Sagrada familia: migración y huida
Extraído de "Sinfonía divina, acordes encarnados" Edit. PPC
La vulnerabilidad de Dios
Volver a encontrarnos con Dios exige entrar en la clave de la vulnerabilidad, hemos de traspasar la imagen del Todopoderoso sin límites por la vida de la huida y la pequeñez. Dios se hace salvador en el miedo y en la huida del dolor de lo humano, adentrándose en ellos para liberarlos desde la misma impotencia.
SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ
Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:
–Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.
José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto».
Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo:
–Levántate, coge al niño y a su madre y vuélvete a Israel; ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño.
Se levantó, cogió al niño y a su madre y volvió a Israel. Pero, al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno. Mateo 2,13-15.19-23
Yo también huí de noche. Erasmo Torrez, nicaragüense
Mi compañero Antonio, de la parroquia de Ntra. Sra. de Gracia, me comunica que en su comunidad hay un nuevo feligrés llegado de Nicaragua que podría participar en la delegación de Migración de la diócesis. A partir de ahí me pongo en contacto con Erasmo y eso me posibilita conocer su historia y su momento vital. Al leer el texto del evangelio de la fiesta de la Sagrada Familia me acuerdo de él y le pido que comparta con nosotros en unas líneas cómo él está viviendo el momento presente y su paralelismo con la familia de Nazaret en su huida a Egipto. Aquí su respuesta, que él define como muy emocional (yo la veo muy viva y sincera):
Yo también hui de noche:
«Levántate, toma al niño y a su madre y huye...».
Esa palabra del ángel, que un día fue para José, me alcanzó a mí. No fue un sueño, fue mi vida.
Tuve que dejar mi tierra, mi gente, mi misión.
No porque dejara de amar, sino porque amar ya era peligroso.
Mi fe, mi servicio a la Iglesia, mi negativa a traicionar la verdad… se volvieron mi sentencia.
Mi esposa, embarazada, se marchó primero.
Yo me quedé, resistiendo, planeando, protegiendo a mis hijos, allá se quedaron Fer, Sofy y Aless, no pude sacarlos, era imposible quedarse, esperé hasta que ya no pude más. La noche me envolvió y partí.
Con una mochila, un rosario y el nombre de Dios en el pecho. Llegué a una tierra nueva. Lejana.
Aquí nació mi hijo, Jesús Damián, tiempo después mi hijo Jacob. Aquí volví a rezar sin miedo, un ruego de que algún día estarán conmigo.
Aquí también sirvo, aunque a veces el cuerpo tiemble y el alma se quiebre.
No sé si algún día regresaré.
Pero, como la Sagrada Familia, sé que huir no fue rendirse. Fue custodiar la vida.
Fue obedecer a Dios por encima del poder. Yo también hui de noche.
Y aun en la distancia sigo soñando con el regreso de la luz.
Dios emigrante con su pueblo
Nuestro Dios no es un ser encerrado en sí mismo que ponga todo bajo sus pies, más bien lo reconocemos y se nos revela saliendo de sí para darse y hacerse en comunión de amor, lo único que él realmente es; por eso lo reconocemos como don y le llamamos Padre y Creador. La creación ya es un signo de una salida amorosa, de un quehacer creativo para darlo y darse en él.
En la historia de la salvación lo reconocemos en su relación con el pueblo de Israel, en identidad con él, «vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios»; no se entiende de propiedad, sino de familiaridad, como un padre. En esa vinculación se entenderá que Yahvé camina con su pueblo en el éxodo, en la huida de la esclavitud hacia la tierra de la libertad, escapando del poder destructivo del faraón para llegar a la tierra de libertad. Dios se hace peregrino y emigrante con su pueblo, el arca acampa con ellos y simboliza su presencia para todos. El Señor que vence al ejército del faraón va en la debilidad y la limitación de un arca de la alianza que puede ser hasta robada.
La esencia de este éxodo divino por amor a la creación y a la humanidad en ella se nos da en el misterio de la encarnación, cuando el Creador, por puro amor, se hace criatura y se adentra en el corazón de todo lo creado, haciéndose familia real con él, uno de los nuestros, Dios con nosotros.
La familiaridad carnal de Dios con la humanidad se refleja en el espejo de la familia de María, José y él, en el contexto de lo débil y hasta de lo perseguido. No hay situación humana que no tenga que ver con Dios, en la que él no se haga presente y le afecte.
La Sagrada Familia se convierte para nosotros en el camino de Dios que busca la humanidad en el marco de la comunión y de la alianza de lo humano. Nuestro camino de liberación está en la relación de la familiaridad que podemos tener con la naturaleza, con los demás y con el Dios que es nuestro fundamento y nuestra esperanza.
El corazón de los exiliados, de los emigrantes, de los perseguidos y huidos, es lugar privilegiado para la manifestación de Dios y el descubrimiento de su rostro salvador. Abrirnos a los que viven en esa situación en el mundo es confesar nuestra fe en el Dios de la historia que se nos ha revelado en Jesucristo, el Nazareno. Se nos abre el reto apasionante de ser familia sagrada con todos aquellos que, como José y María, buscan libertad, paz y justicia para su hijo.
Acordes encarnados:
7. HUIR DE NOCHE | A. Calvo & P. Monty
Huir de noche
Yo también huí de noche,
cuando el miedo era un cuchillo,
y la luna, fiel testigo,
me alumbró sin hacer ruido.
Una voz, como de cielo,
susurró: “Levántate y sigue vivo.”