Monseñor Espinoza Mateus persigue a quien defiende a las víctimas y le impone silencio por medio de un precepto penal canónico Silenciar al profeta: el arzobispo de Quito impone censura penal al padre Guido Bass por denunciar abusos del clero

En el ámbito canónico, un precepto penal es una advertencia de una próxima sanción, emitida por la autoridad eclesiástica. Pero, en el caso del padre Guido Bass, ya de entrada, se le imputa, sin pruebas, la comisión de varios delitos
El padre Guido Bass viene ejerciendo el sacerdocio en la arquidiócesis de Quito desde hace 30 años y es conocido por su lucha a favor de las víctima
Pero el padre Guido no se rinde ni se deja coaccionar fácilmente y el pasado día 5 de agosto presentó recurso de revocatoria del decreto penal ante su autor, el arzobispo Alfredo Espinoza Mateus
El P. Guido Bass alzará recurso ante el Dicasterio para el Clero, superior jerárquico del arzobispo de Quito, ante su negativa de revocatoria
Pero el padre Guido no se rinde ni se deja coaccionar fácilmente y el pasado día 5 de agosto presentó recurso de revocatoria del decreto penal ante su autor, el arzobispo Alfredo Espinoza Mateus
El P. Guido Bass alzará recurso ante el Dicasterio para el Clero, superior jerárquico del arzobispo de Quito, ante su negativa de revocatoria
Ha llovido desde que el Papa Francisco declaró la guerra a los abusos del clero, instaurando en la Iglesia el sistema de la ‘tolerancia cero’. Pero algunos jerarcas no sólo siguen encubriendo los abusos sino, además, matando al mensajero y silenciando a los pocos clérigos que, desde dentro, se atreven a denunciar. Tal es el caso del arzobispo de Quito, Alfredo José Espinoza Mateus que acaba de imponer un precepto penal canónico al sacerdote y canonista de su archidiócesis, Guido Bass, para que deje de denunciar los casos de abusos del clero y obligarle, de esta forma, a guardar silencio público.
En el ámbito canónico, un precepto penal es una advertencia de una próxima sanción, emitida por la autoridad eclesiástica. Pero, en el caso del padre Guido Bass, ya de entrada, se le imputa, sin pruebas, la comisión de varios delitos. Entre ellos, el de injurias e insultos a sacerdotes, obispos y al Nuncio Andrés Carrascosa, en redes sociales y periódicos digitales, asi como el de abuso escandaloso de potestad eclesiástica, por publicar en redes delitos clericales. Con esta imputación, el arzobispo de Quito viola las propias leyes canónicas y el derecho del sacerdote a la presunción de inocencia y a la legítima defensa.
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De hecho, para silenciar radicalmente al cura, el precepto penal canónico de monseñor Espinoza le prohíbe expresamente la publicación “por sí mismo o por terceros, en redes sociales y periódicos digitales o físicos” de noticias sobre delitos o conductas inmorales de sacerdotes, obispos o fieles de la Iglesia, bajo pena de suspensión y de iniciar un juicio penal canónico en su contra.
La noticia del precepto penal contra el padre Bass fue publicada en las redes sociales de la arquidiócesis de Quito, en un comunicado dirigido a los “sacerdotes y fieles”, fechado el 24 de julio del 2025. Poco tiempo después de la publicación del precepto penal, comenzaron a llegar a las redes del arzobispado mensajes de texto de cibernautas apoyando la labor profética del padre Guido Bass y cuestionando al arzobispo Alfredo Espinoza.
Para acallar también estas voces, monseñor Espinoza mandó borrar todos los comentarios y bloquear la posibilidad de realizar otros nuevos, mientras en sus intervenciones públicas se jacta de transparencia en la gestión y de tolerancia cero con los abusos.

Comunicado en redes de la arquidiócesis de Quito (Facebook) del precepto penal impuesto a P. Guido Bass
Esta captura se hizo unos minutos antes de que estos mensajes de texto del Facebook de la archidiócesis de Quito fueron borrados el 24 de julio de 2025 a las 12:00 y bloqueada la posibilidad de comentar.

El padre Guido Bass viene ejerciendo el sacerdocio en la arquidiócesis de Quito desde hace 30 años y es conocido por su lucha a favor de las víctimas ante la impunidad, inacción y protección de los victimarios por parte de las autoridades eclesiásticas frente a delitos clericales de abusos, sobre todo sexuales y de poder.
El sacerdote lleva años denunciando presuntos delitos sexuales clericales y otras conductas delictivas, sin que nunca se haya hecho nada al respecto por parte de sus superiores. Primero, denunció ante el anterior arzobispo de Quito, Fausto Trávez. Después, ante el Vicario episcopal del sur, P. Giovanny Muyulema, ante el decano zonal del sur, P. Juan Carlos Jiménez y ante el actual arzobispo de Quito, Alfredo Espinoza Mateus. Ante la inoperancia de la jerarquía quiteña, no tuvo más remedio que visibilizar sus denuncias en redes sociales.
Tras sus denuncias fundamentadas a la opinión pública en redes sociales sobre abusos clericales de índole sexual (contra menores), de poder, de conciencia y de falso misticismo, el cura quiteño consiguió la sinergia de colectivos, inclusive algunos católicos, y cierta conciencia social, para distinguir entre pecado y delito.
Es habitual que el arzobispo de Quito, Alfredo Espinoza Mateus, bloquee el acceso a las redes sociales de sacerdotes de su arquidiócesis y de fieles que lo cuestionan o que, simplemente, preguntan sobre asuntos que lo incomodan, o que borre todo comentario que no le agrada.

Lo tiene fácil, porque los administradores de estos mass medias arquidiocesanos son el propio arzobispo y su secretario particular, el P. Gilbert Jiménez Abad, traído ex profeso desde Loja en 2019 y que cada vez hace alarde de mayor influencia en la arquidiócesis de Quito, fungiendo como párroco de una de las más solventes parroquias de los valles de Quito (Sagrado Corazón de la Armenia) y representando al arzobispo Espinoza, ante diversas instituciones.
Según cuentan varios sacerdotes, cuando tomó posesión como arzobispo de Quito, en 2019, Alfredo Espinoza Mateus, en la primera reunión del clero, denunció actos inmorales de los sacerdotes, como homosexualidad activa, vida en pareja de sacerdotes homosexuales con otros clérigos o laicos, acceso a discotecas y espacios gays, sacerdotes con hijos y abuso sexual clerical, entre otros.
En esa reunión, proclamó ante su clero que actuaría con “cero tolerancia” frente a estas situaciones. Además, en varias ocasiones, se refirió al P. José Valdivieso Berrezueta, ecónomo curial de su predecesor, Fausto Trávez, como un “ladrón” y lo cesó en el cargo de ecónomo curial.
Por eso el padre Bass y otros compañeros sacerdotes vienen pidiendo, desde hace años, una auditoría de los bienes y de los fondos del arzobispado, asi como una investigación seria sobre los presuntos abusos económicos y de orden moral del ya fallecido P. José Valdiviezo y del arzobispo emérito Fausto Trávez. Pero tales particiones jamás han tenido eco. Al contrario, los curas que las solicitaron fueron cuestionados, llamados al orden y perseguidos.
Pero el padre Guido no se rinde ni se deja coaccionar fácilmente y el pasado día 5 de agosto presentó recurso de revocatoria del decreto penal ante su autor, el arzobispo Alfredo Espinoza Mateus, quien, al día siguiente, 6 de agosto del 2025, negó la pretensión, emitiendo un nuevo decreto de confirmación, esta vez, firmado por su obispo auxiliar David de la Torre, pues el arzobispo Alfredo Espinoza, estaba de viaje al Vaticano. De hecho, una publicación en redes del arzobispado de Quito da fe que participó en la audiencia general con el Papa León XIV, el 13 de agosto del 2025.

Quizás por eso, el apresurado documento de confirmación del precepto penal podría ser 'írrito' (inválido, nulo, sin fuerza ni obligación), pues está doblemente fechado, primero el 07 de agosto del 2025 y, a reglón seguido, el 06 de agosto del 2025.

En cualquier caso, el P. Guido Bass alzará recurso ante el Dicasterio para el Clero, superior jerárquico del arzobispo de Quito, ante su negativa de revocatoria. Este recurso es un escrito con argumentos de hecho y de derecho y un petitorio, que fundamentan su defensa en el ámbito administrativo de la Iglesia, buscando justicia por el abuso de poder del arzobispo de Quito, a pesar de que éste mantiene una buena amistad con el cardenal Lazzaro You Heung-sik, prefecto del Dicasterio para el Clero.
Según ha podido saber RD, en su petición, el padre Guido Bass, solicitará, asimismo, que ponga su caso en conocimiento de Mons. Jordi Bertomeu Farnós, del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, conocido por las diversas misiones realizadas en diferentes países de América Latina sobre abuso sexual de menores por parte del clero.
El sacerdote Guido Bass, es titulado en Teología, Derecho canónico y Psicología y egresado de Filosofía. Como teólogo, ha caminado con su pueblo, promoviendo líneas pastorales con los más desfavorecidos e invisibilizados sociales: pobres, excluidos, personas con discapacidad, víctimas de abusos sexuales, inmigrantes, madres solteras, niños y jóvenes.
Es pionero en Ecuador, desde hace 14 años en la evangelización para personas con discapacidad y necesidades educativas especiales, catequizando y celebrando los sacramentos (Sta. Misa) en Lengua de Señas Ecuatoriana y haciendo adaptaciones curriculares para educar en la fe a personas con hasta el 92% de discapacidad intelectual, motriz o sensorial, siendo un referente en esta pastoral inclusiva.
Como psicólogo aborda los casos de dificultades y trastornos cognitivos conductuales y emocionales de niños, jóvenes, adultos, matrimonios y parejas, que llegan a su despacho o son conocidos por las visitas a los domicilios que realiza. Tiene un equipo psicológico y deportivo para el crecimiento humano y acondicionamiento deportivo de sus feligreses.
Como párroco y pastor, ha acompañado, junto a sus familiares, a las víctimas de abuso sexual clerical, de poder, de conciencia, ante el dolor y los trastornos provocados, los intentos autolíticos, la depresión y ansiedad severas, agravándose la situación por la banalización, la impasividad y menosprecio de los obispos, que jamás toman contacto con ninguna víctima, más aún las niegan, lo que incluso las ha conducido hasta el suicidio.
El caminar de varios lustros del P. Guido Bass frente a los abusos y el silencio cómplice de las autoridades eclesiásticas ha estado lleno de incomprensiones, descalificaciones, exclusión, ataques y amenazas por parte de la autoridad eclesiástica, de sus propios compañeros y hasta de parte de la feligresía, que se niegan a admitir como ciertos los hechos denunciados. Ha recibido amenazas de muerte, hasta de sacerdotes de su misma arquidiócesis.
Los dos últimos arzobispos de Quito, Fausto Trávez y Alfredo Espinoza Mateus, no sólo lo han mandado callar, sino que lo han amenazado con suspenderlo y dimitirlo del estado clerical, asi como emprender acciones legales en su contra. A pesar de ello y de todas las consecuencias que implica su postura a favor de las víctimas de pederastia clerical, de abuso de poder y de conciencia, el padre Bass ha seguido firme en su línea pastoral de abogar, acompañar a las víctimas y denunciar a sus victimarios.
El padre Guido Bass, por otra parte y a pesar de la persecución a la que ha sido sometido, siempre ha permanecido obediente a sus obispos, sirviendo con solicitud pastoral en todas las parroquias que le han sido encomendadas en sectores periféricos y marginales. Su último servicio ha sido como párroco en Santa Rita, al sur de Quito, casi durante16 años, hasta el 14 de agosto del 2025.

Por el momento, la voz profética del P. Guido Bass ha sido silenciada, pero si la justicia del Dicasterio para el Clero resplandece, se liberaría de esta espada de Damocles que pesa sobre su cabeza y sobre su causa de denuncia del clero abusador.
Por eso, el sacerdote pide que se envíe a Jordi Bertomeu como visitador apostólico a Ecuador y, en particular, a Quito, ante la impunidad y la inacción de la autoridad eclesiástica frente a las denuncias de abuso sexual clerical, de poder y de conciencia.
Algunas de esas denuncias ya fueron publicadas en su día por RD y, como consecuencia de ellos, el Papa Francisco privó a monseñor Espinoza del birrete cardenalicio, para concedérselo al arzobispo de Guayaquil, monseñor Cabrera. Un ‘feo’ que monseñor Espinoza no perdona al Papa Bergoglio ni a RD. Y, mucho menos, al padre Guido Bass.
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