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Madeleine Delbrêl, asistenta social en un barrio comunista de París, seguidora de Carlos de Foucauld y defensora de los sacerdotes obreros

Militante obrera

Madeleine Delbrêl es una maestra de vida espiritual, pues unifica en su vida estas tres dimensiones: poeta, asistenta social y mística. Tuvo una vivencia de la fe cristiana en un ambiente muy descristianizado y fue protagonista de la época precursora del Concilio Vaticano II

Se implicó en el movimiento ¿Francia país de misión? y apoyó, colaboró y defendió a los sacerdotes obreros

Madeleine Delbrel (Fundación IEM) | José Luis Vázquez Borau

Madeleine Delbrêl (1904-1964) fue una asistente social muy activa y trabajó en la barriada obrera del extrarradio de Ivry-sur-Seine, que tenía autoridades municipales comunistas. Se enfrentó entonces con el ateismo marxista, sin dejar de anunciar e Evangelio, a contracorriente. Al contactar con una población descristianizada, y a veces hostil al cristianismo, nos habla de la fe vivida sobre el terreno, rezando en el metro, en el tren de cercanías, en el centro comercial, en el centro de salud, etc. Lo cotidiano es siempre nuevo. No hay nada que no sea importante. Dios está donde se hallan esos rostros de hombres y mujeres de la vida diaria.Sus escritos manifiestan dotes poéticas y, sobre todo, una profunda vida mística. Tuvo una vivencia de la fe cristiana en un ambiente muy descristianizado, en la Francia de la mitad del siglo pasado y fue protagonista de la época precusora del Concilio Vaticano II. Vivió gran parte de sus años en las periferias parisinas (Ivry-sur-Seine), pero no fue una mujer periférica, pues estuvo en el corazón de la vida de la Iglesia francesa.  

Madeleine Delbrêl, asistente social, escritora y mística, vivió durante más de treinta años en la periferia pobre y obrera de París. Una compañera de Madeleine, Christine de Boismarmin, nos brinda su mejor retrato:

Vista de lejos, daba el perfil de una mujer sutil, ágil y frágil, pero su porte, y cada gesto, trasuntaba la energía y la decisión de un viejo combatiente en quien el reflejo de estar preparado para entrar en acción siguiendo las órdenes recibidas ha dejado huellas indelebles. Si uno se acercaba a ella, aparecían sus ojos: grandes, luminosos, color marrón claro, que te miraban con atención. Incluso si no tenías ganas de hablar hasta ese momento, algo hacía que se entablara un diálogo, una conversación, en el sentido profundo, etimológico de la palabra. Si no eras capaz de hablar o si no tenías necesidad, todo podía limitarse a un estrechón de manos, a una mirada profunda. Pero, si dejándote atraer por la expresión de su rostro, te animabas a correr el riesgo de dejar entrever un poco de tu alegría o de tu pena, entonces todo su rostro se animaba, como si el viento hiciera temblar la superficie transparente del agua: las expresiones de la compasión, de la comprensión auténtica, del sufrimiento realmente sentido, permitían ver, como a través de una puerta entreabierta, el inmenso camino que había tenido que recorrer esta mujer para llegar a generar encuentros así... ( M. DELBRÊL, Noi delle strade, Milano, Gribaudi, 1969, 8-9, con la introducción de Jacques Loew, de 1957).

Madeleine Delbrêl fue una mujer laica de profunda fe y acción, que supo unir misticismo y compromiso social. Su testimonio sigue siendo un modelo para quienes buscan vivir el Evangelio en medio de las realidades sociales cotidianas.Es considerada por muchos como una de las personalidades espirituales más importantes del siglo XX.

Fundación Emmanuel Mounier

www.mounier.org

 


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