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Carta abierta a monseñor Argüello

La soledad de Dios

La mejor compañía es la propia conciencia. Lo malo es estar, cada día que pasa, un poco más hartos de nosotros mismos. La soledad no es mala; Dios está solo y no necesita compañía. El hombre escapa de la soledad cuando tiene miedo y se aburre de sí mismo. El miedo es como un gorgojo, va royendo las tablas del alma, se escapa como una sabandija, atrae el peligro. Sentirse desbordado por el miedo es el primer síntoma de la derrota.

- No entiendo nada abuelo.

- Es igual, pero debes saberlo. No es necesario entender para tener que sufrir lo que la vida nos vaya echando encima. Basta con tener agallas para soportarlo

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