribando muros y dejando de lado la polaridad, la desconfianza y la división en la sociedad y en las comunidades religiosas.

El obispo auxiliar enfatizó que, “siguiendo el ejemplo de Jesús y la intercesión de la Virgen de la Merced, los fieles estamos llamados a ser discípulos de la reconciliación, promoviendo la dignidad humana y los derechos fundamentales, acompañando a quienes sufren y apoyando la reinserción social de quienes han estado privados de su libertad”.
En este sentido, señaló que la esperanza y la misericordia también pueden encontrarse tras los barrotes, recordando la apertura de la Puerta Santa en la cárcel de Rebibbia en Roma durante el Jubileo 2025, impulsada por el Papa Francisco.
La labor de los mercedarios
El obispo auxiliar reconoció la labor de los padres mercedarios, quienes acompañan a los privados de libertad y a sus familias, y resaltó la importancia de la colaboración entre la Iglesia y la sociedad para favorecer la reinserción y dignificación de las personas en los distintos centros penitenciarios. “El jubileo es reconciliación y a eso estamos llamados en este 2025, a ser faros de esperanza, discípulos de la reconciliación, artesanos de la paz”, señaló.
La celebración, que se inspira en el Año Jubilar inaugurado por el papa Francisco, bajo el lema: “La esperanza no defrauda”, busca impulsar políticas públicas enfocadas en la reinserción, educación, empleo y salud mental de quienes egresan de los centros de readaptación social o reinserción social.
Durante la jornada jubilar participaron distintos grupos que acompañan a las personas privadas de la libertad, como la Confraternidad Carcelaria, el Grupo Emaús, Reach, organizados por la Dimensión de Pastoral Penitenciaria, ofreciendo asistencia espiritual, talleres y apoyo humanitario, todo basado en la Doctrina Social de la Iglesia, que promueve la reinserción y restauración del tejido social.
